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Yonni Cuero

Escuela de  Administración

Llegué a la docencia sin buscarla. Creo que le ha pasado a la gran mayoría, uno se vuelve profesor sin darse cuenta.

Cuéntenos, ¿quién es Yonni Cuero?

Soy oriundo de Cali y allí crecí e hice mi pregrado en Finanzas y Negocios Internacionales; posteriormente, logré una beca para estudiar una Maestría en Economía Internacional en Cuba. Disfruté mucho mis estudios y al mismo tiempo, dado que soy melómano, hacia investigación también en música de Las Antillas.

En La Habana viví casi un año y luego regresé a Cali donde era profesor y daba mis primeros pasos en investigación. Establecí contacto con un profesor en Alemania. En esa época yo estaba buscando hacer el doctorado, particularmente con un enfoque poco conocido que el profesor manejaba y tenía como principal característica, hacer investigaciones en pequeñas y medianas empresas.

Era una discusión poco dada en Colombia y que hoy en día ya es vigente; sin embargo, la investigación en ese momento no era muy profunda.

Estuve diez años en Alemania, a pesar de todas las vicisitudes, algunas veces con financiamiento y otras veces sin recibirlo; saltando matojos para terminar el doctorado como se dice popularmente, lo que me exijo desarrollar mucha más experiencia en investigación y otros temas académicos, sumado a temas reales en empresas.

También tuve experiencias en otros países, como Vietnam, gracias al rol que tenía como investigador y docente.

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¿Qué significa para usted ser profesor de la Universidad del Rosario?

 

He tenido la oportunidad de estar en otras universidades, algunas de ellas europeas y uno pensaría que tienen todo e incluso en instituciones de enorme tradición histórica; un ejemplo de ello es la universidad en la que hice el doctorado, la cual tenía más de 600 años de existencia y uno piensa que de alguna manera “ya lo saben todo”; sin embargo, había carencias para mí, como lo es el tener al ser humano siempre como enfoque.

Cuando empiezo a tener acercamientos con la Universidad del Rosario, inicialmente en el marco de un convenio con la Escuela de Administración empiezo a conocer y entender un poco más de la visión de la Universidad y lo que esto significa, comienzo a reconocer aspectos muy interesantes en su proyección, sus enfoques de enseñanza y la investigación. Un contraste para lo que había visto en Europa.

En alguna ocasión tuve la oportunidad de consultar un documento en línea en el que hablaban del estudiante como el eje central del Rosario, era una infografía muy chévere y en ese momento pensé que era lo que quería como docente y no lo encontraba en otras instituciones.

Siempre quise ser parte de una institución en la que el ser humano fuera el centro. Cuando llegué a la Universidad del Rosario encontré dicho enfoque y un andamiaje completo con el enfoque humanista. Esto se juntaba con un sentimiento de familia también, donde quería estar más cerca de mis padres; ya por su edad yo quería verlos más seguido y disfrutar con ellos la vida.

Me llamó mucho la atención lo que había encontrado; hay que ser claro en algo y es que en muchas ocasiones las instituciones en el papel son divinas y en la realidad son otras. En mi caso, cuando ingresé a la Universidad me encontré con desafíos por resolver, pero también encontré los instrumentos y ambientes para desarrollar mi proyecto de vida y aportar a esos desafíos.

Yo siento que en el Rosario encuentro el acompañamiento necesario; por ejemplo, hay profesionales que me enseñan sobre recursos para la investigación, también puedo ir al CRAI y encontrar un profesional idóneo que me orienta. Puedo tener años de trayectoria como docente, pero en ciertos temas siempre es necesario aprender y reinventarse.


Siento que hoy en día las aulas deben ser espacios colaborativos, siempre preparo mis clases con una visión de trabajo en equipo, en el que entrego conceptos y el estudiante interactúa y retroalimenta dichos conocimientos.


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¿Cómo ha sido su experiencia como docente en el Rosario?

 

Cuando llegué a la Universidad adquirí un nuevo reto porque venía de dictar clases en posgrados, pero aquí me encontré con un perfil de estudiantes con características muy particulares en pregrado, ávidos de conocimientos que preguntan y cuestionan. Considero que el papel de los docentes es importante porque se vuelve un reto exigente y, sobre todo, es necesario preparar de manera exhaustiva las clases.

Ese ejercicio de docencia con ese sentido me ha gustado mucho porque año tras año me siento motivado a actualizar mi método, es por eso que he realizado varios cursos. En el Rosario puedo construir mi propio desarrollo a partir de una ruta que yo diseño de formación profesoral.

He encontrado una generación muy diferente y con necesidades claras. Adicionalmente, tengo acceso a profesionales que me acompañan en mi actualización, además tengo acceso a las herramientas que me han permitido mejorar como profesor. Siento que puedo ser docente y suena ilógica esa frase, pero muchas veces uno es profesor y por el día a día se convierte en algo repetitivo. Aquí he encontrado espacios llenos de recursos para preparar materiales para las clases y aprovechar todo el potencial que ofrece la Universidad para reflexionar sobre nuestro quehacer docente.

Siento que hoy en día las aulas deben ser espacios colaborativos, siempre preparo mis clases con una visión de trabajo en equipo, en el que entrego conceptos y el estudiante interactúa y retroalimenta dichos conocimientos. Ese tipo de vivencias nutren de nuevo mi cátedra para los siguientes semestres, todo esto convierte la experiencia de estar en la Universidad del Rosario en algo muy positivo y dinámico; un verdadero encuentro académico.


