Pero el mundo ha cambiado y no ha sido brillante el desempeño del país desde el rompimiento del Pacto en 1989. Colombia ha perdido el liderazgo en este “nuevo mundo” del café, caracterizado por mayor competencia y un mercado libre, por variedades múltiples, técnicas alternativas de producción, y mercados de nicho, entre otros. Nuestro país, por ejemplo, no ha participado del dinámico crecimiento del mercado mundial del café robusta, descartándolo deliberadamente como café de exportación por considerarlo de menor calidad; no ha participado en el veloz crecimiento del café natural, otro ganador en la demanda mundial; sólo recientemente ha penetrado el nicho de cafés especiales al que se ha volcado el mercado internacional de alto valor; y hasta 2012 perdió continuamente participación en la producción de cafés arábigos, de cafés suaves, y de café suaves lavados, las variedades en la que el país tradicionalmente se especializó. Los competidores de diversos países nos han ganado espacio vertiginosamente en los mercados de Europa y Japón, y en menor medida en el de los Estados Unidos.
Mientras que en otros países se dieron cambios sustanciales en las tecnologías de producción, recolección y procesamiento, en su composición geográfica y en las formas organizacionales de las firmas cafeteras, en las instituciones y en la regulación de la industria, ello no sucedió en Colombia. El país no se adaptó con agilidad a las nuevas condiciones del mercado y sólo en años recientes ha venido a hacerlo en algunos campos en forma tardía y renuente. La pérdida de supremacía en los mercados internacionales es el resultado de esa dificultad de adaptación, en gran parte explicada por la rigidez de políticas e instituciones que tampoco se han acomodado a la nueva realidad a la velocidad necesaria.
Las exportaciones colombianas del grano pasaron de representar cerca del 18% del mercado internacional a comienzos de los 1990s, al romperse el Pacto Cafetero, a menos del 10% en 2013 (el país exportaría hoy unos 25 millones de sacos si hubiese mantenido la participación inicial). Así mismo esas ventas representaban el 54% de nuestras exportaciones totales en 1971-73 y en los años recientes apenas son el 5%. La demanda mundial por café robusta ha crecido a tasas mucho mayores que la de los cafés arábigas, y los arábigas suaves colombianos han perdido participación frente a otros suaves. En síntesis, Colombia ha disminuido su participación en el mercado mundial del café, en el mercado mundial de cafés arábigas y en el mercado mundial de arábigas lavados. Además, nuestro país ha perdido participación en el valor de las importaciones de los tres mercados más importantes de café en el mundo: Europa, EEUU y Japón. La producción por hectárea ha crecido menos que en el grupo de países exitosos a nivel mundial, y los costos relativos han crecido frente a esos mismos países. Entre los países exitosos se encuentran Brasil y Vietnam, pero también India, Indonesia, Honduras, Nicaragua, y Perú. El café apenas representa hoy 1% del PIB y 3% del empleo total en el país.
En medio de una de las peores crisis del sector, la Misión de Ajuste Institucional de la Caficultura, llevada a cabo en 2002 (Silva, et al., 2002), recomendó una serie de reformas para el sector cafetero de las cuales solo algunas se llevaron a cabo. En ese año aún se pensaba posible llegar a un nuevo acuerdo internacional para elevar y evitar fluctuaciones drásticas en el precio. Se creía que la tasa de cambio nominal del país se devaluaría permanentemente (como en el pasado cuando la inflación era alta) y que los ingresos correspondientes a la contribución cafetera crecerían en el tiempo. Por ello, en esa Misión del 2002 se proponía que el Estado colombiano prestara una ayuda temporal al sector cafetero, que solo debía durar unos pocos años mientras mejoraran las condiciones del mercado. Se creía que eso era posible, a pesar de que también se afirmaba “Es hora de dejar de soñar añoranzas para dedicarse, más bien, a construir la caficultura del futuro. Ningún escenario de política debe prever incrementos de precio internacionales sostenibles por encima de US $1 por libra en el mediano plazo” (Silva, et al., 2002), p.14. Afortunadamente, el precio de los cafés suaves se ha mantenido por encima de 1 dólar desde 2005, y en algunos meses de 2011 alcanzó los 3 dólares; hoy se cotiza por encima de 2 dólares la libra.
Pocas de las proyecciones se cumplieron. El sector cafetero no solo no pudo salir de la crisis sino que ésta se agudizó, al tiempo que caían los ingresos y el monto total de la contribución en pesos corrientes. El Estado, en lugar de ayudar temporalmente a la caficultura, tuvo que incrementar su presencia, financiando incluso programas que tradicionalmente eran financiados con los recursos parafiscales del sector. La cada vez mayor presencia del Estado se refleja en el hecho de que en 2013 el Gobierno desembolsó $ 1.3 billones en el Programa de Ingreso Cafetero (PIC), un valor 10 veces superior al de los apoyos otorgados anualmente entre 2002 y 2010, y equivalente a una tercera parte del precio interno. Si se suman los apoyos, créditos, y subsidios, entregados por el Banco Agrario y Finagro a través del Incentivo para la Capitalización Rural, se alcanzan los 1.5 billones de pesos en apoyos y créditos al sector cafetero. Para tener idea de la magnitud de esta cifra, se trata de un monto similar al del programa Familias en Acción en Colombia. Además, mientras este último programa está focalizado hacia los grupos más pobres de la población, y cubre más de 2.5 millones de familias, el PIC solo cubre 378 mil de las 500 mil familias cafeteras y benefició excesivamente a los cafeteros de ingresos medios y altos: el 10% de los cafeteros se apropió del 60% de ese subsidio.
Ante la descolgada de precios ocurrida en 2011 el sector volvió a entrar en una situación de crisis. Esto ocurrió a pesar de que históricamente los precios no estaban en niveles especialmente bajos. Sin embargo, la crisis vino acompañada de paros y descontento generalizado en el sector. En respuesta a esta coyuntura, el Gobierno expidió el documento CONPES 3763 de marzo de 2013 sugirió crear una nueva Misión de Expertos para analizar la actual situación del sector cafetero, con el propósito de “realizar un análisis profundo e integral de diferentes aspectos del sector a nivel mundial y nacional, y a partir de ello, diseñar un conjunto de políticas públicas y estrategias que permitan enfrentar los problemas estructurales del sector en el ámbito de la producción, comercialización, innovación, generación de valor agregado, gestión de riesgos, aspectos sociales como la generación de empleo e ingresos y por último, el marco institucional del sector. Lo anterior con el objetivo de contribuir al desarrollo sostenible y competitivo de la caficultura colombiana en el mediano y largo plazo”.