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SANTANDER DURÁN ESCALONA Sentimiento, poesía y sociedad en el canto Vallenato

Jairo Hernán Ortega Ortega, M.D.

SANTANDER DURÁN ESCALONA Sentimiento, poesía y sociedad en el canto Vallenato

En el canto Vallenato, los aspectos del sentimiento, la poesía y la protesta social se identifican y conjugan en un extraordinario personaje: el maestro Santander Durán Escalona.

Es uno de los representantes, vivos, más connotado de los juglares tradicionales; se puede considerar de los padres fundadores de la grandiosa Leyenda Vallenata. Nació en Valledupar el 4 de enero de 1944.

Su padre, Santander Durán Gómez era oriundo de Ciénaga, pero fue criado hasta los 18 años en Aracataca por su tío abuelo el general José Rosario Durán López, ya que su padre, el abuelo del maestro Santander, había viajado a los Estados Unidos y a México; en tierra azteca fue marido de una coronela del ejército de Pancho Villa. El tío abuelo lo lleva a estudiar a Barranquilla y luego se instalan en La Provincia, como se denominaba a la tierra Vallenata y constituía el Magdalena Grande cuyos límites llegaban al río Ranchería en La Guajira. Allí convivió también con su abuelo materno, otro militar, el coronel Clemente Escalona de Labarcé quien combatió en La Guerra de Los Mil Días.

Santander Durán Escalona visitaba en Valledupar a su tío abuelo en segundo grado, el ya mentado coronel Escalona quien contrajo nupcias con Margarita Martínez Daza Celedón, sobrina del obispo Celedón, quien además era poeta, lingüista e investigador, entre otras cosas; en su memoria se erige el famoso Liceo Celedón de Santa Marta. El coronel Clemente tuvo 8 hijos, uno de ellos murió muy joven. Para aclarar un poco las cosas los Durán eran de Ciénaga y los Escalona de Aracataca y para enredar un poco más las cosas el abuelo materno Escalona era tío del abuelo paterno Durán. Algo así como los Buendía de Cien Años de Soledad. El coronel se quedó a vivir en Patillal con su mujer.

Era una familia de extraordinarios narradores orales en cuyas tertulias se escuchaban desde relatos bucólicos hasta cuentos de fantasmas. Siendo inspector de rentas el padre del maestro Durán Escalona se casó en el municipio de La Paz con Abigail Escalona Martínez, hermana del maestro Rafael Calixto Escalona Martínez. Fue el primer matrimonio civil por esa comarca y no solo por eso se constituyó en escándalo sino porque él ya había estado casado y su abuelo, su padre y él eran masones. Por tanto, el cura español franquista de Valledupar no quiso casarlos en el altar. La sociedad consideró todo como un concubinato público.

El padre de nuestro extraordinario músico se hizo empresario de maderas con notable y próspero éxito convirtiéndose en proveedor incluso hasta Aruba. Diseñó un aserradero automatizado y por todas esas tierras cambió las casitas de bahareque por las de cemento, ladrillo, madera y tejas de zinc. A propósito, el capataz del aserradero tenía una hija de nombre Isabel Martínez la cual inspiró el tema del mismo nombre cuya composición se disputan José Antonio Serna y Antonio Llerena, el cual fue interpretado de manera exitosa por los hermanos Zuleta: https://www.youtube.com/watch?v=-kHevj4q9c0
 
Los cinco hijos de Santander y Abigail (Santander, Franklin, Martha, Stella y Leonor) nacieron en Valledupar, pero pronto toda la familia se instaló a vivir a unos 20 kilómetros de esa ciudad, en la zona de Callao, una vereda, a donde se accedía por trochas y caminos de herradura que atravesaban tierras baldías. Los acompañó el tío Nelson Escalona, hermano del compositor Rafael, quien era maestro, político y de inteligencia sagaz; él descubre el poder del alambre de púas   y cercan 600 hectáreas para hacerlas productivas. Las dividen entre los tres iniciando cultivos de algodón. Este cultivo llevó un vertiginoso desarrollo a toda esa región. La finca de los Durán Escalona era un paraíso con piscina, planta eléctrica, hatos de ganado Pardo Suizo y un clima privilegiado. Allí vivieron cuarenta años.

