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La polémica de fray Cristóbal de Torres con los dominicos por la fundación del Rosario. Documentos

Uno de los pocos casos de documentos encaudernados, con indicación de quien regaló el empaste: Antonio González Manrique.

La inauguración del Colegio del Rosario, el 18 de diciembre de 1653, tiene antecedentes e incluso inconvenientes que amenazaron su existencia. Esta es una recapitulación de lo que ocurrió antes de esa histórica fecha.

El proyecto del Colegio del Rosario.

Recién llegado a la silla arzobispal de Santafé (1635), fray Cristóbal de Torres se formó la idea de fundar una institución de educación superior. En comunicación de 10 de junio de 1637, manifiesta al rey: “Cierto, Señor, que sería cosa convenientísima poner las tres Cátedras de Cánones, Leyes y Medicina, que tengo suplicado a V. M.”.  Poco después, al presidir el arzobispo la presentación solemne de la Universidad de Santo Tomás, el 4 de agosto de 1639, y ser testigo de la polémica legal que entablaron los jesuitas a los dominicos por el privilegio de otorgar grados, el señor Torres se afirmó en su plan de fundar una institución que quedara al margen de las disputas entre comunidades religiosas”[1].

 

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Uno de los pocos casos de documentos encaudernados, con indicación de quien regaló el empaste: Antonio González Manrique.

El proyecto echó a andar el primero de abril de 1645, cuando fray Cristóbal de Torres protocolizó la fundación, ante el escribano Tomás Guío Cervelló. El futuro Colegio quedará bajo la dirección de sus hermanos de religión: fray Tomás Navarro y fray Juan del Rosario, como rector y vicerrector, respectivamente. Dicha fundación fue aceptada por el provincial de la Orden, fray Francisco Farfán, el 30 de julio de dicho año. El 11 de septiembre, el arzobispo informa al rey de los avances del proyecto. Por otro lado, y en el mismo mes, le expone su idea a Inocencio X, insistiendo en que los colegiales serían seglares: “Diez teólogos, para seminaristas de curas, diez canonistas y legistas, y diez médicos”. Mientras va adelantando las licencias requeridas de las dos potestades, aquí se encarga de fijar la estructura económica de la institución: un capital que asciende a 150 000 pesos, cuya renta anual sería de unos 5000 pesos. Para encargarse de la personería del Colegio, nombró a los dos citados frailes dominicos y al Dr. Bartolomé de los Ríos y Portillo, el 19 de enero de 1650.

Felipe IV puso en marcha el trámite burocrático, cuando pidió concepto a la Real Audiencia sobre el proyecto del arzobispo, en real cédula de 20 de mayo de 1646. En Roma, mientras tanto, el apoderado de los jesuitas intenta obstaculizar la fundación, vinculándola al viejo pleito con los dominicos. El arzobispo hace una jugada que le garantiza el favor del rey: ofrecerle auxilio económico de 40 000 ducados para las tropas que tenía en Barcelona.

En efecto, el rey otorga licencia de fundación, por real cédula de 31 de diciembre de 1651. Así las cosas, procede el arzobispo a tomar posesión[2] solemne de su Colegio, el 9 de enero de 1653.

 

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El rector Caicedo y Flórez solicita los documentos "para efectos q[u]e me consiernen", pero no se sabe cuáles serían.

La contradicción dominicana.

El desarrollo del proyecto comenzó a peligrar por un hecho ajeno a la previsión de fray Cristóbal de Torres. El 5 de enero de 1651, es elegido provincial de la Orden fray Marcos de Betancur. La idea del nuevo superior era integrar el nuevo Colegio a la Universidad y Convento dominicanos, en abierta contradicción al plan del arzobispo. En este clima agrio se inauguró el Colegio, el 18 de diciembre de 1653: los dominicos exigen tener colegiales propios y el arzobispo no accede, como consta en el documento de fundación.

En este punto, la cuestión no iba a solucionarse amigablemente y daría paso a una extraña polémica entre altos jerarcas de la misma orden religiosa. En el Archivo Histórico, existe una serie de documentos empastados, con el título añadido Últimas escrituras, poder para testar i testamento del Illmo. i reverendisimo señor maestro don Frai Cristobal de Torres etc. El empaste corrió por cuenta del Dr. Antonio González Manrique[3], siendo rector el Dr. Núñez Conto, en 1855. En el primer folio, descriptivo del contenido, se le llama a la colección “testimonio legalizado”, dado por el escribano Joaquín Sánchez, en 24 de enero de 1794. El solicitante era el entonces rector, Fernando Caicedo y Flórez, solicitó “testimonio autentico en bastante forma” de los documentos relacionados con la fundación del Colegio.

