Pasar al contenido principal

La cátedra de Historia antigua del Rosario, a principios del siglo XX

Alberto José Campillo Pardo

historia-antigua-rosario-xx

Hace pocos días llegó al Archivo Histórico de la Universidad del Rosario el cuaderno de apuntes del alumno Guillermo Arango Uribe correspondiente a la asignatura de Historia antigua, cátedra dictada en el Rosario por el profesor Manuel Antonio Botero, en 1916. Al año siguiente, Botero recopiló sus lecciones en el libro Historia antigua: lecciones dictadas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, el cual también hace parte de la colección del Archivo.


Portada del cuaderno de Historia antigua de Guillermo Arango Uribe.

Manuel Antonio Botero nació el 16 de diciembre de 1874, en Sonsón, Antioquia. Doctor en Filosofía y Letras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (1898; tesis: La crítica), colegial y catedrático de Gramática castellana y de Historia antigua; Botero se desempeñó como profesor y rector del Colegio San Simón, en Ibagué; como profesor en la Escuela Militar, y como profesor y rector del Colegio del Rosario. También ejerció la docencia en el extranjero, en países como Panamá, Ecuador y Venezuela. Cabe resaltar que desempeñó varios cargos públicos en la administración de Marco Fidel Suárez, entre 1918 y 1921. Muere en Bogotá en 1939. (Gallo, Luis Álvaro. Diccionario biográfico de antioqueños. 2008).


Contracarátula del libro que recopila las lecciones de Historia antigua de Miguel Antonio Botero.

La cátedra de Botero, al menos en términos de temática, parecería no diferir en gran medida de las cátedras actuales, al tratar la historia de la humanidad desde las civilizaciones antiguas de Oriente, como la India, China y Egipto, hasta la caída del Imperio romano. Sin embargo, al revisar con atención los contenidos de las lecciones, se pueden destacar varios elementos curiosos para un libro de principios del siglo XX, apartados del rigor científico y académico que emplean los historiadores de la actualidad y alejados en varios puntos de los avances históricos y científicos de su época.

 

En primer lugar cabe resaltar el apego que tiene el texto que se está analizando a la Biblia como fuente histórica de hechos y acontecimientos que marcaron el devenir humano. Claro ejemplo de lo anterior se ve cuando, al hablar de las “edades primitivas” de la humanidad, el autor narra lo siguiente:

Creación del mundo. – La Biblia, el libro por excelencia del pueblo cristiano, refiere que en el principio de los tiempos, Dios creó al mundo así: el primer día hizo la luz; el segundo, el firmamento; el tercero separó las aguas superiores de las inferiores, y se formaron los mares; el cuarto hizo aparecer el sol, la luna y las estrellas; el quinto pobló el aire de aves, y las aguas de peces; y el sexto creó los animales terrestres(…)” (Botero, 1917).

Como puede verse, la Biblia es tomada como una fuente incuestionable de verdad histórica por medio de la cual se puede explicar temas tan diversos como la creación del mundo o la población de la tierra a través de la descendencia de Noé.

Por otra parte, es importante destacar que varios elementos de la cátedra estaban basados en prejuicios culturales de la época. Lo anterior se puede ver ilustrado en la mezcla de religión y racismo que utiliza el autor para explicar el origen y condición de las diferentes razas del mundo:

“La dispersión de las gentes, después de la Torre de Babel, trajo como consecuencia la formación de agrupaciones humanas que llegaron a diferenciarse con el tiempo, de tal modo que constituyen verdaderas razas (…). Distínguese cuatro razas principales a saber la blanca, la negra, la amarilla y la cobriza o americana” (Botero, 1917).

Y continúa:

“La raza blanca, superior a las demás por la inteligencia se caracteriza por el color blanco de la piel, los ojos grandes y vivaces, el cabello negro, a veces rubio, la nariz afilada, la boca pequeña y el ángulo facial casi recto: desciende de Jafet, y se esparció por el Asia, la Persia, la Armenia y la Europa (...).

La raza blanca en el libro de Botero.
La raza blanca en el libro de Botero.

La raza negra, singularizada por el color negro de la piel (…) tiene su asiento principal en el África; no está civilizada todavía, y por lo mismo carece de historia. Esa raza, que parece nacida para la esclavitud, tuvo sus representantes en América, a donde fueron traídos por los conquistadores (…).

La raza negra en el libro de Botero
La raza negra en el libro de Botero.

La raza amarilla, que se distingue por el color amarillo de la piel (...) se ha desarrollado en China, donde vive en tal aislamiento a causa de su índole egoísta (…). A pesar de ello, sábese que posee una civilización muy antigua y completa, que fue la primera que conoció la fabricación de la pólvora de cañón y el papel de trapo, y que algunos diccionarios elevan a veinticuatro mil el número de voces o signos de que se compone la lengua china: con todo los chinos carecen de sentimiento artístico y desconocen la libertad política” (Botero, 1917).

