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Curiosidades del Acta del 20 de Julio de 1810

portada

La historia de un documento de museo reúne el arte, la industria y el comercio. Todo comenzó en 1846, durante la quinta exposición de productos de la industria, celebrada entre el 24 y 26 de julio de dicho año. En medio de los retratos de próceres, un objeto singular: “El acta de la revolución del año 10 en un gran marco con vidriera; dicha acta manuscrita, de un trabajo primoroso y perfecto imitando el grabado”[1]. Simón José Cárdenas, su autor, fue premiado en la categoría de caligrafía, con veinte pesos. Desde entonces, se sugería que la obra se colocara en el Museo de la ciudad[2].
 

Taller de fabricación de lápices y tintas litográficas. Fuente: Lemercier, A. (s. f.).
La lithographie française de 1796 à 1896 et les arts qui s'y rattachent. París: Lorilleux. 

 

De algún modo, Cárdenas se puso de acuerdo con el comerciante Rafael Duque Uribe para reproducir el Acta, mediante suscripción. El 10 de octubre de 1849, Duque viajó a París, encargado de “litografiar con toda la perfección i elegancia posible”[3] el original, caligrafiado por su socio. En la prensa del 7 de febrero de 1851, se anunciaba el proyecto como cosa cumplida, anunciando la llegada del producto: la que había partido como Acta de la Revolución volvía como cuadro de la Acta de Independencia, gracias a la intervención de un calígrafo, un comerciante y un litógrafo francés[4]. El cuadro era de talla semicolosal y elaborado en papel marquilla. En la parte más comercial del anuncio, se agitaba el patriotismo de los neogranadinos, afirmando que cualquier norteamericano tiene en su casa una copia del Acta de Independencia de su país[5].
 
El tiraje no debió de ser muy corto pues, en 1853, Cárdenas todavía disponía de copias como para mandar una como presente a la Academia de Historia de Nueva York[6]. Desaparecida el acta original del Cabildo, en el incendio de las Galerías Arrubla (1900), estas copias parisinas adquirieron cierto valor documental. El original de Cárdenas, base de esta edición, también está perdido.
 
 

Elementos decimonónicos del Acta: el escudo nacional y el uso de la conjunción "i" en vez de "y".
Acta de la Revolución del 20 de Julio de 1810 (detalle). Museo de la Universidad del Rosario.

De documento a monumento.

 
Como señalan los expertos[7], cuando Cárdenas copia un acta del Cabildo, añadiéndole las firmas, el escudo y figuras alegóricas con un sentido conmemorativo, estaba convirtiendo un documento en monumento. Proceso reforzado cuando la alegoría se copia de nuevo, con motivo del primer centenario de la Independencia y se consigna en la Urna Centenaria (1910).
 
Entre las copias sobrevivientes que estudió el equipo de conservación de la Universidad Externado de Colombia, está la que pertenece al Museo de la Universidad del Rosario. Además de los procesos ejecutados en Francia, litografiado y acuarelado, presenta “mayor colorido y más trabajo de iluminación que el resto de las litografías”, datos que sugieren un proceso de retoque e iluminación con pigmentos de alta calidad[8].

Apéndice.

Rafael Duque Uribe podría ser la misma persona que inició los estudios de Jurisprudencia en el Colegio del Rosario, en 1832. Aparece matriculado por tres años, pero no sabemos si concluyó o se graduó.

 

[1] El Duende. Bogotá, 2 de agosto de 1846; citado por Castro, D. y otros. (2012). Tras las huellas del Acta de Independencia. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.

[2] Mención honrosa mereció José M. Espinosa, “por su retrato del Libertador trabajado al humo, y en el cual, apesar (sic) de la falta del colorido, se advierte la espresion y semejanza del orijinal”. La misma distinción acordaban a Luis García Hevia “por su hermosa Santa Filomena y el Adan del cuadro del paraiso” y a Máximo Merizalde “por su gracioso grupo copiado de un diseño de Godofredo Mind”. La Sociedad Filantrópica, organizadora de la muestra, en vista de que no había sido muy rica en objetos útiles, recomendaba al Gobierno que la patrocinara, aumentando los premios, y que se celebrara cada cuatro años, “porque siendo lentos los progresos de la industria, preciso es que haya entre una y otra un periodo de tiempo suficiente para juzgar de los avances que en ella se hacen”. La junta estaba compuesta por Antonio M. Silva, Juan M. Arrubla y Luis M. Silvestre. El Constitucional (178), 8-8-1846.

[3] El Día, 17-10-1849, citado por Castro, D. y otros (2012). Es notable que no se refieran a Cárdenas como artista, sino como “empresario”. Simón José Cárdenas (1814-61) nació en Palmira (Valle del Cauca) pero desde joven se radicó en Bogotá. Desde 1841 venía exhibiendo sus trabajos en caligrafía y miniatura. En 1846, colaboró en la fundación de la Academia de Dibujo y Pintura. De filiación conservadora, cuya política defendió escribiendo para El Día, murió en el combate de San Diego, el 18 de julio de 1861. Ortega, C. (1965). Diccionario de artistas en Colombia. Bogotá: Arco.

[4] Fue uno de los últimos trabajos del litógrafo Charles Hancké, quien dejó el taller por la cátedra. Se imprimió en el taller de Lemercier, en algún momento de 1850 (como lo sugieren las fechas de viaje). Charles-Henri Hancké (1808-69), pintor y litógrafo francés, dirigió la casa litográfica de Fromentin, en París, por quince años, la cual se unió al negocio de Lemercier. En 1850, acepta la cátedra de Diseño y de Caligrafía, en su natal Bouxwiller (Bas-Rhin). Revue d’Alsace, 1869, p. 280. Disponible en línea. La necrología señala que, cuando Lemercier adquirió a Fromentin, Hancké se independizó. Podría ser este el periodo en que litografió para Lemercier el Acta de Cárdenas.

[5] Neo-Granadino, 7 de febrero de 1851. Citado por Castro, D. y otros (2012).

[6] El Pasatiempo, abril ? de 1853. Citado por Castro, D. y otros (2012).

[7] Luz G. Sinning, “Entre una alegoría y un escudo, un documento se hace monumento. El facsímil del Cuadro conmemorativo del Acta de la Revolución del 20 de Julio de 1810”, en Castro, D. y otros (2012).

[8] Castro, D. y otros (2012).