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Carmen et error. Ovidio en el cine.

Elkin Saboyá R.

Carmen et error. Ovidio en el cine.

Poesía erótica y un exilio es tal vez lo que acude a la mente al pensar en Publio Ovidio Nasón. De lo primero es muestra destacada su manualito titulado Ars amatoria; de lo segundo, el propio poeta solo nos brinda como causa dos palabras: carmen et error (una poesía y un error). Poesía que de seguro chocaba con la moral de tiempos de Augusto, error que pudo tener que ver con una conspiración contra este, severamente reprimida.

Un galán ovidiano.

Eyes Wide Shut nos depara varias sorpresas, aparte de la famosa espalda de Alice Harford. Acompañando a su esposo a una fiesta, Alice es presa de uno de los galanes. Un tipo maduro, impecablemente vestido, húngaro de nación, que la aborda con la inusual pregunta de si ha leído a Ovidio; específicamente el Arte de amar. Alice es culta y tiene chispa:

–¿No fue el que terminó solo, llorando a moco tendido, en un lugar de clima adverso?

–Pero antes la pasó bien, muy bien.

En fin, Alice no cede al asedio del enamorador panonio (Panonia era provincia cercana al Ponto, donde terminó Ovidio). ¿Culpa del alumno, o del instructor?

Una cartilla para conquistar.

Ovidio dividió su manual, Arte de amar, equitativamente: la mitad (tres libros en total) consiste en consejos para ellos, el resto lo dedica a adiestrarlas a ellas. El propósito queda bien claro en los dos primeros versos: Siquis in hoc artem populo non nouit amandi, / hoc legat et lecto carmine doctus amet (si alguno de este pueblo no conoce el arte de amar, lea esto y ame, adiestrado por la lectura de la obra). El amor debe obedecer a una técnica (arte regendus amor).

Ovidio principia con lo más elemental. Ubicar el objeto de amor (principio, quod amare uelis, reperire labora), sabiendo qué sitios frecuentan las mujeres (el circo, el foro y las fiestas). Aproximándose a la fémina, entablar una conversación general sobre el espectáculo, fingiendo compartir sus gustos. O fingiendo saber de todo, así de historia como de mitología.

Contemplaba, pues, el poeta sulmonense los alardes de erudición; mas no cabe suponer qué pensaría de que alguien aludiera a sus obras para romper el hielo.

Sigamos con la cartilla. La fiesta (conuiuium) brinda un ambiente favorable, si bien debe estarse en guardia de los excesos de bebida: el vino y la oscuridad ofuscan el juicio de las formas (iudicio formae noxque merumque nocent). Recuérdese que Paris decidió el pleito de las diosas a pleno día y en campo abierto (luce deas caeloque Paris spectavit aperto). En todo caso, debe tenerse confianza en el éxito de la cacería (prima tuae menti veniat fiducia, cunctas / posse capi; capies, tu modo tende plagas). Nos exhorta a tentar el terreno, pues sea que rechacen o acepten, las mujeres siempre gustan de ser cortejadas (quae dant quaeque negant, gaudent tamen esse rogatae).

Hace falta tener una buena educación (disce bonas artes, moneo, Romana iuventus), que sirve lo mismo para convencer al juez, al senado o a la doncella (quam populus iudexque gravis lectusque senatus, / tam dabit eloquio victa puella manus). Respecto del vino, nos advierte cuidar que no nos perturbe las facultades mentales (ne iubeant capiti vina nocere tuo), aprovechar la oportunidad para una conversación íntima y buscar el contacto, sea bebiendo en la copa de que bebió (fac primus rapias illius tacta labellis / pocula, quaque bibet parte puella, bibas) o rozando su mano al tomar algo que ella esté probando (et quemcumque cibum digitis libaverit illa, / tu pete, dumque petis, sit tibi tacta manus).

En esto de la audacia del primer contacto, sí que siguió el aventurero panonio al maestro. Logró que Alice bailara con él, pero no que lo acompañara al segundo piso, más íntimo.

Carmen et error, se quejaba Ovidio, lejos de Roma. Otro tanto podía decir el seductor húngaro de la película de Kubrick.

Fotograma de la película: el juego del cazador y la presa.

*Los versos ovidianos son tomados de la edición en línea que ofrece The Latin Library.