La raza amarilla en el libro de Botero
La raza amarilla en el libro de Botero.

En los apartes citados anteriormente, es evidente el convencimiento del autor de la supremacía de la raza blanca sobre las demás, y no solo por su perfección intrínseca y porque su ascendencia se remonta a Jafet (hijo de Noé), sino por los numerosos defectos de las demás, ya sea la falta de civilización de la raza negra o el egoísmo y la carencia de sentimiento artístico de los chinos.

 

Aunque la discusión de las distintas razas humanas y las diferencias entre sí tenía siglos de antigüedad, es evidente que Botero había sido influido por las teorías antropológicas y fisiológicas del siglo XIX, por medio de las cuales se intentó sistematizar las diferencias raciales. Como explican los autores del Oxford English Dictionary:

“Las ideas de la supuesta superioridad racial y del Darwinismo social alcanzaron su apogeo en la ideología Nazi de los 1930 y le dieron una justificación pseudo-científica a las políticas y actitudes de discriminación, explotación, esclavitud y exterminación. Las teorías raciales según las cuales existe un vínculo entre la raza y la inteligencia han sido refutadas. Científicamente se acepta como obvio el hecho de que hay subdivisiones de la especie humana, pero también es evidente que las variaciones genéticas entre individuos de la misma raza pueden ser tan grandes como las diferencias entre miembros de distintas razas”.

Carátula del libro de Botero.
Carátula del libro de Botero.

Sin embargo, los ejemplos de la raza no son los únicos casos de prejuicios que eran tomados como verdades absolutas y enseñados a los alumnos. La religión fue otro elemento que se destacó en este sentido.

Ya se mostró arriba la clara inclinación cristiana del autor, al tomar la Biblia como una de las fuentes principales de su texto. Pero esta inclinación va más allá, al desestimar culturas enteras por sus creencias religiosas, como lo hace en el caso del Antiguo Egipto.

"Como todos los pueblos en su origen, (Egipto) practicó el monoteísmo o culto de un solo Dios; después degeneró en el politeísmo más grosero, pues adoraban a Osiris y a Seth, dioses de la luz y las tinieblas, respectivamente, en lucha incesante; a Isis personificación de la luna; y al Buey Apis que representaba la divinidad; además, adoraban cebollas y lechugas, gatos y ratas, cocodrilos y gavilanes" (Botero, 1917).

En este fragmento se pueden resaltar varios elementos que prueban el prejuicio religioso del autor. En primer lugar, el hecho de considerar el monoteísmo como una creencia superior al politeísmo, es una clara influencia de la doctrina cristiana, que habla de un solo Dios verdadero. Así mismo, el hecho de utilizar la mayúscula para referirse al “Dios” monoteísta y la minúscula con los “dioses” politeístas muestra un sentido de respeto hacia la creencia que el autor considera verdadera. Finalmente, el hecho de considerar el politeísmo como una creencia grosera y desacreditar a los egipcios como “adoradores de cebollas y lechugas”, confirma una vez más la afirmación antes planteada.

Por último, es notable el hecho de que la presente edición, aún en el año de 1917, cuente con autorización de la Iglesia para su publicación como si de tiempos medievales se tratara. Esto puede evidenciarse al respaldo de la portada, donde hay un sello con que el arzobispo de Bogotá da su autorización para imprimir el libro.

Autorización de impresión dada por el Arzobispo de Bogotá, Bernardo.
Autorización de impresión dada por el arzobispo de Bogotá, Bernardo.

 

Sobre el libro:

Título: Historia antigua: lecciones dictadas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario

Autor: Manuel Antonio Botero

Año: 1917, primera edición

Detalles físicos: encuadernación rígida (cartón forrado en papel), con lomo de tela roja, texto impreso en una sola columna con márgenes anchos, usa negritas e ilustraciones a blanco y negro, en buen estado de conservación. En su guarda principal se aprecia un manuscrito del autor como donación a la biblioteca.

Contenido: Cronología. -- Preliminares. -- Edades primitivas. -- La India. -- La China. -- El Oriente. -- Los asirios. -- Los judíos. -- Los fenicios. -- Medos y persas. -- Grecia. -- Esparta. -- Atenas. Los siete sabios de Grecia. -- Guerras médicas. -- Siglo de oro de Grecia. -- La decadencia. Macedonia. -- Desmembramiento del imperio de Alejandro. -- Mitología. -- Roma. -- República Romana. -- Conquista de Italia. -- Guerras púnicas. -- Guerras civiles. -- Siglo de Augusto. -- América. Incluye índice.

En la Revista del Rosario, publicó lo siguiente:

Botero