Es en ese bucólico terruño donde crece, física, sentimental y espiritualmente el maestro Santander Durán Escalona, llamado, con cariño, por sus más allegados y por los fanáticos de sus canciones, Santa o maestro Santa. Sus familiares, desde muy pequeño le dieron el apelativo de ´El Pibe´. Se enamoró del campo y de la vida silvestre y ese amor lo llevó a estudiar Agronomía con énfasis en Ecología. El bachillerato lo terminó en Barranquilla, lo cual interrumpía sus vivencias del campo. En esa ciudad era un sano provinciano, sin mayores problemas ni complicaciones y como él lo manifiesta: Salí del Valle a los 14 años, cuando las hormonas están alborotadas y empieza uno a ver la belleza de las niñas y a mirar sus cabellos mecidos por la brisa; fue un duro golpe salir del medio, pero eso tuvo sus ventajas porque llegué donde unos parientes maravillosos. Viví donde Aquiles Escalante, quien estaba casado con una prima de mi papá y era el rector de la Universidad del Atlántico; de profesión Antropólogo. Fue el primero en Colombia en estudiar y escribir sobre el Palenque de San Basilio, además de publicar tres libros sobre cultura negra, pero lo más fantástico que tenía era su biblioteca de la cual me nutrí de las obras completas de Federico García Lorca, empastadas en cuero y con hojas finas como las de las biblias; allí también me conocí con Bécquer y sus poemas, entonces, me puse a hacer versos.

Elaborando versos la genética de sus ancestros contadores de historias y de sus tíos juglares lo impulsó a componer canciones lo cual cuenta de esta manera: En 1960, estando entre los poemas y la música, acompañado por la guitarra, la cual aprendí a ejecutar cuando inicié mis primeros estudios universitarios en Medellín, nació Añoranzas del Cesar debido a la nostalgia por el pueblo natal. Fui quien primero habló del Cesar como región autónoma. Envía la canción a su familia y ellos la difunden con la hermosa voz de su hermana Stella. Al volver a Valledupar los jóvenes la cantaban y los viejos la adoptaron como un emblema que los representaba. Todos sabían la canción y la parrandeaban. Ya era famoso en el Valle. Fue grabada y cantada con mucho sentimiento por Gustavo Gutiérrez Cabello: https://www.youtube.com/watch?v=oPpyIjVjrqM .

Durante su último año de bachillerato, en 1963, se desplazó, de Valledupar a Barranquilla, una comisión para solicitarle al maestro Santa que autorizara que la canción se usara como bastión en la campaña del movimiento que gestaba la creación del Cesar como departamento. Cuenta el maestro: Les contesté que con mucho gusto cedía la canción para tan noble e importante propósito, pero si la cantaba yo. Accedieron y la grabé. Regresaron con 500 discos de 78 RPM. La promoción se hacía en compañía de los furgones que distribuían el café puro Almendra Tropical; en ellos iban encaramados unos altoparlantes y en la cabina el tocadiscos. Se desplazaban por toda la costa caribe y la canción sonaba, a todo timbal, en las plazas de cada pueblo o vereda. La difusión resultó ser una exitosa estrategia publicitaria. Se constituyó en el himno de la creación del departamento del Cesar, para mi honra y la de todo el pueblo Vallenato”.

A su padre no le gustaba el sistema de vida del maestro Escalona y le manifestó a Santander: Con un solo Rafael Escalona en la familia basta. Usted debe hacer una carrera universitaria, cuando la termine puede colgar el diploma y descolgar la guitarra. Inició la Universidad en Medellín, pero le gustó más el programa académico de Agronomía que ofrecía la Universidad del Tolima porque tenía un énfasis más práctico y empezaba a enfatizar en la Ecología, por lo cual se trasladó a Ibagué a continuar sus estudios. Allá terminó su carrera siendo felicitado por el rector, Lord Parga, de 85 años y criador de ganado Pardo Suizo. Nos fuimos a una comida donde ´los costeños´ y luego migramos donde Nacho, quien era miembro de la masonería de Ibagué, cuya casa estaba ubicada subiendo una loma de tres kilómetros; nos tomamos todo el Tapa Roja del mundo y a las 3 de la mañana tuve que bajar la loma cargando la guitarra en un hombro y en el otro a Lord Parga con quien mantuve gran amistad.

Efectivamente, al llegar a Valledupar, colgó el diploma, aunque no del todo, y tomó la guitarra. Para 1971 ya se habían realizado tres Festivales Vallenatos. Le envió a su hermana Stella, para que los cantara, dos temas, acompañada con el acordeón de Alberto Pacheco. A las 7 de la mañana Stella me llamó a decirme que había obtenido el premio a la canción inédita con Lamento Arhuaco. Esta composición la incluyó Consuelo Araújo Molina, La Cacica, en su libro Vallenatología: https://www.youtube.com/watch?v=2gS1JfMgXws
 
Continuó, y aún hoy continua, desempeñándose como Ingeniero Agrónomo y compositor, con mucho respeto por ambas profesiones. Considera la música como un aporte cultural muy importante para su región. Empezó a cultivar en El Balcón del Cesar, cerca de Valledupar, algodón, arroz y palma; desarrolló un laboratorio para cría de insectos benéficos, lo cual en su momento fue controversial. También en Manaure, Cesar, trabajó en iguales aspectos; de allí fue desplazado por la violencia, siendo reconocido como víctima por el estado colombiano, situación que aún litiga.

