Pasar al contenido principal
Ximena Serrano

Corrupción: el dilema del elector

Por:Magda Páez Torres

Foto:Ximena Serrano

Una investigación adelantada en Colombia y en otros países latinoamericanos por un equipo internacional —con participación de la Universidad del Rosario analiza la incidencia de las fuentes de información en la evaluación que los ciudadanos hacen de los políticos corruptos. Otro estudio evidencia que el elector es menos implacable con el clientelismo que con el enriquecimiento ilícito a la hora de votar.

Desde las economías más avanzadas del mundo hasta los países con menores índices de desarrollo, la corrupción ha sido protagonista de grandes escándalos políticos. Los tentáculos de este enorme pulpo han alcanzado el planeta de extremo a extremo, con diversos matices en cada uno de los países.

e acuerdo con el reciente Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2019, de Transparencia Internacional, “más de dos tercios de los países muestran signos de estancamiento o de retrocesos en sus esfuerzos anticorrupción”. Así las cosas, la lucha contra este delito sigue siendo un tema de largo aliento.

Pero, ¿cómo impacta la corrupción en la decisión de los electores? ¿Influye o no a la hora de depositar el voto? Precisamente, la profesora Sandra Botero, de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, se dio a la tarea de estudiar el comportamiento de los votantes en América Latina, a la luz de dos países: Colombia y Argentina. Junto con Laura Gamboa, investigadora de la Universidad de Utah (Estados Unidos); Rodrigo Castro, del CIDE (México); Nara Pavao, de la Universidad Federal de Pernambuco (Brasil), y David Nickerson, de Temple University, (EE. UU.), analizó diferentes perspectivas de esta problemática.

Entre los objetivos estaba entender una paradoja: qué motivaciones llevan a los electores a inclinarse por políticos corruptos y cómo incide el entorno en las decisiones electorales del ciudadano.

Uno de los primeros estudios se llevó a cabo en Colombia, con la finalidad de analizar el papel de las fuentes de información en la decisión del votante, particularmente, la credibilidad e impacto que tenían en el receptor al denunciar corrupción por parte de determinado líder político, y si podían ser determinantes en la definición del voto.

La investigación se realizó explorando los efectos que podrían tener tres fuentes distintas en el ciudadano promedio: un periódico, una ONG y un juzgado. Por medio de encuestas, se le preguntó al ciudadano si votaría por determinado candidato, acusado de prácticas corruptas, variando la fuente de información, en cada caso. La encuesta fue realizada a 801 personas, en cuatro ciudades principales del país: Bogotá, con 313 encuestados; Medellín, con 196; Cali, con 194, y Barranquilla, con 98 personas consultadas.

“Algunos estudios señalaban que la gente votaba por políticos corruptos porque no sabía que eran corruptos, pero otras investigaciones indicaban que lo hacían, inclusive, si uno les daba información de que eran corruptos. Entonces, el trabajo que hicimos para Colombia trataba de solucionar esa inquietud. Partimos de la hipótesis de que, quizá, la gente no confía en la información y, por ello, decidimos averiguar si el originador de la información afecta el voto por políticos corruptos”, expresó la profesora Laura Gamboa.

Las personas que recibieron el perfil del candidato acusado por medio de un periódico estuvieron entre el 10 y el 14 por ciento menos propensas a elegir o a confiar en ese candidato que quienes recibieron la información vía ONG o juzgado. Dicho resultado cobra sentido, si tenemos en cuenta que el 20 por ciento de los encuestados expresó que confía en los periódicos, en comparación con el 11 y el 9 por ciento que creen en el poder judicial y en las ONG, respectivamente.

“Encontramos que la única información que disminuye el voto por el candidato corrupto es la de los periódicos. Es decir, hay mayor credibilidad en esta fuente, porque cuando era el periódico el que transmitía la información, las personas que respondieron la encuesta estaban menos dispuestas a votar por dicho candidato”, explicó la investigadora Sandra Botero.

¿Clientelismo o enriquecimiento ilícito?: caso Argentina

Colombia terminó siendo un detonante de otra investigación, que se realizó posteriormente en Argentina. “Percibimos, después del trabajo de Colombia, que había una especie de hueco, que la gente estaba hablando mucho de que la corrupción importa, pero no teníamos certeza de si importaba que fuera clientelista o que lo estuviera haciendo para enriquecerse, es decir, el tipo de corrupción. Esa fue una pregunta a la que llegamos como fruto de este trabajo”, manifestó Botero.

seccion final

La profesora Sandra Botero, de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario, se dio a la tarea de estudiar el comportamiento de los votantes en América Latina, a la luz de dos países: Colombia y Argentina.

Así las cosas, el siguiente paso fue adelantar un ejercicio metodológicamente similar en Argentina, pero en esta oportunidad la pregunta iba orientada a conocer cuál práctica corrupta era considerada más grave por el votante: el enriquecimiento ilícito o el clientelismo.

Vale señalar que el enriquecimiento ilícito o enriquecimiento privado no justificado hace alusión a la malversación de recursos públicos en beneficio propio, mientras que el clientelismo está relacionado con el ofrecimiento de bienes y servicios, con la condición de votar por el candidato que se los está proporcionando.

