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Roberto Arlt y Juan Carlos Onetti: dos precursores del “Boom” latinoamericano

Ismael Iriarte Ramírez

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Durante la primera mitad del siglo xx la literatura en Latinoamérica estuvo marcada por la denominada novela naturalista o de la tierra, en la que los personajes se enfrentaban a una naturaleza exuberante, que resultaba tan bella como hostil.

Sin embargo algunos autores se apartaron de esta tendencia para sembrar las bases de lo que sería la nueva narrativa hispanoamericana. Tal es el caso Roberto Arlt y Juan Carlos Onetti, a quienes a continuación analizaremos a partir de sus cuentos “El jorobadito” (1933) y “Bienvenido Bob” (1944).­­

La lectura de “El jorobadito” de Roberto Arlt evoca de forma inevitable a dos grandes referentes de la literatura universal y latinoamericana. La confesión del asesinato del jorobado Rigoletto que da inicio al relato nos transporta a la declaración de culpabilidad  presente en los prolegómenos de la tortuosa relación de los hechos que desembocaron en la muerte de María Iribarne, objeto de la pasión de Juan Pablo Castel, protagonista de El túnel, insigne novela de Ernesto Sábato.

La otra referencia obligada nos remite a Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski y está relacionada con los motivos que conducen al asesinato, en el caso de Rodión Raskólnikov de la anciana, por considerarla un ser inútil para la sociedad, mientras que en el relato de Arlt, el protagonista y narrador acaba con la vida del jorobado, como un acto necesario y de elemental justicia en razón de su condición despreciable y ruin. Esta influencia que será una tendencia en la narrativa del argentino, da también cuenta de la proyección universal de su obra, rasgo que comparte con el uruguayo Juan Carlos Onetti, que los separa de la novela naturalista y los vincula a la nueva generación de escritores latinoamericanos que daría lugar al fenómeno del “Boom” (Shaw 23).

Otro de los rasgos que alejan la obra de Arlt y Onetti de la de sus antecesores es la naturaleza urbana de sus historias, que en el caso de los relatos analizados resulta más evidente en “Bienvenido Bob”, en el que la trama se desarrolla en bares y fiestas en los que los protagonistas ven pasar su juventud. En lo que se refiere al autor uruguayo estos escenarios cobrarán especial importancia y se convertirán en una prolongación de la derrota de los personajes (Harss 113).

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En poco menos de cien años hemos pasado de la representación de un cuadro gris (tiempos tormentosos, cielo anubado) a un cuadro más gris (anuncio de la hecatombe). Hemos agregado complejidad a la crisis y estamos a punto de comprometer la continuidad de la cultura, como lo afirma Franny Armstrong en su documental The Age of Stupid (1972)[ii]. Hemos pasado de la representación del cuadro La isla de los muertos[iii] de Arnold Böcklin (1883), al cuadro El verdadero cuadro de ‘La isla de los muertos’ de Arnold Böcklin a la hora del Ángelus’ (1932) de Salvador Dalí.

En el primero puede verse una isla rocosa poblada de enormes cipreses, tan hermosos y exuberantes son los árboles representados en esta obra que alcanzan a comunicar la sensación de silencio y reverencia por la naturaleza y por la vida que el autor probablemente se propuso (aunque, como buen simbolista, nunca quiso explicar nada sobre su obra). La vida también cobra presencia por la muerte: un hombre ataviado de blanco va en una pequeña barca llevando hasta la isla el ataúd de otro que ha muerto. En el cuadro de Dalí, pintado 44 años más tarde, ya no hay cipreses, no hay nada. Solo un inmenso cielo azul testigo de la desolación y el silencio. Es la hora del Ángelus en aquella isla rocosa (¿el cabo de Creus, Carteret, Tuvalú, Marshall?). Es la hora de la oración y la esperanza.

