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Unión Europea: ¿la llave de la paz?

Mauricio Jaramillo Jassir Profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario @mauricio181212

Unión Europea: ¿la llave de la paz?

Mientras en el mundo ve con terror la operación militar rusa en territorio ucraniano, la Unión Europea (UE) ha sido relegada a un segundo plano a pesar de que su liderazgo puede ser clave, no solo para superar la crisis en el corto plazo, sino para una solución de largo aliento. 

Los vientos de guerra venían soplando desde diciembre de 2021, cuando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, aseguró de que tenía información de inteligencia de la forma como Rusia intentaba una invasión de Ucrania. Para enero del año siguiente, Moscú desplegó unos 120 mil efectivos a la frontera con ese país y en las redes sociales aparecieron imágenes del despliegue que hacían pensar en una confrontación inminente pero evitable. En respuesta algunos países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) respondieron con despliegues para disuadir al gobierno ruso de cualquier acción en territorio ucraniano. En uno de los momentos de máxima tensión tanto Washington como Londres ordenaron la salida de su personal diplomático “no esencial” de Ucrania, acción que hacía prever un eventual conflicto de tipo militar, y ya no solo como un impasse diplomático. A las acusaciones de Estados Unidos se han sumado la de la inteligencia británica que apuntan a que Moscú pretende crear las condiciones para un golpe de Estado en Ucrania, e imponer a un presidente cercano a sus intereses. En concreto se habla de Ievgueni Mouraïev, político ucraniano crítico de Occidente, y que ha desmentido los señalamientos que no han estado acompañados de pruebas.   

Entretanto, Europa a través de su Alto Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, advirtió que, en estos últimos dos años, Europa ha sufrido “el más grave deterioro de su entorno de seguridad, hasta el punto de que estoy convencido de que hoy estamos viviendo el momento más peligroso del periodo post-Guerra Fría”.  Con lo ataques lanzados por Moscú contra territorio ucraniano se confirmaron los peores vaticinios. De manera sorpresiva, Vladimir Putin quien había jugado siempre la carta de que su país jamás había invadido a otro, se ha lanzado en una riesgosa operación militar con consecuencias, aun por determinar, en el futuro margen de maniobra ruso en la zona y en el mundo.

col1im3der Ruenas tras bombardeos - De State Emergency Service of Ukraine - CC BY 4

Las divisiones en el seno de Europa que habían sido común denominador, quedaron a un lado a la hora de sancionar a Rusia y contrarrestar la acción militar con todo tipo de sanciones, algunas de las cuales parecen más un boicot. De manera sorpresiva, la Europa cismada entre paneuropea y euroescéptica parece hallar de golpe un frente común para contrarrestar a Moscú. El vacío de poder dejado por Ángela Merkel parece convertirse tímidamente en una oportunidad para que Francia recupere su protagonismo histórico extraviado en los últimos años de gobiernos poco incidentes en el escenario global.  Emanuel Macron dispone de una oportunidad única e irrepetible para demostrar que París aun tiene credibilidad en el mundo. Francia además ejerce la presidencia de la UE, una coincidencia con la historia reciente de tensiones con Rusia. Precisamente en agosto de 2008 cuando se produjo la intervención en Georgia, la ejercía y para ese entonces Nicolás Sarkozy intentaba desesperadamente demostrar que el liderazgo francés podía encauzar las fuerzas europeas para hacerle contrapeso a la comprobada fuerza rusa en los territorios denominados post-soviéticos. Macron parece tener una mayor interlocución en Rusia y Ucrania, pero se enfrenta a un inconveniente mayor: no dispone de margen de maniobra para entregar garantías a Putin sobre un congelamiento de las fronteras de la OTAN, una de las salidas mas expeditas para la guerra. Tal prerrogativa solo parece estar en manos de Biden que no parece tener compromiso alguno para negociar con Europa su postura frente a Moscú. ¿Entrará Europa, e incluso, Ucrania en esa negociación? O ¿la salida de la guerra la pactarán Moscú y Washington? El peso de Kiev parece cada vez más diezmado y la posibilidad de solución parecer estar únicamente en manos de Estados Unidos por su influencia en la OTAN o en Rusia quien debe decidir hasta dónde lleva las operaciones militares o cuánto puede soportar la inercia económica en medio de semejantes sanciones.  En estos escenarios el rol de Europa puede ser vital, pero parecería secundario al lado de Estados Unidos y Rusia.

Luego de padecer el Brexit, la UE ha gozado de una suerte de renovación pues contrariamente a lo proyectado en 2016, cuando ganó la consulta impulsada por la extrema derecha británica, el temido efecto dominó jamás se produjo. Por el contrario, el Brexit desinfló las expectativas de los partidos que habían convertido el antieuropeísmo en bandera y disuadió a varios Estados que jugaban con esa posibilidad. Ahora bien, en el plano exterior, Europa sigue enfrentando dificultades cuando se trata de tener una voz común y trascendente, lo que la hace vulnerable y dependiente respecto de tensiones y decisiones de terceros, en este caso: Estados Unidos y la OTAN.

Los tímidos intentos de liderazgo de Alemania y Francia hablan de una nueva era en la geopolítica europea en la que la UE intenta poner en práctica las amargas lecciones que ha aprendido en contextos recientes como la Guerra en Irak, la intervención rusa en Georgia, la anexión de Crimea y recientemente, el nacionalismo populista en Estados Unidos y Reino Unido. Esta vez, tiene la oportunidad de participar activamente del desmonte de una guerra inesperada y en medio de la cual asoma peligrosamente la amenaza nuclear. Por eso el principal desafío para la UE parecería neutralizar las ambiciones desmedidas de Rusia y de la OTAN y que, se preserve la racionalidad. Esto evitaría que la tan aparentemente poco probable pero tan temida tercera guerra mundial sea una realidad. A lo largo de la contemporaneidad, la seguridad mundial no había dependido en semejante grado de Europa, por eso, este es el momento más crítico como determinante en más de medio siglo de construcción regional.