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La Escuela de Servicio Social, anexa al Colegio del Rosario

portada

El artículo de Margarita Martínez, “Tensiones, discusiones y movilizaciones: mujeres y educación superior”[1], parte del emblemático personaje que fue Carmen de Zulueta, primera graduada por el Colegio del Rosario (1939) y primera en recibir un homenaje de la Revista del Rosario, luego de 34 años de predominio masculino. Afirmación que parece exacta en su denuncia pero no lo es, como que la Revista ya había acogido una contribución femenina: “Influencia social de la mujer y su importancia en la defensa nacional”, por Herminia Gómez Jaime de Abadía, en el número 80, correspondiente a noviembre de 1912.
 

María Carulla y María Carrizosa. Fuente: archivo personal.

 

 

Carmen de Zulueta era española[2], pero la primera colombiana en graduarse por este Claustro fue Cecilia Hernández Mariño[3], el 13 de abril de 1940. Estos son hechos conocidos. Lo nuevo que trae Margarita González se refiere al patronato del Colegio Mayor sobre la Escuela de Servicio Social. La Escuela había iniciado labores el 3 de abril de 1937, bajo la dirección de la señorita María Carulla, quien venía de hacer “sólidos estudios en España, Francia y Bélgica”[4]. El Colegio acogía la Escuela inspirándose en su fundador, fray Cristóbal de Torres, “quien a la misión educativa quiso unir la de caridad y justicia social fundando en Santafé de Bogotá la primera casa de expósitos”[5].

 

La Escuela de Servicio Social.

 

Orientadas por la Unión Católica del Servicio Social, fundada en Bruselas en 1925, nacieron ocho escuelas en Latinoamérica, durante el periodo 1929-39. En el caso colombiano, la institución unió “la doctrina social de la Iglesia, la ideología liberal que gobernaba en ese momento y las prácticas científicas”[6].

 

El objeto de la Escuela queda claro cuando afirman que la finalidad es que la mujer ejecute “aquellas actividades sociales que benévola o remuneradamente está ejerciendo sin una orientación científica”. Así pues, la Escuela formaría visitadoras sociales para hospitales, asilos y correccionales, entre otros. Es decir, se buscaba proveer una asistencia social con bases modernas: “Investigación de las causas que originan los flagelos sociales, remedios eficaces y manera de prevenirlos”. Todo esto sin dejar de lado la responsabilidad del hogar, “base de la sociedad”; así como pensando en la capacitación de la mujer “para la defensa de su vida económica”, abriéndole un nuevo campo profesional.

 

Para optar al diploma oficial de servicio social, era necesario aprobar dos cursos, hacer seis meses de práctica y presentar una tesis sobre un tema de especialización[7].
 

Un mes después de Cecilia Hernández, María Carrizosa es
la segunda mujer con título rosarista. Fuente: archivo personal.

 

 

Del discurso inaugural de María Carulla destacamos la idea de que la mujer no había podido contribuir al progreso de la civilización porque se le consideraba inferior. Situación que cambia con el advenimiento del cristianismo, cuando ya se le hace justicia, “considerándola como un valor distinto al del hombre y complementario de éste, pero no inferior”. Luego es necesario velar porque ella pueda perfeccionarse mediante la educación, “para hacer de ella la cultivadora consciente de tántos campos hasta ahora abandonados o mal cultivados los que sólo pueden fructificar con la influencia del espíritu de madre y de esposa”. Ahora bien, la evolución económica planteaba problemas sociales derivados de la situación de “nuestras clases desvalidas y menesterosas”. Realidad que planteaba una seria responsabilidad a “la mujer de nuestras clases superiores”, obligando a actuar a “quienes dios favoreció espiritual y materialmente”. Estos problemas, por otra parte, tienen su origen en el hogar. “Correspondiendo naturalmente a la mujer el campo del hogar”, es ella la llamada, “dentro de las clases superiores”, a solucionarlos con el auxilio de la ciencia, llevando “al hogar humilde toda la dulzura, el acopio de virtudes y conocimientos que ella posee”. Siguiendo la experiencia de otras latitudes, el Colegio del Rosario, “siempre dispuesto a servir a la sociedad y deseoso de dar la mano a la mujer colombiana” apoyó esta iniciativa, con la colaboración de los doctores Jorge Cavelier, Rafael Escallón y don Tomás Rueda Vargas.