En el Festival de 1987 gana de nuevo con el tema La Canción del Valor, la cual relata la gesta del cacique Perigallo para mantener su tierra libre del yugo español. Esta canción está sin grabar, es histórico indigenista, lo cual me ha interesado siempre. El cacique Perigallo derrotó a los españoles e incluso, durante tres años, convivió con españoles civiles en su región, respetándoles la vida. Sin embargo, estos terminaron por ahorcarlo.

Para 1999, estando por Villanueva, sembrando cerca a la Serranía del Perijá, concursa con la canción Los Hijos del Café, la cual daban como ganadora todos los que la habían escuchado. Al momento de presentarla, el maestro Santa no pudo llegar a la tarima porque habían cambiado la logística de ingreso en la plaza Alfonso López; se perdió en los vericuetos dispuestos y la tardanza en aparecer en la tarima lo descalificó. Este tema tampoco se ha grabado.

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En el Festival de la Leyenda Vallenata del año 2000 se desquitó al obtener el trofeo a la canción inédita con la composición Cantares de Vaquería, donde relata las faenas de los protagonistas en las labores del campo. Tampoco se ha grabado. Para el Festival del año 2007 se presenta con el tema Entre Cantores, es ganador y obtiene una doble recompensa ya que con esta bella y sentida canción se titula como Rey de Reyes de la canción inédita. Este tema tampoco ha sido grabado por ningún conjunto vallenato profesional: https://www.youtube.com/watch?v=Nc_ZVoqhnQ8

Una composición por la que siente gran afecto es la que denominó Bajo la Luna, la cual fue ganadora en el Festival Internacional de la Canción, en la ciudad de Villavicencio, ya que compitió con otras de aires diversos y contra compositores de otros países. Fue interpretada y grabada por Otto Serge y Rafael Ricardo: https://www.youtube.com/watch?v=IV8FNmMpBL4
 
El maestro Santander también ha sido laureado con premios por su producción literaria y académica. Obtuvo el primer puesto al ser elegido Libro del Año su obra ´La Parranda Vallenata – manual de iniciación para profanos´, en el Encuentro Nacional de Investigación realizado por la Universidad Popular del Cesar.
El maestro Santa se permite referirnos algo de su vida privada: “No soy casado, nunca me he casado, he tenido relaciones muy lindas, ellas son mis grandes amigas, me maman gallo, me hacen reír, me ofrecen su simpatía. Tengo dos hijas, María Eloísa quien ya me hizo abuelo feliz con una nieta que hoy tiene un año y medio; la otra hija es Abby Leonor, tiene 7 años y me da miles de razones para seguir viviendo y componiendo. Se llama Abby en honor a mi madre Abigail. Mi mamá fue Dama Gris de la Cruz Roja, ha sido la más antigua porque hasta sus 98 años de vida fue activa como socorrista, nos inspiró a servir al otro”.

Santander Durán Escalona también es reconocido como rebelde y activista porque algunas de sus composiciones son de denuncia social tales como las ya mencionadas Lamento Arhúaco o La Canción del Valor, que además tienen mensaje de respeto por nuestras culturas indígenas, pero la más publicitada en este aspecto es Las Bananeras. Es la segunda canción que compuse en mi vida, nació antes de Cien Años de Soledad. Mi familia tenía una relación afectiva, a través del general Durán, con el coronel Nicolás Márquez, fueron compañeros de armas en la guerra. Él lo llevó a Aracataca y allá se quedó. Así surge la amistad Márquez - Durán – Escalona. Hubo muchas historias familiares, se contaron muchas cosas.  Con mi padre y mi madre, en vacaciones, nos íbamos de paseo con nuestros cuatro hermanos, íbamos como un trasteo de gitanos a Aracataca, luego a Ciénaga, después por la recién abierta vía a Barranquilla, donde para arribar se atravesaba el río Magdalena en un ferry operado por la ESSO. Esos viajes me enriquecieron con historias de la zona bananera, por Aracataca observé mucha pobreza, nadie sabía qué hacer con los grandes tractores, los cuales guindaban en el aire ya que las llantas se habían vendido para conseguir recursos, sin embargo, no había hambre porque tenían guineo y queso. En esas andanzas conocí a veteranos de la huelga de las bananeras. El día de la masacre, 6 de diciembre de 1928, mi padre se encontraba en Ciénaga. Estando en 5° de bachillerato, cualquier día, surgió la canción. Es considerada como la primera canción protesta del Vallenato, por lo cual la transcribo:
Las bananeras

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Se fueron
se fueron las bananeras.
Explotaron
explotaron la nación.
 
