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Apuntes para la historia de la casa rectoral

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No es de sorprenderse que la planta física de una institución centenaria haya cambiado, en tamaño y usos. Hay un espacio que aparece en los documentos y fotografías del Archivo Histórico de la Universidad del Rosario y que ya no existe: la casa rectoral. Esto es lo que podemos saber sobre ella, según las fuentes de que disponemos.
 

La casa rectoral.
En el Colegio del Rosario original no existía, según lo que dice un informe de 1725. Reconociendo el buen estado del Colegio, el rector Berrío y Mendoza dice sobre la planta física: “(...) y la fabrica[1] adelantada pues no teniendo esta casa cuando se entrego a sus hijos mas que un pedazo de corredor muy maltratado, y un aula en que actuaba la Doctrina de todas las facultades, hoy le vemos con sus cuatro corredores altos y baxos nuevos, quatro aulas muy competentes, su refectorio y demas oficinas”[2].
 

El único registro fotográfico de la casa rectoral, con sus
cuatro puertas y balcones (fines del s. XIX). Al fondo, el Claustro.

 
1732 es un año clave para nuestra historia, por dos razones: se registran unas mejoras al aposento rectoral, del que luego hablaremos, y a mediados de año se documenta la compra de una casa. María Teresa del Sacramento, abadesa, y Antonio García, síndico del Convento de la Concepción, vendieron al rector del Colegio Mayor, Fernando Antonio Camacho y Rojas, “una casa cituada en el Barrio de la Catedral contigua á dicho Colejio en cantidad de 1,000 p.s”, según escritura otorgada en 21 de julio de 1732[3].
En el Inventario de 1783, se menciona la casa rectoral por los objetos que guarda; en el de 1793, asientan que el edificio del Colegio "se compone de quatro Claustros, y el callejón q.va p.la casa Rectoral"[4]. En tiempos del rectorado de Rosillo (1802-5), se habla de la necesidad de ampliar la casa rectoral, añadiéndole alguna parte del Claustro. Una resolución manda “agregar a la casa rectoral el quarto del colegio inmediato a ella”[5]. Consecuencia lógica: el Claustro y la casa, por ser contiguos, permitían este tipo de arreglos.
Entre los daños que causó el terremoto de 1826, aparecen listados los de la casa rectoral. El inmueble, al parecer, estuvo dado en arriendo en ciertos periodos, por lo cual no extraña la propuesta del rector Carrasquilla, en 1902 y por los estragos de la Guerra de los Mil Días, de ponerla en alquiler.
En la casa rectoral, se reunió la Consiliatura para tratar sobre la futura adquisición del lote donde funcionaría la Quinta de Mutis[6]. El 18 de marzo de 1930, murió el rector Rafael M. Carrasquilla, “en la casa rectoral, después de recibir el sacramento de la extremaunción de manos del arzobispo y primado de Colombia monseñor Ismael Perdomo”[7].
La historia de la casa rectoral llega a su fin con el sismo de febrero de 1967. Caída la edificación y juntado el lote con otro que adquirió el Colegio hacia la carrera séptima, se reunió el espacio necesario para el proyecto de la nueva biblioteca, siendo rector el doctor Antonio Rocha Alvira.
 
El aposento rectoral.
También llamado sala rectoral, es un espacio dentro del Claustro, una oficina o despacho. Pasemos a conocer lo que dicen las fuentes.
 
 
Muy reciente estaba el Colegio (1683), cuando se menciona un lugar donde pueden reunirse “Cathedraticos, Consiliarios y demas conmunidad”[8]. En las cuentas que presentó el rector Sorza y Mena, desde el 30 de diciembre de 1719, figuran en el descargo o gasto “dos p.s que llevo el Albañil Alonzo por tapar dos puertas con Adobes, y assentar una puerta en el Claustro, y remendar de Ladrillos la Selda Rectoral, y otros pedasos de un claustro”[9].
En un documento que trata sobre las rentas del Colegio, fechado en primero de febrero de 1732, se informa de pasada que el rector Camacho y Rojas “esta entendiendo en acabar la torre [de la capilla], y el aposento Rectoral por lo in commodo que era el que auia, para los Congresos, y consultas que disponen sus Estatutos”[10]. Esta afirmación apoya lo que dijimos sobre este lugar como oficina y sitio de reuniones presididas por el rector.
Entre las ceremonias habituales allí estaban: elecciones de rector; deliberación sobre el destino de una esclava cocinera; el festejo de la inauguración de la cátedra de Mutis (1762); se reprende a Rosillo por su llamativo atuendo (1782); allí se le impuso la beca honoraria a Mutis (1801)[11].
En las Notas editoriales del Papel Periódico Ilustrado[12] apareció un grabado del óleo de fray Cristóbal de Torres por Figueroa, indicando que la obra estaba, en 1882, en la sala rectoral del Colegio.
No tenemos clara la ubicación de este espacio, oficina decorada con retratos, en toda la historia del Claustro; tampoco en qué momento el retrato del Fundador pasó de aquí al Aula Máxima, su ubicación actual.

 

 *La bibliografía más importante sobre la historia material del Claustro es la obra de Fernando Palau y Jaime Restrepo, reseñada en nuestro blog. Otra obra documental básica es: Rectores y rectorías del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1653-2003, de María Clara Guillén (2003).

 

[1] Según el Diccionario de autoridades (1732), “fábrica”: “Se toma regularmente por qualquier edificio suntuoso”. Como nosotros la entendemos, viene en seguida: “El paráge destinado para hacer siempre alguna cosa: como la fábrica del tabáco, la fábrica de los paños”. En un sentido mucho más técnico, se habla de: “Paréd de fábrica. La que se hace de ladrillo y argamassa, á distincion de la que es de piedra, que essa se llama paréd de Manpostería” etc. Tomo tercero. Imprenta de la Real Academia Española
[2] Hernández, G. (1938). Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en Santafé de Bogotá. Libro primero. Bogotá: Centro.
[3] Caja 91 ff.422-40.
[4] Caja 11 f.277r.
[5] Caja 128 ff.133r-v. La reunión se celebra “en la sala en que se celebran las juntas”. Cf. Guillén, Rectores, citado en Rupturas.
[6] Acta de Consiliatura sin fecha, en los anexos de Ortiz, Á. (2003). Historia de la Facultad de Filosofía y Letras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 1890-1930. Centro Editorial Universidad del Rosario.
[7] Ortiz, Á. (2006). Historia de la Facultad de Filosofía y Letras del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. 1930-1999. Centro Editorial Universidad del Rosario.
[8] Caja 2, f. 170r. La comunidad se juntaba “a son de campana tañida”. La forma “conmunidad”, donde se disimila una de las emes etimológicas del latín, está bien atestiguada en otras fuentes de la época. Más abajo, la separación de “in commodo” puede ser caprichosa del escribano.
[9] Caja 2, f. 138v. Nótese que “claustro” aparece usado en dos sentidos distintos. El primero, como sinónimo del conjunto del edificio; el segundo, mucho más específico como: “Galería que cerca el patio principal de una iglesia o convento”. RAE. DLE, s. v.
[10] Caja 6 f. 69v.
[11] Hernández, G. (1938). Crónica.
[12] Papel Periódico Ilustrado, año I, número 14, 1 de mayo de 1882. Disponible en línea.