Pasar al contenido principal

Pensar la paz: aportes críticos desde la academia

By: Noviembre 2015

El Docente Principal de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno e Investigador de la Universidad del Rosario Fredy Eduardo Cante Maldonado, opina frente al

El Docente Principal de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno e Investigador de la Universidad del Rosario Fredy Eduardo Cante Maldonado, opina frente al Proceso de Paz en Colombia y sobre el posconflicto, dando una mirada optimista por las charlas y cese Bilateal que se han venido presentando y resalta que el Gobierno y las Farc no deberian ser los unicos actores de este proceso de Paz que implica a toda la Nación.

En esta edición

Pensar para la Paz aportes críticos para la academia

Colombia se encuentra en un momento decisivo de su historia. Tras 50 años de conflicto armado existe la posibilidad de firmar un acuerdo con la guerrilla de las FARC. ¿Será esta firma la primera piedra en la construcción de un nuevo país? ¿Qué implicaciones traerá el final de este grupo subversivo? ¿Qué rol seguirán jugando otros actores armados en el marco de economías ilegales que nutren diversas violencias? Y las regiones: ¿Cómo articularlas en un probable escenario de pos-conflicto? Investigadores de la Universidad del Rosario dieron respuesta a estos y a otros interrogantes que ayudan a comprender la coyuntura actual.

Desde que el pasado 18 de octubre de 2012 se iniciaron formalmente los diálogos de paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, el país ha gravitado alrededor de las conversaciones de La Habana. Las informaciones sobre lo que sucede en la capital cubana crecen, mientras la opinión pública nacional,al decir del columnista Jorge Arango Mejía, en su texto ¿Qué pasa en la Habana?, no tiene nada claro.

Sin embargo, esa falta de claridad no es irremediable. Si bien la mecánica misma de la negociación implica prudencia, la labor de tanto los medios masivos de comunicación que informan desde el país caribeño, así como de la academia, deben cumplir un papel iluminador para la comprensión del proceso de diálogo. Esta es una de las obligaciones que por su naturaleza la universidad debe asumir, explica el profesor Andrés Molano Rojas, profesor del programa de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

Para el investigador está claro que la academia tiene al menos dos funciones fundamentales a realizar en el presente proceso. Primero, “recoger experiencias internacionales y propias de negociaciones de paz, estudiarlas rigurosamente para extraer conclusiones que permitan entender mejor el desarrollo del actual diálogo y que, de esta forma, sirvan de insumo para la posterior toma de decisiones de política pública derivadas de la negociación”. Por otra parte, es en el seno de la academia que se deben dar los debates mejor informados, “blindados” contra la opinión política “disfrazada de opinión experta”, complementa Molano.

Así, uno de los escenarios propicios para confrontar posiciones críticas frente a la negociación debe ser la universidad. Se espera que por su naturaleza científica el debate sea de mejor calidad, apuntando al argumento riguroso, versus el argumento que persigue diversos intereses, entre económicos, ideológicos y políticos antes que estrictamente técnicos y racionales.

De igual forma los investigadores deben recoger la mayor cantidad de datos para comprender los fenómenos asociados al conflicto en las regiones. Así piensa el profesor Oscar Palma, de la facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario, para quien la región colombiana debe ser entendida en sus lógicas y dinámicas propias. La investigación científico- social “debe llegar directamente a las regiones. Es necesario conocer cómo viven las personas allí, medir su economía, indagar por los tipos de relaciones sociales que se construyen en sus territorios para de esta manera comprender mejor el conflicto y porqué la violencia que lo acompaña se desarrolla en estos lugares”, argumenta el investigador.

Es precisamente en regiones como la costa caribe, la costa pacífica nariñense, algunos municipios del departamento del Cauca y, especialmente, la zona del Catatumbo, donde la violencia originada por el conflicto armado ha sido más cruenta, como resultado de diversos factores socio-económicos y políticos que históricamente han dificultado la construcción de un Estado eficaz capaz de imponer la legalidad. “Una de las tareas pendientes en algunas de las llamadas zonas periféricas es la de estructurar un orden estatal que, sin desligarse del centro, comprenda las particularidades endógenas de los procesos sociales, políticos, económicos e incluso culturales de cada región”, complementa el profesor Palma.