Solo quedan
los recuerdos de otras eras
añoranzas y quimeras
deudas penas y dolor.
 
Porque allá en la zona bananera
allá sufre sin queja
un pueblo soñador (bis).
 
Que nada ganó
al pelear dos guerras
¡Ay solo que hoy
olviden su dolor!
 
Es el pueblo bananero
de abarca y de sombrero
que espera redención
Es el pueblo bananero
de estirpe guerrillero
pilar de la nación.
 
Es el pueblo bananero
alegre y bullanguero
que espera educación.
 
Solo quedan
los recuerdos escondidos
de la cumbia de la gaita
y el tambor.
 
De las balas
conque el pueblo fue abatido
en las plazas y caminos
cuando la huelga estalló.
 
Porque allá
en la zona bananera
allá sufre sin queja
un pueblo soñador (bis).
 
 
Que nada ganó
al pelear dos guerras
¡Ay solo que hoy
olviden su dolor!
 
Es el pueblo bananero
de abarca y de sombrero
que espera redención
Es el pueblo bananero
de estirpe guerrillero
pilar de la nación.
 
Es el pueblo bananero
alegre y bullanguero
que espera educación.
 
https://www.youtube.com/watch?v=oJ7Twsnhg5I

Cuando Gabo fue a Valledupar, Escalona me lo presentó. Me abrazó y me dijo: tú no sabes lo que yo sé de tu obra musical. Seguimos parrandeando en varias ocasiones, incluso en Bogotá. En Valledupar mi casa era la de él, nos visitaba con frecuencia, figura en muchas de las fotografías de los álbumes de la familia. Una de sus canciones de amor de El Pibe es Diosa de la Serranía (…mira cómo se va, mira cómo se va / como se va la noche en la montaña / y con el frío de la mañana llegará / el eco triste de mi canto a tu ventana…), la compuso estando en Roncesvalles, Tolima, en una finca, con romance a bordo. Mi estancia en Ibagué fue muy fructífera, allá también compuse Palabras al Viento y Silencio. Palabras al Viento la escribí estando dormido, soñé la canción y me desperté a coger la guitarra y escribirla. No siempre es tan fácil, a veces hay que romper muchas cuartillas. Silencio fue mi despedida de Ibagué.

Sobre la situación a la que en la actualidad la pandemia por el Covid – 19 ha llevado a los artistas considerala virtualidad en las redes ha sido una ventaja, ya uno puede publicar lo que quiera, ya no hay ´payola´, ahora uno es hasta el mismo productor musical, hace el mercadeo y la promoción cuando el producto está listo. El acceso remoto facilita el lanzamiento, el cual es clave; las cosas se simplifican. La virtualidad les da espacio a los buenos cantautores, pero ojo porque al que es malo la gente lo desconecta.

Acerca de la actualidad y el futuro de la música Vallenata manifiesta un muy buen grupo de cantautores le dimos un gran impulso al folclor desde los 70´s y los 80´s: Rosendo Romero, Sergio Moya Molina, Máximo Movil, Gustavo Gutíérrez Cabello, Rita Fernández, Fernando Meneses y otros noventa del mismo nivel que hemos hecho que nuestra música del Valle de Upar no muera. Sabemos quien es quién en el Vallenato. En cuanto a la música colombiana en general considero que las antiguas disqueras hicieron mucho daño, querían independizarse de quienes los llenamos de plata y es que, por ejemplo, nadie ha compuesto nada como La Piragua, del maestro José Benito Barros. Ahora, no estoy en contra de que los jóvenes adapten sus composiciones a su época y sus vivencias, que su música se acomode a los nuevos tiempos; no podemos pedirle a un joven desplazado de su territorio bucólico a una ciudad fría, con fronteras invisibles, que pasa necesidades y nunca tuvo la oportunidad de gozarse en el campo, por ejemplo, un nido con polluelos, que componga como lo hacíamos o hacemos nosotros. Lo que sí vamos a exigirle es que lo haga bien en lo musical, que se forme en lo literario, que conozca de poesía, que viaje, que explore y, lo más importante, que no pierda sus raíces y que no le ponga Vallenato a lo que no es Vallenato y, por último, que sea auténtico y ético.

