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MUSEO

Luis Enrique Nieto Arango

portada

En el larguísimo, y todavía no del todo conocido, proceso de evolución de la especie humana surge como característica esencial de ella la capacidad de guardar o proyectar la memoria externamente.

La biología nos enseña que, por ejemplo, los elefantes o las ballenas poseen una gran memoria que portan consigo, en alguna parte de su cerebro.
Por el contrario, el ser humano saca de si sus recuerdos y los vierte en gráficos o en escritos. Pruebas antiquísimas de ello son las pinturas rupestres, las tablillas de cerámica de escritura cuneiforme, los jeroglíficos egipcios, las runas escandinavas y, en fin, las distintas formas de escritura que culminan en El Libro, esa maravillosa extensión del cerebro y, por lo mismo, de la imaginación. 

Así mismo los diferentes e innumerables objetos, artísticos o utilitarios, que acompañan al homo sapiens en su paso por la tierra son, a la vez, receptores, proyectores y guardianes de la memoria y por eso, con un anglicismo, su conjunto se denomina memorabilia. 

De esa capacidad del hombre de guardar fuera del cuerpo su memoria nace la idea del museo, palabra cuya etimología se encuentra con las musas de la mitología griega, esas divinidades inspiradoras de las artes. De ahí que el origen del museo, tal como se entiende hoy en día, los eruditos lo remontan al primer templo construido en Alejandría alrededor del año 280 a.C. dedicado precisamente a las musas.
Desde esa época pretérita son muchos los ejemplos del empeño de la humanidad de conservar y proteger su patrimonio material e inmaterial, como un requisito indispensable para la afirmación de la identidad tanto de las naciones como de las instituciones.

Para no perdernos en el intricado laberinto de la historia del mundo basta recordar que en Colombia fue el Primer Congreso de la República, mediante Ley del 28 de julio de 1823, el creador del Museo Nacional de Colombia, inaugurado oficialmente por el General Francisco de Paula Santander el 4 de julio de 1824, instalado inicialmente en la antigua Casa Botánica, sede que fue de la famosa Expedición dirigida por José Celestino Mutis, Catedrático de Matemáticas en el Claustro Rosarista.

La Universidad del Rosario, cuya existencia ha corrido paralela a la de la formación de la Nación Colombiana, ha sido y será siempre un museo –en el sentido más amplio- en razón de su tarea educativa durante 365 años.
Por esta circunstancia resulta lógico ofrecer a toda la Comunidad Rosarista, y al público en general, un museo de la Universidad del Rosario que, con toda la técnica de la moderna museología, ponga a su disposición el rico patrimonio que el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario ha ido formando en sus más de tres siglos de vida.

Este patrimonio, como se sabe, ha resistido los embates del tiempo y con él igualmente se ha acrecentado. Terremotos, guerras, vandalismo, desmanes, descuidos y olvidos no han podido menguarlo y constituyen una propiedad inalienable de la Fundación, inseparable de su misión formadora.
Durante este año se han establecido visitas guiadas por estudiantes, particularmente preparados y conocedores del tema que acompañan a grupos de visitantes en recorridos por el Claustro y la Capilla.
Igualmente, la página web de la Universidad ofrece un recorrido virtual que, con gran detalle, enseña todo ese patrimonio artístico e histórico. Ver aquí.

Próximamente, al final de este semestre, se realizará la inauguración oficial del Museo que pretende ser una herramienta eficaz para la memoria y, por lo mismo, para la historia de nuestra institución, destinada durante todos los siglos a formar Ilustradores de la República como lo quiso el Fundador Fray Cristóbal de Torres.
El Museo del Rosario entonces aspira a que sus visitantes aprendan a aprender cómo hemos sido para saber cómo somos y cómo seremos, es decir cómo acercarnos a ese espíritu Nova et Vetera: Siempre Antiguo y Siempre Nuevo que constituye el fundamento y la esencia de nuestra identidad.
 
ADENDA: escritas estas notas registramos con inmensa angustia y pesar la tragedia ocurrida en Brasil en el Museo Nacional de Río de Janeiro, destruido casi totalmente por un incendio que arrasó 20 millones de piezas recopiladas en 200 años de existencia. Ejemplo de museo activo y moderno el Museo Nacional guardaba una parte importante de la historia de Brasil y del mundo y era una institución viva de producción de conocimiento. Nuestra solidaridad con el país vecino y hermano por esta irreparable pérdida.