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¿Podremos alguna vez conocer la verdad sobre el alma?

Ivanna García Pastrana

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La humanidad ha existido durante trescientos cincuenta mil años. La supervivencia de una especie durante un lapso tan extenso se debe a un proceso de evolución. Desde que el ser humano es consciente de que piensa no ha parado de hacerlo.

La humanidad ha existido durante trescientos cincuenta mil años. La supervivencia de una especie durante un lapso tan extenso se debe a un proceso de evolución. Desde que el ser humano es consciente de que piensa no ha parado de hacerlo. Cogito ergo sum, “pienso, luego existo” como afirmaba René Descartes. Pensar es lo que nos ha mantenido vivos durante tanto tiempo. Tras ayudar a aumentar la calidad de vida y satisfacer necesidades básicas, las pesquisas incluyeron enigmas trascendentales, la mayoría siguen siendo investigados. Descubrir el sentido de la vida, lo que nos espera post mortem y lo verdad sobre la existencia del alma son algunas de las incógnitas que las personas tenemos la necesidad de conocer para estar más cerca del conocimiento absoluto.

Cuanto más se investiga sobre qué le pasa al ser humano como ente pensante y consciente después de la muerte, se encuentran más argumentos para analizar la disputada existencia de una sustancia sempiterna y sus repercusiones en nuestras vidas. Esta incógnita milenaria ha sido sujeto de investigación para muchos estudiosos a lo largo de la historia. La presencia de un elemento infinito el cual prevalece, incluso después de que el cuerpo humano fallece es respaldado por reconocidos miembros del área de las ciencias como el doctor Stuart Hameroff (perteneciente al Departamento de Anestesiología y Psicología de la Universidad de Arizona y director del Centro de los Estudios de Conciencia de la misma institución) y su colega Sir Roger Penrose (físico matemático en la Universidad de Oxford). Ellos fueron quienes descubrieron que el alma está contenida en una estructura de microtúbulos en las células cerebrales.  

Sin embargo, la existencia del alma sigue siendo un tema debatido por la comunidad científica. Como en todos los descubrimientos, se deben realizar estudios y recopilar datos que comprueben la teoría. Aunque a pesar de que se presenten las pruebas, es posible que muchos expertos se opongan o no la acepten totalmente dicha teoría. En una entrevista con María Hervás, periodista de El País Semanal, el reconocido neurocirujano británico Henry Marsh dijo refiriéndose al alma: “No creo que exista, ni tampoco que haya vida después de la muerte. Cuando el cerebro muere, lo hacemos nosotros.” En su libro, Ante todo, no hagas daño, publicado en 2014 el Dr. Marsh manifiesta: “lo que pensamos y sentimos no es más que el movimiento electroquímico de nuestras células nerviosas, las cuales se desvanecen cuando morimos.” Según este argumento, se puede sentir fascinación por el misterio que no logramos entender, incertidumbre por la ausencia de vida después de la muerte e intriga por la máquina perfecta que es el ser humano.

En el documental Through the wormhole (lanzado en el 2010 - narrado y producido por Morgan Freeman), el doctor Hameroff expuso su teoría, afirmando que:

El corazón deja de latir, la sangre deja de fluir, los microtúbulos pierden su estado cuántico. La información cuántica en los microtúbulos no se destruye; no puede ser destruida; simplemente se distribuye y se disipa por el universo. Sería posible que esta información cuántica existiera fuera del cuerpo indefinidamente, como un alma.

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La existencia de este elemento es respaldada por personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte o extracorpóreas. El 20,3% de seiscientos cuarenta y ocho personas encuestadas en el Journal of the Society for Psychical Research atestiguaron que han tenido experiencias fuera de sus cuerpos, por razones racionales, inexplicables o que desconocen. El Dr. Hameroff también explicó en el documental que en caso de que el individuo sea resucitado, la información cuántica volverá a sus microtúbulos y el sujeto asegurará: Tuve una experiencia cercana a la muerte.