Los documentos reunidos son:



Escriptura: documento en que fray Cristóbal de Torres explica el alcance de su donación (ff. 4r-8v). Fecha 15 de enero de 1654.



Contradicion de los PP. de Sto. Domingo (ff. 8v-10r). El mismo día.



Esposicion del Señor Arzobispo (ff. 10r-11r). 16 de enero de 1654.



Escriptura de fundacion y nombramiento de colegiales (ff. 11r-v). 17 de enero de 1654.



Real Cedula (ff. 11v-14r).



Obedecimiento (ff. 14r-15r).



Posecion (ff. 15r-21r).



Escriptura en que declara el Señor Arzobispo las justas causas que tuvo para rebocar la donacion de los empleos de Rector, y Vicerrector hecha en favor de los PP. de Santo Domingo (ff. 21v-).



Nombramiento de Rector perpetuo en el Señor Araque (ff. 28v-31v). Estas dos, en 19 de enero de 1654.

Diligencia de intimacion de la antecedente Escriptura á los PP. de Santo Domingo (ff. 32r-33v). 20 de enero de 1654 (aclara que la diligencia fue el 19).



Contradicion de los PP. á la revocacion antecedente (ff. 34r-37v). 19 de enero de 1654.



Escriptura de ratificacion de la revocatoria (ff. 37v-41r). 20 de enero de 1654.



[...] el Señor Torres las contradiciones de los PP. (ff. 41r-51r). 23 de enero de 1654.

El 9 de febrero de 1654, el provincial Betancur debió abandonar su cargo, que había sido declarado nulo dos años antes por el maestro general de la Orden, fray Juan Bautista de Marinis. Extraña demora, como lo señala fray Alberto Ariza, historiador de la Orden. En todo caso, el hecho debió de dar seguridad a fray Cristóbal de Torres, que se puso a redactar las Constituciones de su Colegio, terminadas el 14 de febrero siguiente.

El nombre del Colegio.

En la Escriptura que otorga fray Cristóbal de Torres (f. 4r, entre otros), el Colegio se llama como se le ha conocido siempre: de Nuestra Señora del Rosario. Con el mismo nombre lo conocían los padres dominicos, en su Contradicion (f. 9v, entre otros). El único que se aparta de este uso es el escribano Salazar Falcón, quien en dos oportunidades lo llama “Colegio Mayor de Señor Santo Thomas” (ff. 16r-v). No es un caso aislado, pues casi dos siglos después, el artista Celestino Figueroa le dirige al Sr. Cañarete, “Rector del Colejio de Santo Tomas de esta Capital”, una cuenta de cobro por dos retratos[4].

 

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La relación del Colegio del Rosario con santo Tomás es natural: en una época, sus alumnos eran "tomistas", en contraposición a los "bartolinos".

La transcripción.

 
Los documentos relacionados con la fundación del Rosario y con el testamento de fray Cristóbal de Torres están digitalizados en nuestro repositorio institucional [aquí]. La transcripción que presentamos no se refiere a la totalidad, sino a la parte referente a la polémica con los dominicos, folios 2-51 [aquí]. Se conserva la ortografía original y se resuelven las abreviaturas.

[1] Ariza, A. (1974). Fray Cristóbal de Torres, O. P. Arzobispo de Santafé de Bogotá, fundador del Colegio Mayor del Rosario. 1573-1654. Bogotá: Kelly. Hemos utilizado el capítulo X: “El Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario”, pp. 76-111.

[2] El documento de posesión está copiado en el folio 14v y ss. Por él sabemos que el Colegio estaba en plena construcción, pues dice “de la casa, y lo demas que está obrado para el Colegio” (f.14v). Luego dirá que son: “Yglecia, Templo, Libreria, camaras, abitaciones, y oficinas” (f.16r).

[3] González Manrique figura como catedrático de Sintaxis latina, ese mismo año.

[4] Blog del archivo Histórico de la Universidad del Rosario. José Celestino Figueroa cobra dos retratos, en 1840.