Pasar al contenido principal

El retrato de fray Cristóbal de Torres, en el Archivo Histórico

portada

Dos documentos y una foto ayudan a entender parte del recorrido del óleo más famoso del Museo de la Universidad del Rosario.

Del retrato de fray Cristóbal sabemos que está firmado y fechado. Más difícil es reconstruir los desplazamientos que ha tenido, en casi cuatro siglos. Los documentos para hacerlo tampoco son abundantes: no hay constancias de su primera residencia, pues si bien el cuadro es contemporáneo del proyecto del Colegio Mayor, es anterior a su edificación.

Las primeras noticias ciertas demoran hasta finales del siglo XVIII, cuando se levanta el inventario de la capilla. A manera de apéndice, se indican los bienes de la casa rectoral, adjunta al Colegio. Allí, en la sala de consultas, además de la mesa y las sillas, había “una Pintura de nro Fundador vajo de su sitial de razo viejo”. El sitial está reservado a los personajes destacados. En el inventario de 1793, figura un sitial de damasco reservado para la fiesta de la Patrona y otro, con armazón de madera, reservado para los arzobispos; más uno de terciopelo para el santo Cristo. El adorno correspondiente al Fundador ahora es “solio de Damasco carmesi”. Podría tratarse, entonces, de una pieza distinta. En el aula de Filosofía estaba el otro retrato del señor Torres, en compañía del de Felipe IV y otros hijos ilustres del Colegio. Faltando por explorar los archivos del siglo XIX, damos un salto a los inicios del XX, donde una de las primeras fotografías publicadas en la Revista del Rosario [1909: 49] nos muestra el retrato del arzopispo todavía con este baldaquino, distintivo de su alta posición. Ahora está dentro del Claustro, pues el pie de foto pone “Aula Máxima del Colegio del Rosario”[1].

 

Por esta foto de la Revista, sabemos que el Aula estuvo antes en el primer piso del Claustro.

 

El poder del ritual.

Lo que nosotros catalogaríamos de adorno era la forma de presentarse en público el poder. Estas prácticas se originaron en la Iglesia, sabedora de que el ritual tiene la capacidad de hacer existir. Durante la Edad Moderna, la monarquía hispánica adaptó este vocabulario a sus fines. La magnificencia, entonces, no era accesoria sino constitutiva del poder, civil o eclesiástico. En público, estrados y demás elementos contribuían a distinguir y fijar la atención en cierta persona. Habiendo dos potestades en la monarquía hispánica, era natural que se diera la competencia[2].

Esos pleitos de competencia y de ceremonia los tuvo, precisamente, el arzobispo fray Cristóbal de Torres con el presidente de la Audiencia, Martín de Saavedra y Guzmán. Asunto de importancia que llegó a la Corte y que motivó la solidaridad de los jesuitas con el jerarca eclesiástico.

 

Apéndice: ¿Sitial, solio?

No es correcto hablar de “sitial”, definido en el Diccionario de la lengua española como “asiento de ceremonia, especialmente el que usan en actos solemnes ciertas personas constituidas en dignidad”. No se trata de la silla, pues en el inventario de 1793 se indica que el de los arzobispos tenía armazón de madera. Más propio sería “solio”, definido como “asiento con gradas y dosel”. Siguiendo la pista que nos da el Diccionario, vemos que lo que querían decir los inventarios era un “dosel”, definido a su vez como “mueble que a cierta altura cubre o resguarda un altar, sitial, lecho, etc., adelantándose en pabellón horizontal y cayendo por detrás a modo de colgadura”. Si se quiere ser aún más específico, lo llamaríamos “baldaquino”, entendiendo con esta palabra una “especie de dosel o palio hecho de tela de seda o damasco”. Esto último vale la pena solo si recordamos que Baldac fue un nombre medieval de Bagdad, de donde provenían las telas para este tipo de muebles.

 

[1] Un grabado del cuadro, por Rodríguez, apareció en el Papel Periódico Ilustrado (n. 14, 1.o de mayo de 1882, p. 232). Disponible en línea.

[2] Cañeque, A. (2004). De sillas y almohadones o de la naturaleza ritual del poder en la nueva España de los siglos XVI y XVII. Revista de Indias64(232), 609-634.