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En la actualidad, el maestro Santa, El Pibe, sigue viviendo en Valledupar y extiende una invitación para que lo visiten en Guacaó un lugar donde, con toda su familia, trabajan para que se pueda disfrutar, en vivo, de la música Vallenata tradicional. Él sigue produciendo tanto en lo musical como en lo agronómico; está terminando tres canciones y espera que abran los estudios musicales para grabar y completar un fantástico proyecto en homenaje a Las bananeras. Sigue preparando clases, virtuales, de Ecología e Ingeniería Ambiental para sus alumnos de la Universidad Popular del Cesar. Está cultivando Sacha Inchi, una enredadera amazónica de cuya flor se extrae el aceite virgen más productivo del mundo y se puede utilizar en sustitución a cultivos de coca ya que deja más ganancias; una botella cuesta $75.000, este aceite es rico en ácidos grasos omega 3, 6 y 9. También tiene una cría de tilapias en piscinas de 3.000 metros cúbicos. Durante esta pandemia participó en una convocatoria de la alcaldía de Valledupar para apoyar al sector cultural, creando siete conversatorios cantados sobre música Vallenata, Por si fuera poco, está revisando, ya para edición, el libro Cátedra Ambiental para el Caribe Colombiano enfocado a que los estudiantes de bachillerato conozcan esa zona del país, sus etnias, sus costumbres, su respeto por la tierra y su música. Considera que los jóvenes colombianos tienen una gran responsabilidad ambiental con el país y con sus familias, los invita a conocer y vivir el campo para que aprendan a cuidarlo, también que conozcan las diversas culturas y el sentido de respetar al otro, que se metan en los pueblos, que se formen políticamente para que no coman cuento, no traguen entero y así, de esa manera, aprendan a tomar decisiones responsables sobre el futuro del país.

El maestro Santander Durán Escalona recuerda con cariño, entre sus más de 150 canciones, las que ha creado para sus amigos del alma como El Último Embaucador, la cual compuso al legendario mago Borletti  https://www.youtube.com/watch?v=pbYi-gkzDTw .

Una de sus canciones más famosa y conocida en todo el país y más allá de las fronteras, es Ausencia. Para terminar esta crónica nos cuenta cómo la compuso, porque, aunque es una canción del más puro amor sentimental, no fue un amor quien la inspiró, fue una fiebre. Ausencia fue y ha sido un fenómeno fenomenal. Surgió de un momento de soledad en el Festival Vallenato de 1976. Hice una reacción alérgica y empecé a presentar fiebre por lo cual tuve que recluirme en la casa. A lo lejos y entredormido escuchaba el bullicio de los fuegos artificiales, el ronroneo de los carros, las gentes riendo y cantando y los compases de los acordeones, las cajas y las guacharacas. A medianoche, en inspiración febril, tomé la guitarra y, de manera fabril, empecé a componer. A la una y media de la madrugada quedó lista Ausencia.

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Pensándolo bien considero que esta obra maestra sí fue inspirada por un amor, el amor que le tiene el maestro Santander Durán Escalona al Festival de la Leyenda Vallenata. Esa noche en que no pudo cumplirle la cita le cantó su amor al hecho de no poder compartirlo, ni vivirlo, ni gozarlo; la musa fue la ausencia.  Obra clásica que merece ser plasmada aquí:

Ausencia
Ausencia que me tiene solo

que hasta tu recuerdo se aleja de mí.

nostalgia de mirar tus ojos

de sentir tu cuerpo, de tenerte aquí.

Ausencia que seca mis ojos

que inspira mis versos por ti.

Ausencia que me tiene solo

que hasta tu recuerdo se aleja de mí. (bis)
 


Anoche la luna alumbraba

brillaban las gotas de agua en una flor

anoche mientras yo cantaba

lloraban las notas con que nace un son.

Anoche hasta el cielo lloraba

cayendo goticas de amor

más tarde la luna alumbraba

brillaban las gotas de agua en una flor. (bis)
 


Regresa porque los ausentes

son sombras del alma o sombras de amor

regresa o sólo la muerte

podrá brindar calma a mi corazón

regresa pa' ver lo que sientes

trayendo mi vieja canción.

Regresa porque los ausentes

son sombras del alma o sombras de amor. (bis)
 
https://www.youtube.com/watch?v=ELasmKoHx88

NOTA: Agradezco al maestro Santander Durán Escalona los diversos momentos brindados para las entrevistas que dieron cuerpo a esta crónica, pero, de manera especial, su amistad incondicional para con este cachaco amante de la cultura Vallenata y, en especial, de su música.