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El atlas Barrington: cartografía monumental

portada
El año pasado estuvo en Bogotá Richard Talbert. Hoy podemos presumir de que tenemos en las manos una de sus obras, el Barrington Atlas of the Greek and Roman World, premiada como la mejor obra de referencia en Humanidades de la Association of American Publishers (2000). Lo mejor, que pueden venir a consultarlo al Archivo Histórico.

La obra.

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Consta de 99 mapas a color, que abarcan desde Britania hasta la India. Su formato se corresponde con el contenido: 46,4  x 33,7 cm. No es solo eso: más de 70 colaboradores, y otros tantos asesores, trabajaron, a partir de cartas aeronáuticas satelitales, para restituir al paisaje moderno su aspecto antiguo. La obra usa dos escalas: 1:500 000 y 1:1 000 000. Cronológicamente, comprende desde la Grecia arcaica hasta el Imperio tardío.
El Barrington viene a llenar un vacío de más de un siglo: mapear el mundo clásico. El proyecto principió en 1988, bajo la dirección del Dr. Talbert; su costo asciende a los cinco millones de dólares.

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Los antecedentes.

Precursores de este trabajo son, según la Introducción, la obra de William Smith, An Atlas of Ancient Geography Biblical and Classical (1872-4), que se quedó anticuado por los descubrimientos de la arqueología, precisamente desde las fechas de su aparición. Otros editores, que no alcanzaron a ver el fin de la obra, fueron Wilhelm Sieglin y Heinrich Kiepert. El proyecto Tabula Imperii Romani, iniciado en la década de 1920, está nominalmente en desarrollo. E escollo que explica la dilación radica en que cada país suministra la cartografía, más la necesaria edición de materiales.
Así pues, la American Philological Association formó una comisión para estudiar las herramientas de que disponen los estudiosos de la Antigüedad. En el informe, se concluye que, en punto de cartografía, la cosa es lamentable (“utterly disastrous”). Situación anómala y paradójica, como quiera que “there is hardly anything more important to understanding ancient history tan a clear conception of the terrain on which its events took place”. Era hora, pues, de llenar el vacío cartográfico.

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