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Libros azules: guías para conocer el país de hace un siglo

portada

"Empires are run on information" es la frase con que Sarah Preston principia su estudio sobre los libros azules coloniales, analizando el caso de Inglaterra, donde se dispuso que los gobernadores coloniales remitieran a la metrópoli información estadística anual (1822). Costumbre que se mantuvo hasta la Segunda Guerra Mundial, registrando información  relativa a impuestos, seguida por ingresos y gastos de la colonia. No solo información monetaria, sino que interesaba saber estadísticas referentes a la población, la educación, el culto, la salud, las comunicaciones, etcétera.


La obra fue digitalizada por la Biblioteca Nacional.

Todo ello es clave para conocer la vida material de un lugar y una época. Sin embargo, lo más atractivo y diciente suele ser la parte gráfica o fotográfica, como en el caso del Libro Azul de Colombia, que no solo se adorna de fotos de las principales ciudades, sino que remata con la sección "Bellezas colombianas", una pasarela de la moda nacional de hace un siglo. No es ese el primer Libro Azul colombiano: en el Archivo Histórico tenemos un antecedente, mucho más modesto. Se trata de Colombia: Physical features, natural resources, means of communication, manufactures and industrial development. Cuatro años anterior (1914), su autor es Baldomero Sanín Cano, bajo el seudónimo de V. Lévine.


E05N031.

Cuando escribimos la nota sobre dicha rareza, la cubierta azul era apenas un signo de lujo editorial. Hoy sacamos en claro que esa obrita es parte del conjunto de los libros azules, editado en el país que los inventó.


El puente del Libertador se construyó en 1890, a la altura de la carrera primera. Mejía, G. (2000). Los años del cambio. Historia urbana de Bogotá. Bogotá: Centro Editorial Javeriano.