Economía del conflicto

Dados los antecedentes, surge la necesidad de entender la dinámica productiva en zonas castigadas por la confrontación armada.

Dados los antecedentes, surge la necesidad de entender la dinámica productiva en zonas castigadas por la confrontación armada. A este respecto, Freddy Cante, profesor de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, plantea un escenario complejo por los intereses de actores armados que persiguen rentas en estas regiones aprovechando la debilidad estructural del Estado y su propia capacidad militar. Cante es escéptico al hablar de paz, prefiere hablar de pos-acuerdo y no de pos-conflicto, “pues en la mesa solo están sentadas dos partes, mientras que otros grupos armados como el ELN o los paramilitares mutados en Bacrim siguen con sus fusiles. Además es probable que no todos los guerrilleros de las FARC se desmovilicen y el narcotráfico seguirá siendo una empresa criminal atractiva. Mientras exista el prohibicionismo y la guerra contra las drogas se seguirá consolidando un mercado negro e ilegal capaz de financiar a los combatientes de los grupos involucrados en el conflicto”.

Igualmente, a la par del narcotráfico como combustible del conflicto, aparecen la minería y la explotación de combustibles fósiles, configurando una estructura económica “extractivista”, violenta contra el medio ambiente y generadora de incentivos perversos para los cazadores de rentas. La relación de estas actividades con el mercado internacional las hace particularmente atractivas para los actores armados porque, como explica Cante, las nuevas potencias mundiales como China e India demandan petróleo para su desarrollo, oro y metales preciosos para su seguridad financiera. La extracción de minerales y de metales no es intensiva en creación de empleo de calidad, no favorece el desarrollo social en las regiones, y en cambio sí es depredadora con el medio ambiente.

Cabe señalar que las FARC también han sido particularmente depredadoras del medio ambiente. De hecho, en la más reciente escalada terrorista ejecutada por el grupo subversivo, el pasado mes de julio, en la que cometieron 40 acciones violentas, entre otras el atentado al oleoducto en Tumaco, se evidenció el ánimo de atacar lo que este grupo considera un objetivo militar clave por su importancia económica: los centros de circulación de petróleo. Esta situación de extrema gravedad, dado el daño ambiental que causa, es calificada por el profesor Cante como “una muerte directa y de contado, mientras el modelo ‘extractivista’ es una muerte a plazos, a cambio de recibir una renta”, sostiene el investigador.

Ante esta situación, el profesor Cante enfatiza en la necesidad de insistir en medidas como la legalización de las drogas, que ya ha sido propuesta por pensadores liberales como George Soros o Milton Friedman, y el freno a la agenda “extractivista”. Estas audaces políticas contribuirían a desactivar el sistema de incentivos perversos que el mercado ilegal de los estupefacientes y la minería generan.

Asimismo, y situados frente a la firma del pos acuerdo, Cante señala que los desmovilizados que deje el fin de la negociación podrían servir como custodios del bosque y de la selvas colombianas que ellos conocen mejor que muchos compatriotas.

“En compañía de comunidades indígenas y afrodescendientes podrían ayudar a conservar territorios boscosos libres de la agricultura y la ganadería intensivas, así como frenar el depredador turismo de bares y discotecas que ha terminado por convertirse en un problema”, señala el experto.

La economía del posconflicto, o del pos-acuerdo, deberá ser entendida más que en lo que hay, “en todo lo que hay por hacer”, afirma el profesor Palma. El reto mayúsculo será el de construir una institucionalidad lo suficientemente legítima como para integrar a los habitantes de las zonas que más sufren la violencia del conflicto a economías legales, agrega el investigador.

En consonancia con este análisis, para Freddy Cante se podría incluir a los campesinos y que vuelvan a cultivar las tierras que les fueron arrebatadas en programas de agricultura orgánica que garanticen la soberanía alimentaria del país. “Lamentablemente, allí donde fueron desterrados los campesinos se iniciaron megaproyectos de agricultura a gran escala para biocombustibles, y también de minería que generan inmensos beneficios lucrativos y rentas a mediano plazo, por lo cual el retorno del campesinado a estos lugares será un reto gigantesco”, complementa el investigador.

