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La biografía de fray Cristóbal de Torres: el Teatro eclesiástico

portada

De la lectura de las fuentes dominicanas, resulta que seguían el trabajo del abulense Gil González Dávila (c 1570-1658), quien abrazó a un mismo tiempo el estado clerical y el estudio de la historia. En este campo, se ocupó en la crónica salmantina y madrileña, de varias diócesis españolas y de la Iglesia indiana, en su Teatro eclesiástico. Si bien nunca estuvo en América, “tuvo a su disposición los mejores archivos de su tiempo para llevar a cabo una obra de muy notable mérito” (De la Hera 2005).
 

Teatro eclesiástico, en archive.org

Comencemos por el título. Pone el Diccionario de autoridades, en la voz “theatro”: Metaphoricamente se llama el lugar, donde alguna cosa està expuesta à la estimacion, ò censura universal. Dicese freqüentemente el theatro del Mundo[1]. Nombrado cronista mayor de Indias en 1643, la aparición del Teatro eclesiástico es seis años posterior (el segundo tomó demoró hasta 1655).

 

El artículo del señor Torres viene a continuación del de Bernardino Almansa, su antecesor. Entre los datos genealógicos, destaca el yerro en el apellido materno: Monsanes por Motones. Trae el dato de la vinculación a las cortes de Felipe III y IV; de sus cátedras en Artes y Teología, y del priorato en Burgos. Fue presentado para suceder a Almansa el 28 de octubre de 1634 y el juramento de la fe lo hizo en manos[2] del nuncio de su Santidad, Lorenzo Campeggi[3]. Lo consagró el obispo de Cartagena, Luis Ronquillo, para entrar finalmente a su iglesia el primero de octubre de 1635.

Entre sus obras, descuella la de dar la comunión a los indios, “teniendolos por suficientes para llegar a este combite diuino”. Proceso que principió cuando, en la octava del Santísimo Sacramento, un religioso de la Compañía adujo lugares de las Escrituras en apoyo de dicha comunión: “Hablò (dize) la Sabiduria, y combidò, no a Reyes, ni a grandes, ni a presumidos del saber, sino a pequeñuelos, pobres, a negros, a Indios desamparados”. Luego, apostrofando a fray Cristóbal, le recordó que este nombre, en griego, “es el que lleua a Christo”; por lo tanto, le correspondía la obra de “conquistador del Gentilismo”, mediante sus curas, doctrineros y visitadores. En fin, que era cargo terrible para el Pastor si su ganado perecía por no darle pasto. Convencido el arzobispo, determinó que dos jesuitas, los padres Juan Bautista Coluchini y José Dadey, “platicos en la lengua de los Indios”, los dispusiesen para la comunión, en la comarca de Santafé.

 

Ubica la licencia de fundación del Colegio en 1652 y, anacrónicamente, la concesión de la gracia de fundar, el 19 de diciembre de 1651. Añade que el maestro don Antonio González de Vega era secretario del arzobispo en la Corte. De bibliografía, apenas pone que dejó listos los tomos sobre la oración del Ave María y otro de santo Domingo Soriano. Fecha la muerte del señor Torres en 1653.
 

 

 

La historia de Gil González.

 

Una máquina antigua, agarrotada por las negligencias de su autor, según el juicio de un reseñista. De los dos tomos de que consta el Teatro Eclesiástico, el dedicado al virreinato de Lima es el más aquejado de errores. Como erudito de su tiempo, el conocimiento le venía de la correspondencia con otros intelectuales y colegas. Otra información la obtuvo del intercambio con Juan Díez de la Calle, oficial segundo de la Secretaría de la Nueva España en el Consejo de Indias; otra de lo que pudiera averiguar sirviéndose del aparato oficial (era cronista mayor) y una última de lo que hallara en su propia biblioteca (Calvo 2008). El resultado es, sin embargo, desigual: hay que leerlo con cuidado.

Fuentes:

Calvo, T. (2008). Sobre Gil González Dávila, Teatro eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias occidentales, vidas de sus arzobispos, obispos, y cosas memorables de sus sedes (Nueva España). Historia Mexicana, 58(2), 909-914. Tomado de https://historiamexicana.colmex.mx/index.php/RHM/article/view/1703/1521

De la Hera, A. (2005). González Dávila, Gil: "Teatro Eclesiástico de la primitiva Iglesia de las Indias Occidentales, vidas de sus Arzobispos, Obispos, y otras cosas memorables de sus Sedes (Nueva España)". Revista Complutense de Historia de América, 31, 268-270. Tomado de http://revistas.ucm.es/index.php/RCHA/article/view/38521

 

 

 

[1] Diccionario de autoridades, sub voce.

[2] El rito contemplaba poner una mano entre las del obispo.

[3] Ya hemos hablado del caos onomástico con este prelado: Quétif y Échard lo latinizan Laurentius Capecius [lo corriente era Campegius]; González da Lorenzo Campeche (?).