Nuevamente se aplicaron encuestas telefónicas, 2.552 en total, divididas en ocho grupos. Esta vez, se presentaron dos candidatos entre las alternativas: uno corrupto, ficticio, presentado de manera atractiva para el ciudadano incluso de su misma ideología o partido y otro menos atractivo de ideología o partido opuesto al del votante, que no había estado involucrado en escándalos de corrupción.

Al elector se le preguntaba, entonces, bajo qué circunstancias estaría dispuesto a votar por el candidato corrupto, teniendo en cuenta que pertenecía a su propio partido y que coincidían en varias visiones.

En ese orden de ideas, los encuestados admitieron mayoritariamente que se verían más inclinados a votar por un candidato clientelista, que por uno acusado de enriquecimiento privado, aunque vale aclarar que repudiaron ambas actuaciones.

seccion final

Posibles votos por candidato corrupto

-44% Clientelismo
-35 Enriquecimiento privado

Credibilidad de las fuentes al denunciar corrupción

-Periódico: 20%
-Juzgado: 11%
-ONG: 9%

Al presentarles la opción entre un candidato limpio y un candidato acusado de enriquecimiento ilícito, solo el 35 por ciento de los encuestados apoyó al copartidista acusado. Sin embargo, cuando se pide elegir entre un candidato honesto y uno involucrado en clientelismo, el 44 por ciento nunca seleccionó al candidato de la oposición.

“En el caso clientelista, muchas veces es la expectativa de que, de pronto, no recibe la plata la persona, directamente, sino que por ponerlo en un ejemplo concreto habrá una mejora de la calle del barrio, la cancha de básquet, algún tipo de recurso de bien común”, dijo la profesora Sandra Botero.

En este sentido, Gamboa agrega: “Creo que el votante perdona la corrupción si ve que algo de esa corrupción le está llegando a él. El cálculo que los votantes están haciendo es: si todos son igual de corruptos, entonces, voy a votar por el que me da beneficios a mí, voy a ignorar el hecho de que son corruptos porque me da lo mismo”.

Es más, un detalle que salió a la luz y que llamó la atención en este estudio es la influencia de la condición social a la hora de debatirse entre las dos prácticas corruptas. Los encuestados con bajo estatus socioeconómico castigaron en mayor proporción el enriquecimiento ilícito que el clientelismo, mientras que los encuestados con alto nivel socioeconómico, castigaron ambas irregularidades por igual.

“Encontramos alguna evidencia de que los encuestados con menor estatus socioeconómico (SES) discriminan más entre ambas fechorías, castigando al clientelismo con menos severidad que el enriquecimiento privado. Por el contrario, los votantes con mayor SES no parecen diferenciar en lo absoluto, castigando a ambos de igual forma. Esta diferenciación no significa que los pobres sean más indulgentes con la corrupción en general, sino que evidencia una actitud hacia un tipo específico de delito, del cual los votantes pobres se beneficiarán más que los ricos”, puntualiza la investigación.

También se encontró que en cierto grado influye la filiación partidista para tomar decisiones de esta índole. Como lo explica la investigadora Laura Gamboa: “La gente está más inclinada a perdonar la corrupción dependiendo el partido, aunque pesa más el tipo de corrupción de la que estamos hablando”.

En esta línea, justamente, profundizó otra investigación realizada también en Argentina, en la cual se evidenció que los votantes castigan más al candidato corrupto cuando la acusación proviene de fuente amigable, es decir, de un medio de comunicación afín a su partido. “El costo percibido de la acusación de una fuente amiga contribuye decisivamente a la credibilidad de la acusación”, reza el estudio. Si bien los estudios de las investigadoras, hasta el momento, se han centrado en Latinoamérica, la profesora Sandra Botero es enfática en aclarar que la corrupción no es exclusiva de esta región del continente, y que con este tipo de investigaciones se busca dar respuestas a algunos interrogantes para abonar el camino de la lucha anticorrupción, que cruza fronteras.

“Queremos tratar de entender qué cosas funcionan un poco mejor en términos de política pública, e intervenciones que pueden dar frutos, como intentar trabajar con los medios de comunicación, que parece ser una buena idea. Uno no puede esperar soluciones de políticas públicas mágicas, que vayan a acabar con el problema de la corrupción, porque no existen ni acá ni en ningún lado, pero sí creo que lo podemos hacer mejor”, sostiene Botero.

Está claro que la corrupción es una, pero a su alrededor convergen un sinnúmero de factores que hacen más complejo su análisis. Por tanto, este tipo de investigaciones ayudan a ir desenredando una madeja larga, plagada de nudos y de matices. Cada paso académico es fundamental para ir resolviendo interrogantes, en aras de entender un panorama que no puede ser resuelto de la noche a la mañana, ni con una sola fórmula.

Un 20 por ciento de los encuestados expresó que confía en los periódicos a la hora de decidir su voto frente a un candidato acusado de corrupción, en comparación con el 11 y el 9 por ciento que confían más en la información proveniente del poder judicial y de las ONG, respectivamente.