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Bibliotecas particulares, Carrasquilla bibliófilo

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Este número del Boletín Cultural y Bibliográfico (92 - 2017) está dedicado al coleccionismo privado y la preservación del patrimonio cultural. Un artículo nos toca de cerca, referente a las bibliotecas del clero bogotano. Camilo Andrés Moreno, el autor, principia afirmando el papel principal de la Iglesia en la conservación y producción del conocimiento, desde tiempos medievales. No extraña, entonces, que los religiosos poseyeran grandes bibliotecas en América. Lo mismo ocurría aquí. Las bibliotecas de dos arzobispos, Caballero y Mosquera, formaron la Biblioteca Arzobispal de Bogotá. Dicha colección, junto con el archivo de la curia, desapareció en los disturbios del 9 de abril de 1948. Un dato clave: la biblioteca de monseñor Mosquera, unos 706 libros, valía 2513 pesos en 1835. Más interesante lo que resulta del inventario: predominio de obras teológicas, devocionales y jurídicas. Es decir, casi la misma composición de la de su colega, fray Cristóbal de Torres.


José I. Escobar dona libros a la Biblioteca del Rosario (v.26 n.253 abril 1931).

Las bibliotecas decimonónicas, objeto del estudio, son más variadas. La del canónigo Francisco Javier Zaldúa, por ejemplo, constaba de tres cuerpos: historia y literatura, jurisprudencia y teología, y afines. De esta última correspondió una parte a los clérigos J. V. Castro Silva y Alejandro Bermúdez. Además de la biblioteca, existía una colección de arte, compuesta principalmente de retratos de los antepasados y de miembros de la Iglesia.
A José Restrepo Posada (1908-72) le estaban guardados dos elementos por herencia: los archivos y la Iglesia. Aquellos desde que José Manuel Restrepo Vélez (1781-1863), el primer historiador de Colombia, fundó su propio Archivo Histórico; esta por sus familiares del alto clero, el arzobispo Bernardo Herrera Restrepo y monseñor Andrés Restrepo Sáenz. Académico de la historia, se interesó principalmente en el capítulo eclesiástico.


Marca tipográfica de Bautista de Tortis. Los tipos góticos solían llamarse con el apellido de este impresor veneciano (E22N036).

La vocación de José Ignacio Perdomo (1917-80) fue tardía y no comparte los intereses de sus hermanos de religión. Recibió, como los demás, colecciones de sus familiares, pero la suya propia gira en torno a la música. En efecto, su Historia de la música en Colombia (1945) alcanza ya la quinta edición ilustrada. Parte de la colección Perdomo está hoy en manos de la Biblioteca Luis Ángel Arango.

La biblioteca de Carrasquilla.

Como en el caso de Zaldúa, la hereda del padre y ha de aumentarla según sus requerimientos profesionales. De su ejercicio en los sectores público y privado dependió que le llegaran numerosas donaciones de libros. La biblioteca de monseñor se dividió en dos instituciones: la biblioteca de este Colegio y la del Seminario Conciliar. Importante legado, pues de ella provienen cuatro de nuestros incunables.


Incunable a doble tinta, con guía para la capital ilustrada (que se quedó en veremos... E22N025).

La suerte de estas bibliotecas ha sido varia, dada la tendencia que tienen a diseminarse o a fragmentarse. La de monseñor Carrasquilla está aquí en buena parte, esperando a los investigadores...


Alarde artístico de un discípulo de monseñor Carrasquilla (E04N089).