El alma es el principio que da forma y organiza el dinamismo vegetativo, sensitivo e intelectual de la vida. En algunas religiones y culturas, es una sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos. Por lo tanto, es lo que determina la vida y por esto hay una mayor probabilidad de que el alma perdure infinitamente a que su existencia se limite a la breve vida humana.

Según Aristóteles, el alma organiza al cuerpo, dándole la posibilidad de realizar acciones vitales, lo cual lo diferencia de un cadáver. Una investigación hecha por la Universidad Estatal de Nueva York y publicada por el Official Journal of the European Resuscitation Council, afirma que la actividad cerebral se mantiene diez minutos después de la muerte y esto es lo que nos hace saber que nos encontramos sin vida. La presencia del alma o el último impulso energético del complejo neuronal ocasionan que un difunto sea consciente de su fallecimiento. Friedrich Nietzsche (filósofo alemán del siglo XIX), afirmaba que el alma es un invento en contra del cuerpo para la negación de la vida del mismo, es decir que el ser humano consigue durante su vida y mediante sus propios medios la inmortalidad del yo sin necesidad del alma. Por otro lado, es posible considerar la postura de que cuando las personas creen en la existencia del alma, suelen concientizarse sobre la importancia de llevar un estilo de vida sano, moralmente correcto y se convierten en integrantes positivos en la sociedad, para conseguir una eternidad bienaventurada.

Acaso actuamos moralmente bien para poder ser premiados al morir o, por el contrario, no creer en algo sempiterno nos hace caer en el libre albedrío y libertinaje? En el primer caso, no tendríamos mérito propio, sino que todo depende de otro, es decir que si existe un ser superior no sabemos si nuestras acciones correctas seran o no remuneradas. En la segunda situación, perderíamos el sentido de la existencia humana y caeríamos en el vano goce terrenal y el trance mundano. Platón pensaba que el cuerpo es la cárcel del alma y, al igual que otros filósofos griegos, es el alma la que nos otorga el raciocinio y la capacidad de pensar. El ser humano no es ser sin alma ni humano sin cuerpo.

En algunas religiones como las abrahámicas; el judaísmo, cristianismo y el islam, se cree en la existencia del alma, por lo que es importante el cuidado de este elemento. Ellos lo consideran como el soplo de vida del cuerpo humano y por lo tanto, su presencia en él es lo que determina el tiempo de vida de esa persona y la integridad del cuerpo. Para los creyentes es necesario seguir y cumplir ciertos dogmas y reglas para garantizar la pureza de su alma y así poder tener una eternidad bienaventurada después de morir. En Colombia, el 79,21% de la población practica el catolicismo, siendo 45,3 millones de bautizados en esta religión según documentos del Vaticano; todo esto propicia que la mayoría de la población crea que el alma prevalece post mortem.

En otras religiones como las indias y las orientales, a excepción del budismo, se cree en la reencarnación, de modo que cuanto más sufra una persona, mejor va a vivir en el próximo cuerpo en el cual reencarne. Al igual que en las religiones abrahámicas, también se deben seguir ciertas normas para que el alma esté en buen estado al momento de que la persona muera. El estilo de vida o religión practicada por una persona es un factor influyente y determinante en las creencias del individuo. Debido a esto, se puede afirmar que, a mayor conexión religiosa con un ser superior, mayor creencia en la existencia del alma.

Desde el comienzo de los tiempos, el ser humano le ha temido a lo desconocido y entra en negación si un nuevo descubrimiento amenaza sus ideas o su estilo de vida. Para la humanidad, la Tierra no era redonda antes de 1492 y la Luna era un gran misterio antes de 1969. Tal vez muchas incógnitas siguen sin respuestas, ya que al descubrir el porqué de los enigmas puede haber diversos desenlaces: te puedes sentir tan satisfecho que adquieres más motivación para realizar y aportar nuevos hallazgos o tan inalcanzable que pierdes el sentido de la existencia. ¿Podremos alguna vez conocer la verdad sobre el alma?

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