Reflexionar sobre las posibles soluciones

Ante el crítico panorama que se presenta en buena parte del país, respecto de las condiciones ideales para que un acuerdo de paz fructifique, el profesor Cante plantea como uno de los principios de solución la movilización social pacífica.

Ante el crítico panorama que se presenta en buena parte del país, respecto de las condiciones ideales para que un acuerdo de paz fructifique, el profesor Cante plantea como uno de los principios de solución la movilización social pacífica. Esto si se logra que un movimiento social para la paz madure en tres aspectos: primero, reunir a los diferentes actores y buscar un consenso mínimo dado que los agentes sociales tienen distintas ideas de paz; en segunda instancia lo que los expertos denominan como la visión estratégica del movimiento, pues hasta ahora los movimientos por la paz han tendido a ser reactivos, “como bomberos apagando incendios, antes que generadores de procesos estables de paz”; y tercero, ampliar el repertorio de acción, “pues solo se marcha con las mismas consignas, cuando existen al menos 200 métodos de acciones políticas no violentas. Hay que ser más creativos para ganar a la opinión pública”, subraya el experto. De igual forma, Cante aboga por la construcción de una pedagogía para la paz encaminada a generar emociones propicias en el interior de las personas que motive cambios voluntarios de mentalidades hacia la búsqueda del objetivo. Propender, a través del arte, el uso de los símbolos, de la cultura, por lo que el autor llama emociones que “aglutinen, que sean cementos de la sociedad como la compasión y el amor cívico que permitan sentir mayor empatía hacia el prójimo y hacia las víctimas, de lo contrario seguiremos hablando el lenguaje de la negociación solo en términos de incentivos y no de un acuerdo genuino para la paz sustentado en la cooperación voluntaria”, subraya.

Por su parte el profesor Palma propone combinar la construcción de Estado desde la región, sin imposiciones del centro, aunque articulado con este, con la construcción de tejido social. El investigador es consciente del tiempo que llevarán ambas construcciones, quizás generaciones, pero aún así, se muestra optimista. “Si bien es cierto que cambiar mentalidades, y condiciones materiales toma mucho tiempo, no podemos resignarnos a mantenernos eternamente en la actual situación de anomia en varias regiones azotadas por el conflicto en el país”, enfatiza.

En todo caso, el actual proceso de negociación en La Habana parece encaminarse por la vía correcta, bien sea, como sostiene Freddy Cante para alcanzar un pos acuerdo, y no un pos conflicto, aunque el profesor sea crítico del proceso por su limitado alcance y porque las condiciones propiciadoras para la violencia persistirán, o bien para disminuir la violencia armada producida por las FARC, como sostiene el profesor Andrés Molano, para quien el actual modelo tiene como aspectos positivos el haber superado varias crisis, y un entorno internacional favorable, si bien “viene una de las fases más difíciles que es la implementación de lo que se acuerde, solo entonces se podrá evaluar con total objetividad que tan exitoso ha sido todo el proceso”. Además advierte el experto que la firma del documento de acuerdo por las dos partes, gobierno y guerrilla, no resolverá hondos problemas estructurales del país, ni la persistencia de otras formas de violencia, pero sí tendrá un impacto positivo por la reducción de la violencia guerrillera.

Asimismo, para Oscar Palma, el actual diálogo permite ser un optimista moderado, puesto que nunca antes se había llegado tan lejos en una negociación con las FARC, en la que se puede identificar su voluntad política, lo cual supone un gran avance para no repetir errores del pasado como lo del Caguán, “que fue un desastre”. Ahora bien, para el profesor, “lo de La Habana es un barniz, poco profundo con respecto a la solución de problemas estructurales que sufre el país, es un diálogo sobre aspectos particulares, y así debe ser. Igual, con o sin acuerdo, es urgente integrar a las regiones azotadas por el conflicto a una economía legal”, sostiene Palma.

Queda claro que la firma del documento de finalización del conflicto no será el de la finalización de todos los factores que generan violencia en el país. En esto coinciden tanto Palma, como los profesores Freddy Cante, y Andrés Molano. Sin embargo el actual modelo de negociación que siguen Gobierno y FARC ha puesto a buena parte del país a pensar sobre sí mismo, y a la academia a reflexionar sobre su papel frente a la sociedad colombiana.

