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Caficultura en Colombia

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Misión Cafetera >> Antecedentes

Antecedentes

La dinámica de la economía colombiana estuvo asociada a la del sector cafetero durante la mayor parte del Siglo XX y algunos autores consideran que antes de la era del café, Colombia todavía no era una nación, puesto que se encontraba desintegrada regionalmente y con enormes dificultades en comunicación. El café marcó el quiebre entre una economía basada en las mulas, el tabaco y el oro, a otra basada en ferrocarriles y bancos. La producción de café utilizó recursos anteriormente inexplotados y no requirió grandes montos de capital para desarrollarse. El grano ejerció una profunda influencia en la formación cultural del país y dio origen a la obsesión colombiana por la importancia del minifundista, a una marcada aversión al riesgo y al "conservadurismo" en algunas áreas de política económica. El cultivo permitió que la clases medias y altas de las regiones cafeteras adquirieran poder político a nivel nacional y hay quienes incluso han llegado a sugerir que las tasas de nupcialidad y natalidad en el país dependieron en ciertos períodos de los precios del café. El desarrollo de la economía cafetera estuvo estrechamente asociado a la Colonización Antioqueña, a la expansión de la frontera agrícola, a la ampliación del mercado interno y al desarrollo industrial del país.

Importantes instituciones se desarrollaron alrededor del café. La Federación Nacional de Cafeteros (FNC) fue creada en 1927 por iniciativa de los productores y exportadores de café y desde un principio se le dotó con el producto de algunos impuestos a la exportación del grano. Algunos autores han considerado que la FNC se llegó a constituir como “un estado dentro del Estado”, ya que esta institución, al menos parcialmente, pudo garantizar que buena parte del ingreso de los impuestos del café fuese reinvertido en las regiones cultivadoras del grano. Los recursos de estos impuestos ingresaban al Fondo Nacional del Café (FoNC), entidad que jugó un papel central en este andamiaje y desde comienzos de los años 1940s hasta casi finales del S XX. alrededor de este fondo giró incluso la política de estabilización macroeconómica en Colombia.

Colombia fue un actor líder en el mercado cafetero internacional durante mucho tiempo. El arreglo institucional de la FNC-FoNC le permitió al país enfrentar fallas de mercado y posicionar el café colombiano en un segmento de alta calidad, lo cual tenía sentido dadas las características del resto de la oferta y la demanda de aquellos tiempos, cuando el mercado era mucho menos diferenciado y sofisticado que el actual. Este esquema institucional también fue muy efectivo para la administración del sistema de cuotas en la época del Pacto Cafetero.

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Pero el mundo ha cambiado y no ha sido brillante el desempeño del país desde el rompimiento del Pacto en 1989. Colombia ha perdido el liderazgo en este “nuevo mundo” del café, caracterizado por mayor competencia y un mercado libre, por variedades múltiples, técnicas alternativas de producción, y mercados de nicho, entre otros. Nuestro país, por ejemplo, no ha participado del dinámico crecimiento del mercado mundial del café robusta, descartándolo deliberadamente como café de exportación por considerarlo de menor calidad; no ha participado en el veloz crecimiento del café natural, otro ganador en la demanda mundial; sólo recientemente ha penetrado el nicho de cafés especiales al que se ha volcado el mercado internacional de alto valor; y hasta 2012 perdió continuamente participación en la producción de cafés arábigos, de cafés suaves, y de café suaves lavados, las variedades en la que el país tradicionalmente se especializó. Los competidores de diversos países nos han ganado espacio vertiginosamente en los mercados de Europa y Japón, y en menor medida en el de los Estados Unidos.

Mientras que en otros países se dieron cambios sustanciales en las tecnologías de producción, recolección y procesamiento, en su composición geográfica y en las formas organizacionales de las firmas cafeteras, en las instituciones y en la regulación de la industria, ello no sucedió en Colombia. El país no se adaptó con agilidad a las nuevas condiciones del mercado y sólo en años recientes ha venido a hacerlo en algunos campos en forma tardía y renuente. La pérdida de supremacía en los mercados internacionales es el resultado de esa dificultad de adaptación, en gran parte explicada por la rigidez de políticas e instituciones que tampoco se han acomodado a la nueva realidad a la velocidad necesaria.

