Pasar al contenido principal

Lenguajes, mentes e internet

Rodolfo Rodríguez Gómez

Lenguajes, mentes e internet

Las revoluciones no son cosas que pasan todos los días. Si hablamos de revoluciones del lenguaje, tampoco es nada común, es decir, rara vez ocurren en la historia del lenguaje. Hace unos 50 000 años, el lenguaje hablado tuvo sus orígenes. Posteriormente, nació la escritura, hace cerca de 10 000 años. En la actualidad, contemplamos la llegada de un tercer medio: la comunicación mediante ordenadores y herramientas electrónicas, como Internet.

Internet no solo se ha convertido en una revolución tecnológica, también lo ha sido desde el punto de vista lingüístico y cultural. Incluso, desde su arribo, se han venido utilizando términos como cibercultura, ciberlenguaje y ciberlingüística. En cuanto a la lingüística, por  allá  en  los  años  cincuenta,  Noam  Chomsky  fue  el  responsable  de  la  llamada “revolución cognitiva”. Para Chomsky, el lenguaje es una innata capacidad humana, susceptible   de   estudiarse   utilizando   el  método   científico.   Así,   el   lenguaje   es   la manifestación privilegiada de lo que él defiende con ahínco: la naturaleza humana, aquella sin comparación en el reino animal.

La naturaleza humana quizá no es uniforme, es camaleónica, es mimética. Se expresa en muchas de las invenciones humanas, por lo cual, tales creaciones tienen mucho de lo   humano. Precisamente,  algo extremadamente humano es el lenguaje. Esta herramienta permite la cooperación entre individuos, facilita que la sociedad evolucione y que su conocimiento se difunda y se transforme. En otras palabras, el lenguaje es comunicación, y la información que se transmite modifica la entidad receptora, un fenómeno que acontece minuto a minuto en Internet.

En la adaptación evolutiva de la Web, el lenguaje ha fluido por nuevas vías de innovación lingüística. Esto es gracias a que la Web permite diferentes escenarios y en ellos es posible comportarse de manera diversa en el uso del lenguaje. Las salas de chat, por ejemplo, recrean escenarios muy diferentes a los blogs y, por supuesto, es muy diferente escribir en un teclado de computador casero que en el miniteclado de un celular. La innovación lingüística, al mismo tiempo, es el pan de cada día en Internet. Prueba de ello, en especial en la gente más joven, son los llamados emotíconos y el textspeak.
 

El textspeak es uno de los cambios más peculiares en la historia del lenguaje y la Web es cómplice de ello. Su principal característica es utilizar abreviaturas a modo de jeroglífico, combinando letras y utilizando logogramas. Así, por ejemplo en inglés, una palabra como today ha pasado a ser 2day, before se ha convertido en B4 y Are you OK?, ha pasado a ser RUOK? Pero claro, todo esto tiene que ver con las conductas adaptativas del ser humano y cómo Internet es también un nuevo escenario lingüístico. De esta manera, las abreviaturas contienen un valor ergonómico pues, al teclear menos letras, se ahorra tiempo y energía; además del valor social que posee la abreviatura, ya que fortalece las relaciones de comunicación entre personas y grupos.

Siglos atrás, la imprenta modificaba la faz de la tierra. Desde entonces, la vida del ser humano no volvió a ser la misma y el mundo se pudo leer de diferentes maneras. Para nuestros tiempos, Internet simboliza todo lo que para el hombre del siglo XV significó la imprenta: una verdadera revolución. Todas las formas de leer y ver a los otros están en la Web. No obstante, la revolución que representa la Web se ha extendido a límites inimaginables, ha traspasado lo establecido. La mente-cerebro humana, lo que nos hace ser lo que somos, se ha expandido a la dimensión virtual. De esta manera, para los nacidos en esta senda tecnológica, su mente-cerebro real casi que vive amalgamada con su mente- cerebro virtual; por ello es tan difícil “desconectarse”.

La nueva revolución, entonces, es digital. Pero es precisamente una revolución producto de la mente humana, producto de profundas transformaciones en diversas áreas del saber, como la microelectrónica y las telecomunicaciones. Para Manuel Castells, uno de los gurús de la comunicación, lo más interesante de cualquier transformación tecnológica no es lo que los ingenieros dicen que va a pasar, sino lo que la gente hace con ella. De esta manera, somos los seres humanos los que estamos cambiando, no las tecnologías las que nos hacen cambiar.