Algunas de las responsabilidades que la universidad ha asumido a la espera de ser debidamente escuchada son: investigar en detalle lo que sucede en las regiones y conocer sus rutinas, afirma Palma; compilar información acerca de experiencias propias y foráneas de procesos de paz para que sirvan de insumo para el debate ilustrado, complementa Molano; afinar la mirada crítica al proceso y su conexión con complejas situaciones económicas, concluye Freddy Cante.

Encuentre contenido relacionado aquí

Información adicional

Preguntas frecuentes

Resuelva todas las dudas que tenga frente al Actual Proceso de Paz en Colombia, los aspectos positivos y los aspectos negativos de la negociación en La Habana y cuál es el papel de la academía en el proceso.

¿Qué papel debe desempeñar la academia frente al actual proceso de paz?

Un rol crítico. Entre las labores que la universidad debe asumir se cuentan: la investigación minuciosa y rigurosa en las regiones que más sufren el conflicto armado; el análisis detallado de experiencias de acuerdos de paz en otros países y en Colombia para contar con la información cualificada sobre las metodologías de negociación adecuadas para el proceso actual, que sirvan de insumo para el diseño e implementación de las políticas públicas a seguir tras la posible firma del acuerdo. La academia debe servir como escenario para mejorar la calidad del debate público.

¿Qué aspectos positivos se destacan del actual proceso de paz con las FARC?

En ninguna otra negociación con este grupo insurgente se había llegado tan lejos en términos de evidenciar una voluntad política por parte de las FARC, y de la cercanía objetiva al fin de este grupo como actor armado. Ha sido un proceso de negociación capaz de superar varias crisis y se ha mantenido con una agenda limitada y puntual en cuanto los temas que se habían pactado para su discusión.

¿Qué aspectos negativos se pueden evidenciar de la negociación en La Habana?

La paz acordada será incompleta e imperfecta. Ha fallado la socialización de los acuerdos, especialmente el de justicia recientemente anunciado. No existe aún claridad sobre la implementación de los mismos y con el fin de las negociaciones no se alterarán radicalmente las estructuras socio-económicas y políticas a través de las cuales se mantiene la violencia de otros grupos armados, y de los combatientes que no se desmovilicen por parte de las FARC.

¿Pos-acuerdo o pos-conflicto?

Firmar la paz con las FARC es acordar el fin de la confrontación armada con un solo actor armado. La sociedad colombiana por venir, tras el fin de las negociaciones de La Habana, y si estas resultan exitosas, tendrá que afrontar múltiples y enormes retos. Entre otros, reconocer que otras formas de violencia, con otros actores armados seguirán vigentes, y buscar las maneras de desactivar los sistemas de incentivos perversos que estructuran modos de producción violentos y extractivos que obstaculizan la integración real de miles de colombianos a actividades productivas legales. Al país le queda un largo trecho por recorrer para eliminar las condiciones que propician el conflicto social.

Facultad de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales

Objetivo

Centro de Estudios Políticos e Internacionales – CEPI

Es el grupo que articula todo el esfuerzo de investigación de las Facultades de Ciencia Política y Gobierno y de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Tiene como propósito aportar nuevos elementos al debate científico-académico en las disciplinas de la ciencia política, el gobierno, las relaciones internacionales y los asuntos urbanos, para que sean aplicados en el tratamiento y la solución de problemas locales, nacionales e internacionales.

Líneas

1. Dinámicas y Gestión Territoriales
2. Teoría y Práctica de las Políticas Públicas
3. Institucionalidad y Democracia
4. Historia, Cultura y Filosofía Políticas
5. Movimientos Sociales y Acción Colectiva
6. Paz, Seguridad y Conflictos
7. Dinámicas y Asuntos Internacionales

Contacto

Director del Grupo:
Enver Joel Torregroza Lara
 
Investigadores:
Fredy Eduardo Cante Maldonado, Gilberto Andres Molano Rojas y Oscar Julian Palma Morales.
 
Información de Contacto:
cepi.inv@urosario.edu.co
oscar.palma@urosario.edu.co
gilberto.molano@urosario.edu.co
fredy.cante@urosario.edu.co