Las exportaciones colombianas del grano pasaron de representar cerca del 18% del mercado internacional a comienzos de los 1990s, al romperse el Pacto Cafetero, a menos del 10% en 2013 (el país exportaría hoy unos 25 millones de sacos si hubiese mantenido la participación inicial). Así mismo esas ventas representaban el 54% de nuestras exportaciones totales en 1971-73 y en los años recientes apenas son el 5%. La demanda mundial por café robusta ha crecido a tasas mucho mayores que la de los cafés arábigas, y los arábigas suaves colombianos han perdido participación frente a otros suaves. En síntesis, Colombia ha disminuido su participación en el mercado mundial del café, en el mercado mundial de cafés arábigas y en el mercado mundial de arábigas lavados. Además, nuestro país ha perdido participación en el valor de las importaciones de los tres mercados más importantes de café en el mundo: Europa, EEUU y Japón. La producción por hectárea ha crecido menos que en el grupo de países exitosos a nivel mundial, y los costos relativos han crecido frente a esos mismos países. Entre los países exitosos se encuentran Brasil y Vietnam, pero también India, Indonesia, Honduras, Nicaragua, y Perú. El café apenas representa hoy 1% del PIB y 3% del empleo total en el país.

En medio de una de las peores crisis del sector, la Misión de Ajuste Institucional de la Caficultura, llevada a cabo en 2002 (Silva, et al., 2002), recomendó una serie de reformas para el sector cafetero de las cuales solo algunas se llevaron a cabo. En ese año aún se pensaba posible llegar a un nuevo acuerdo internacional para elevar y evitar fluctuaciones drásticas en el precio. Se creía que la tasa de cambio nominal del país se devaluaría permanentemente (como en el pasado cuando la inflación era alta) y que los ingresos correspondientes a la contribución cafetera crecerían en el tiempo. Por ello, en esa Misión del 2002 se proponía que el Estado colombiano prestara una ayuda temporal al sector cafetero, que solo debía durar unos pocos años mientras mejoraran las condiciones del mercado. Se creía que eso era posible, a pesar de que también se afirmaba “Es hora de dejar de soñar añoranzas para dedicarse, más bien, a construir la caficultura del futuro. Ningún escenario de política debe prever incrementos de precio internacionales sostenibles por encima de US $1 por libra en el mediano plazo” (Silva, et al., 2002), p.14. Afortunadamente, el precio de los cafés suaves se ha mantenido por encima de 1 dólar desde 2005, y en algunos meses de 2011 alcanzó los 3 dólares; hoy se cotiza por encima de 2 dólares la libra.

Pocas de las proyecciones se cumplieron. El sector cafetero no solo no pudo salir de la crisis sino que ésta se agudizó, al tiempo que caían los ingresos y el monto total de la contribución en pesos corrientes. El Estado, en lugar de ayudar temporalmente a la caficultura, tuvo que incrementar su presencia, financiando incluso programas que tradicionalmente eran financiados con los recursos parafiscales del sector. La cada vez mayor presencia del Estado se refleja en el hecho de que en 2013 el Gobierno desembolsó $ 1.3 billones en el Programa de Ingreso Cafetero (PIC), un valor 10 veces superior al de los apoyos otorgados anualmente entre 2002 y 2010, y equivalente a una tercera parte del precio interno. Si se suman los apoyos, créditos, y subsidios, entregados por el Banco Agrario y Finagro a través del Incentivo para la Capitalización Rural, se alcanzan los 1.5 billones de pesos en apoyos y créditos al sector cafetero. Para tener idea de la magnitud de esta cifra, se trata de un monto similar al del programa Familias en Acción en Colombia. Además, mientras este último programa está focalizado hacia los grupos más pobres de la población, y cubre más de 2.5 millones de familias, el PIC solo cubre 378 mil de las 500 mil familias cafeteras y benefició excesivamente a los cafeteros de ingresos medios y altos: el 10% de los cafeteros se apropió del 60% de ese subsidio.

Ante la descolgada de precios ocurrida en 2011 el sector volvió a entrar en una situación de crisis. Esto ocurrió a pesar de que históricamente los precios no estaban en niveles especialmente bajos. Sin embargo, la crisis vino acompañada de paros y descontento generalizado en el sector. En respuesta a esta coyuntura, el Gobierno expidió el documento CONPES 3763 de marzo de 2013 sugirió crear una nueva Misión de Expertos para analizar la actual situación del sector cafetero, con el propósito de “realizar un análisis profundo e integral de diferentes aspectos del sector a nivel mundial y nacional, y a partir de ello, diseñar un conjunto de políticas públicas y estrategias que permitan enfrentar los problemas estructurales del sector en el ámbito de la producción, comercialización, innovación, generación de valor agregado, gestión de riesgos, aspectos sociales como la generación de empleo e ingresos y por último, el marco institucional del sector. Lo anterior con el objetivo de contribuir al desarrollo sostenible y competitivo de la caficultura colombiana en el mediano y largo plazo”.

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Juan José Echavarría
Profesor
mision.cafetera@urosario.edu.co

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