Estos cambios del mundo virtual de la Web viven alejados de racionalidades perfectas. La experiencia es única para quien vive la Web, dando cabida a muchas vivencias embebidas en un proceso emocional y singular, pero socializador. Múltiples son las racionalidades en el mundo real, pero en el mundo virtual, también. Es por ello que entender cómo está constituida la Web es relativamente fácil. Entender su anatomía, sus partes y sus sistemas, es en cierta medida comprensible. Sin embargo, pensar cómo funciona de manera conjunta, sólida, dinámica y emergente, es otra cosa.

Expertos, como el filósofo Paul Thagard, consideran que el pensamiento es el producto de representaciones mentales y procesos computacionales que operan sobre esas representaciones.  Los estudiosos de la teoría de la mente han coincidido en aquello que simbolizan las representaciones. Ellas nos hacen ser lo que somos, nos hacen humanos.
Pero la Web sí que sabe de representaciones, pues ella misma es una representación. En realidad no existen telarañas mundiales, ni autopistas de información, ni nubes que guardan
archivos, son solo representaciones.

Los investigadores en psicología, inteligencia artificial, neurociencia, lingüística, antropología y filosofía, recurren a distintos métodos para estudiar la mente, como bien lo dice Thagard. La mente, entonces, no es algo que exista per se, sino que es una categoría construida por el ser humano, que da cuenta de su capacidad consciente. El ideal sería que convergieran en una interpretación común de cómo funciona la mente. Pues bien, en el mundo virtual, la Web es ese espacio donde convergen todos aquellos métodos y donde se ponen en práctica. Por supuesto que el estudio de la mente es transdisciplinar y la Web también lo es. En ella confluyen no solo los teóricos, sino que se expresa la verdadera inteligencia artificial como producto de los creadores de contenido.

Lo más interesante de Internet, y particularmente de la Web, es que en ella se conjuga lo individual y lo social. La Web es el punto de comunión de las prácticas e intercambios comunicativos de los individuos que termina con la potenciación de las representaciones sociales. En la misma línea, pensadores como Chomsky consideran que tenemos un  sistema   computacional, que   es   nuestro   cerebro. Está  dividido en subsistemas y muchos procesos son heredados, están codificados en nuestro ADN. Caminar, por ejemplo, es parte del programa innato de los humanos, lo mismo que socializar.

Para el tema en cuestión, lo social es clave. Existe, entonces, una interdependencia entre el funcionamiento mental y la acción humana, y la mente emerge de las interacciones. Las personas interactúan con su medio ambiente, producto de lo cual resultan transformaciones que, a su vez, alterarán las formas en que las personas actúan. Es decir, que nada es independiente, todo es interdependiente. Desde cualquier punto de vista, tanto el lenguaje como la mente, como Internet, tienen un profundo trasfondo de carácter social.  Dicho de otra manera, para explicar la mente es esencial reconocer la relación entre el funcionamiento mental humano y los escenarios culturales, históricos e institucionales de los que ese funcionamiento se nutre8.

En el estudio de la mente, la ciencia cognitiva cuenta con un componente didáctico fundamental, que es el modelo computacional, y la analogía del ordenador. Sin embargo, esto va bien al hablar de procesos personales; pero cuando se aplica a procesos sociales, no es del todo completo. Es claro que los seres humanos nacemos con hambre de interacción social. Incluso, estudios epidemiológicos indican que la soledad no es solo mala para la mente, sino también para el resto del organismo. Hay evidencia de que la soledad es un predictor de morbilidad y mortalidad. Por ello, según John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, cuando se estudia el cerebro social, la computadora no es la metáfora correcta, es Internet, ya que nuestros cerebros están conectados unos a otros.

La Web es, entonces, otro nivel de socialización; una nueva dimensión del acto de socializar. Las formas de interacción en estas nuevas tecnologías han adquirido nuevas formas y han mutado.  Estamos  ante  nuevos  modos  de  relaciones  interpersonales  y  de  organización social. Autores, como Wallace, señalan que el tipo de relaciones sociales que se generan online son equiparables a aquellas que se dan en la vida real10. En el ciberespacio, los individuos también se agrupan por intereses comunes, cobrando protagonismo los foros y las redes online, donde son importantes los vínculos débiles.