Para mí es una responsabilidad acercar a los estudiantes al análisis del contexto colombiano en todos sus aspectos.


¿Qué aspectos han marcado su trayectoria como profesor en la UR?

En la Escuela de Administración encontré a profesores con trayectorias inmensas a quienes respeto y admiro. Es una enorme alegría encontrarme con profesores a quienes consulté en textos; muchos profesores rosaristas han sido mis maestros sin estar en sus clases, todo gracias a sus libros.

Por su parte, la experiencia con los estudiantes ha sido muy dinámica. Al respecto debo mencionar al profesor Sam Ling Gibson, que en paz descanse, quien en una de nuestras conversaciones me aconsejó utilizar música durante las clases y 

la primera vez que lo hice los estudiantes reaccionaron muy diferente, tal vez porque a las siete de la mañana un sábado en la Sede del Emprendimiento y la Innovación el frío es fuerte y  la música cambia por completo el ambiente del salón, incluso nos turnamos con los estudiantes para programarla.

Se convirtió en algo que uso en algunas clases y en ciertos momentos de la sesión, pero ver que con algo tan sencillo el estudiante cambia por completo de actitud es algo enriquecedor.

Por otra parte, estar aquí me ha permitido reactivar mi red de contactos a nivel internacional, quienes reconocen el respaldo institucional que el Rosario me ofrece y gracias a ello se han podido gestionar proyectos de investigación.

¿Cuáles son los logros que considera relevantes en su vida académica?

Siento que el tiempo que he estado aquí ha sido muy intenso y vibrante. Existen menciones u honores que recibo a diario que los voy a guardar para toda la vida y es que me he encontrado con estudiantes que me llaman y me dicen: “profe, lo que estuvimos discutiendo en clase me pasó hoy en la oficina y usé algunas de las herramientas que usted nos compartió”, eso me hace pensar que estoy haciendo algo bien.

Esas son las menciones que considero importantes porque cuando me hacen saber que han estado aplicando en la oficina una dinámica que tuvimos en clase, de una u otra forma esa recompensa que no queda pública, que no queda registrada, que no es en un trofeo, me enriquece.  Todo eso me alienta, es un estímulo, me hace pensar que debo “meterle” más duro porque hay que seguir impactando.

Para mí es una responsabilidad acercar a los estudiantes al análisis del contexto colombiano en todos sus aspectos. He tenido charlas con estudiantes internacionales donde dicen que somos muy afables y amigables, a quienes siempre les digo que es posible sacar provecho de ello en temas como las negociaciones internacionales. Eso también me genera mucha alegría, porque algunos de ellos se han acercado a conversar conmigo porque han escuchado de mí y los métodos que comparto en mis clases.

¿Cuál es su aporte a la universidad y a los estudiantes?

 

Estoy tratando de crear clases diferentes, ya que estoy inmerso en el tema de innovación pedagógica, es decir, dinamizar las clases y vivir lo que se profesa. Mi primer aporte es la respetuosa relación entre estudiantes y docentes, ese es uno de mis enfoques, como profesional antes que profesor o investigador. Quiero contribuir a la institución donde trabajo, hago de eso una vivencia y para ello, tengo que aplicarlo y tratar de ser ejemplo; mal haría si estuviera diciendo que es bueno innovar, pero no lo hiciera.

Finalmente, el segundo aporte es esa realidad de las clases como lo decía antes, por más herramientas o tecnología que usemos, el contenido debe ser de alta calidad, eso es lo que se lleva el estudiante. Debe ser un contenido idóneo al país, utilizo casos de estudio; inicialmente, casos relacionados con multinacionales de otras latitudes en Europa o Norte América, posteriormente de ese caso de estudio trato de poner en discusión un caso colombiano, esto con el fin de acercarlo a la realidad empresarial del país; últimamente, he logrado llevar en mi asignatura a empresarios que generosamente comparten con la academia sus experiencias y necesidades de conocimiento.

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Me inspira tener contacto con el otro, ofrezco el mayor respeto posible a los estudiantes y cuando ellos levantan la mano para dar un aporte, eso es gratificante.


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¿Qué lo inspira a enseñar?

 Llegué a la docencia sin buscarla. Creo que le ha pasado a la gran mayoría, uno se vuelve profesor sin darse cuenta, en mi caso siempre estaba indagando e investigando, llevaba a cabo proyectos con empresas y cuando ingresé al mundo académico empecé a indagar con mayor profundidad, con mayor rigor. 

Dichas indagaciones hicieron que encontrara en la docencia ese camino para entregar lo que había investigado y lo que las experiencias me habían dejado, además se convirtió en un proceso de retroalimentación constante en los encuentros académicos.

Me inspira tener contacto con el otro, ofrezco el mayor respeto posible a los estudiantes y cuando ellos levanta la mano para dar un aporte, eso es gratificante. Finalmente, reinventarme, poder formarme y discutir conceptos actuales que me permiten estar al tanto de hacia dónde va el mundo, esa curiosidad natural que tengo me ha permitido ser feliz como docente.

Yonni Cuero Acosta
Correo: yonnia.cuero@urosario.edu.co

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