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La inevitable claudicación ante la adversidad se convierte en otro de los factores que emparentan la obra de los dos escritores, sin embargo, la forma en la que se materializa esta adversidad adquiere matices diferentes en cada uno de ellos. En el caso Arlt, la predeterminación viene marcada por la lucha de clases y una recurrente crítica al estilo de vida pequeño burgués. “El jorobadito” refleja esta tendencia en aspectos como el noviazgo, que se muestra como un enfrentamiento de poderes en el que la madre de la novia ostenta una posición dominante y tiene en sus manos la facultad de permitir la movilidad social del yerno mediante el casamiento (Waldegaray 237).

El matrimonio a su vez se presenta como una institución opresora, propia de la burguesía y es considerado como “la primera gran derrota del hombre arltiano” (237). No en vano el protagonista y narrador de “El jorobadito” tratará a toda costa de escapar a la condena que este vínculo implica. Esto lo lleva a cometer la transgresión final que representa profanar la casa de su novia y su propia virtud con la presencia del deforme y despreciable Rigoletto. Esta será en muchos casos la forma en la que los personajes del Arlt tratarán de reaccionar ante el orden dominante (238). El anterior es uno de los pilares del universo narrativo del argentino, que logrará la difícil labor de “amalgamar humorismo con auténtico dolor del alma” (Shaw 27).

Por su parte, el destino de los personajes de Juan Carlos Onetti está en buena medida determinado por las edades del hombre. La candidez de la adolescencia, que representa lo bueno, lo hermoso y lo idealista, que en “Bienvenido Bob” puede apreciarse en la levedad y desenfado de Bob, quien sueña con convertirse en un arquitecto para crear una ciudad utópica en Santa María, escenario ficticio con resonancias faulknerianas en el que se desarrolla gran parte de las obra del escritor uruguayo. Esta etapa da lugar a la decadencia de la adultez y la vejez en la que todo lo que era considerado bello y esperanzador queda desterrado por la mediocridad y el olvido (Cervera 60). Esto se pone de manifiesto con la presencia del protagonista del relato devenido en Roberto con el paso de los años y deformado física y espiritualmente.

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A diferencia de los personajes de Arlt, los protagonistas de las historias de Onetti sucumben con resignación ante su destino, renuncian a lo que alguna vez soñaron ser y asumen su propia figura derrotada, reflejada en los ojos de los demás. Tal es el caso del narrador de “Bienvenido Bob”, que no podrá escapar al destino decretado por Bob, quien sentencia su suerte al afirmar que no es digno de casarse con su hermana por la  simple razón de ser viejo. Incluso será incapaz de consumar su venganza, que solo se producirá por acción del inexorable paso del tiempo (Harss 131).

Este breve acercamiento a la obra de Roberto Arlt y Juan Carlos Onetti nos sugiere la existencia de una relación –no necesariamente de pertenencia– con del “Boom” latinoamericano. Ambos autores deben considerarse como precursores del fenómeno literario y comercial, que le fue esquivo al escritor argentino por su prematura muerte en 1942, pero del cual el autor uruguayo pudo disfrutar, aun cuando la mejor etapa de su actividad creadora ya había pasado llegada la década de los 60. La mayor muestra del reconocimiento de este último se encuentra en la obtención del Premio Cervantes en 1980.

Bibliografía
Shaw, Donald Leslie. "Nueva Narrativa Hispanoamericana Boom, Posboom, Posmodernismo."
Salinas, Vicente Cervera. "El infierno de la mediocridad. De Roberto Arlt a Juan Carlos Onetti." Monteagudo 14 (2009): 59-78.
Harss, Luis. Juan Carlos Onetti: o las sombras en la pared. Ed. Sudamerica, 1966.
Waldegaray, Marta Inés. "Ideología de lo cotidiano en la cuentística de Roberto Arlt." Anales de Literatura Hispanoamericana. Vol. 31. No. 2002. 2002.
Arlt, Roberto, Mirta Arlt, and Eduardo Iglesias Brickles. El jorobadito. Vol. 829. Bruguera, 1981.
Onetti, Juan Carlos. Bienvenido, Bob. Voz Viva de América Latina, 1994.