 

Como nota Margarita Martínez, se pueden rastrear aquí las ideas del servicio social según las entendía la caridad cristiana paternalista de mediados del siglo XIX. Al mismo tiempo, la mujer no salía de su esfera natural, el hogar, sino que extendía sus dominios. Así pues, el ingreso femenino a la educación superior está relacionado con sus funciones de cuidado: el servicio social, la carrera pedagógica y las ciencias de la salud.

 

María Carrizosa, una pionera.
 

El acceso femenino al Rosario ocurrió durante el rectorado de monseñor Castro Silva.

 

 

La primera asistenta social de la Escuela fue María Carrizosa Herrera (1912-95). Sim embargo, a tiempo que finalizaba sus estudios, contrajo matrimonio y dejó la carrera profesional. Ya había dejado su obra social antes: en 1935, asociada con unas compañeras, montaron el primer jardín infantil de Bogotá, cuando el citado Tomás Rueda Vargas, secretario de Higiene del Distrito, les cedió un local frente a la plaza de mercado de la once[8].

 

La Escuela de Servicio Social, por su parte, funcionó bajo la tutela del Rosario entre 1936 y 1956[9]. En la Memoria que rindieron en 1944, reportaban 140 alumnas regulares, 34 asistentas tituladas[10], “las cuales en su mayoría están desempeñando cargos de importancia”, esto sin contar otras obras de extensión[11].

 

Para cuando la Escuela de Servicio Social anexa al Rosario cerró, en 1956, había en el país escuelas homólogas en Medellín (1945), la del Colegio Mayor de Cundinamarca (1946), la de Cartagena (1947), la de Cali (1953), y luego surgirían dos: la de la Javeriana (1961) y la de Pamplona (1963)[12].

 

Volviendo al principio, los casos de Carmen de Zulueta y Cecilia Hernández Mariño ni, al parecer, el de María Carrizosa “no hacen verano” en el acceso de la mujer a las aulas del Rosario. Había que esperar la llegada masiva y periódica de mujeres a la carrera de Jurisprudencia, ocurrido en 1956 con la matrícula de Olga Villa Mejía y Astrid Acevedo. Desde entonces, la participación femenina en la vida universitaria rosarista ha llegado al 60 % (2016).
 

Memoria de ocho años de labores. No sabemos por qué se cerró la Escuela.

 

 

 

[1] En: Ariza Martínez, J. (ed.) (2018). Un largo camino. Universidad del Rosario, 365 años. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario, 134-51.

[2] En su país ya había hecho estudios superiores: traía un diploma por la Universidad de Madrid, con fecha 29 de octubre de 1934. Aquí había seguido los cursos de Filología e Idiomas en la Escuela Normal Superior.

[3] Presentó un estudio sobre Miguel Antoni Caro, que la Biblioteca Nacional le publicó en 1943. Completó su formación en la Normal Superior, en el Instituto Caro y Cuervo, y en la Universidad de Columbia.

[4] “Escuela de Servicio Social. Patronato del Colegio de Nuestra Señora del Rosario”. Revista del Rosario, (312) marzo de 1937, 234-38.

[5] A Rafael M. Carrasquilla se atribuye la fundación del Refugio Maternal de la Cruz Roja en Bogotá. Cf. Castro C., B. (2008). “Las visitas domiciliarias femeninas en Colombia. Del trabajo voluntario a su profesionalización”. Sociedad y economía, (14), 106-128.

[6] Cf. Castro, p. 17. Al nacer la Escuela, gobernaba el país Alfonso López Pumarejo.

[7] Los cursos y los profesores pueden verse en Castro, p. 17.

[8] Barreto Gama, J. (1998). “Una Pionera: María Carrizosa de Umaña. Tradición y modernidad". Trabajo Social, 0(1), 107-113. Tomado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/tsocial/article/view/32499/32512

[9] Ramírez Rodríguez, M. (2011). “El Trabajo Social, el feminismo y la modernización en Colombia, (1936 - 1986)”. En: Miranda, M. (coord.). Política social y trabajo social: desarrollo histórico y debates actuales. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, pp. 121-146.

[10] Número que ascendió a 95, según Castro, p. 19.

[11] Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, caja 923, carpeta 14, ff. 1-2.

[12] Cf. Castro, p. 19.