Tanto  el  lenguaje  como   la   mente   individual   y  colectiva,  así  como   los  procesos cognoscitivos, la memoria y la creatividad, han llegado a terrenos nunca antes explorados. De hecho, expertos de la teoría de la mente extendida, como Andy Clark, han descrito cuáles son las circunstancias en las que artefactos culturales, incluyendo el lenguaje y los avances tecnológicos, pueden tener una vida cognitiva, al convertirse en una extensión de la mente humana. Ese es el verdadero legado de Alan Turing, que ha cobrado vida en las aplicaciones de la inteligencia artificial. Además, evidentemente la Web es mucho más de lo que representa. Así como se ha desarrollado desde su concepción, la Web es un buen ejemplo de adaptación, interacción y evolución.

Todas las ideas de la inteligencia y la mente extendida aplicadas a Internet son hijas de su tiempo. No son producto de la nada. Esto forma parte de la nueva ciencia cognitiva y esta, a su vez, surge del encuentro de varias disciplinas. Una nueva representación de esta mente extendida es precisamente la Web, un crisol donde confluyen muchos principios de la nueva ciencia cognitiva. En palabras de Clark y Chalmers, quienes postularon la teoría de la mente extendida, muchos procesos mentales están encarnados, embebidos, enactivos y, por supuesto, extendidos a límites que se encuentran mucho más allá del cráneo, es decir, de los
límites físicos de nuestro cuerpo.

Esa mente extendida proyecta los modelos mentales a nuevos entornos, en este caso virtuales. Modelos mentales como los propuestos por Marvin Minsky se adaptan a esos nuevos terrenos creados por el ser humano. Tanto las emociones como el pensamiento reflexivo y deliberativo, así como las reacciones aprendidas e instintivas, son innatas al hombre y lo acompañarán donde quiera que vaya. Para el hombre es imposible escapar de sus emociones y su mente, aquello compuesto por recursos diferentes que no tiene un espacio anatómico. Todos los modelos mentales y todas las mentes posibles pueden tener cabida en diferentes áreas de la inteligencia artificial, e Internet es una tecnología más fuerte cada día en este campo.

Basados en ideas como las de Daniel Dennett, podríamos entonces preguntarnos cómo es la Web tan perfecta hoy en día. Bueno, pues la respuesta es simple: evolucionó. De la misma forma en que los animales y, en general, los microorganismos lo han hecho, la web también ha evolucionado. Sobrepasa con creces el ser una simple red de computadores conectados;  es  parte  de  nuestra  descendencia, como lo afirma Marvin Minsky. La
inteligencia de los ordenadores, según Minsky, alcanzará algún día la inteligencia humana. Tanto en su cognición, y la resolución de problemas, la inteligencia artificial será mejor cada día; por lo cual será de mayor utilidad para la humanidad en todos los campos. En un área virtual donde residen los seres humanos, sus relaciones, sus interacciones, sus redes, sus contactos e incluso su salud, también estarán habitando esa dimensión.

Referencias

1. Crystal,   D.   El   lenguaje,   las   lenguas   e   Internet.   Disponible   aquí
2.   Amigot, M. ¿Es el lenguaje de Internet un lenguaje especifico? Disponible aquí
3.   Colomina,  JJ.  (2004). El  papel  de  la  evolución  en  la  teoría  de  Daniel  Dennett.  Arbor CLXXIV. 247-63.
4.   Castells, M. (2009). Comunicación y poder. Alianza Editorial.
5.   Thagard, P. (2008). La mente. Introducción a las ciencias cognitivas. Katz Editores.
6.   Salgado E. (1996). Pequeña historia de la mente. Revista Costarricense de Psicología. 23:29-37.
7.   Escutia M. Chomsky, la naturaleza humana, el lenguaje y las limitaciones de la ciencia y una propuesta complementaria inspirada en C.S. Lewis. Disponible en http://www.unav.es/cryf/chomskylewis.html.
8.  Wertsch, JV., Álvarez, A., Del Río, P. (1995). Sociocultural studies of mind. New York: Cambridge University Press.
9.   Wanda, C. (2000). Una aproximación histórico cultural a la revolución cognoscitiva de cada al nuevo milenio. 2(8):22-30.
10. Wallace, P. (2001). Psicología de Internet. Barcelona: Editorial Paidós.
11. Pérez,  D.  (2010). Los  límites  de  la  tesis  de  la  mente  extendida:  agencia,  autonomía  y autoridad epistémica. Factótum.
12. Minsky, M. (2010). La máquina de las emociones.  Random House Mondadori.  Bogotá.