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Perspectiva y perplejidad (P&P)

Juan A. Castillo M., Ph. D. Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud

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Esta es una columna inspirada en el trabajo de Yves Jeanneret[1], sobre la importancia de los hechos de la trivialidad, con especial énfasis en la circulación social de los conocimientos. En fin, se trata de ver de cerca las formas de expresión que pretenden un fuerte asidero en las ciencias.
 
 
Una frase antigua dice que si se repite muchas veces una mentira, con el transcurrir del tiempo y el uso, será adoptada como una verdad, a veces irrefutable. También se dice que las ideas, creencias y demás contenidos que circulan en la sociedad, son teóricamente vacías o pobres, justamente por basarse en creencias. Estos dos elementos cuestionan la forma como se comunican y se interpretan hechos, específicamente cuando tocan intereses o preocupaciones comunes. Es decir, algunas veces verdades socialmente aceptadas serán condenadas y, otras veces, creencias sociales serán aceptadas como ciertas.
 
En ello tiene un papel interesante la forma como se usa el lenguaje y, más específicamente, como ciertos términos, ideas o conceptos son situados en momentos específicos, con el fin bien sea de desarrollar o bloquear ciertas creencias. A título de ejemplo, citaré el concepto o noción de “equidad”. Este circula en el conjunto de la sociedad como un anhelo de emparejamiento; es decir, mezcla la oportunidad y la homogeneidad de distribución de un recurso. Al final, todos tenemos algo que nos parece igual, semejante o equivalente al otro. Claro está, este también se difunde como merecimiento; es decir, hay una equivalencia entre lo que se recibe y se entrega. A veces, puede asimilarse a la noción comercial que indica que un negocio es equitativo cuando las partes reciben, en términos de calidad y valor, el equivalente a lo que aportaron.

Ahora, ¿qué sucede si esta noción polisémica se introduce al problema de la salud? A mi juicio, muchas cosas; las cuales se usan a favor o en contra de argumentos de los bandos en discusión. A veces, de un lado se inserta el término equidad en el discurso con referencia a la inconveniencia de usar los recursos de otros; es decir, el costo de una enfermedad catastrófica no sería equitativo para lo demás, ya que un solo miembro de la comunidad consumiría los recursos de todos los demás. El ministro de Salud, Alberto Carrasquilla, lo expresaba recientemente con claridad: “Los costos de tratar a todos los ciudadanos que sufren problemas de salud en un momento dado del tiempo no han hecho sino subir en el mundo entero durante el último par de décadas”; y agrega: “(…) nuestro sistema de salud es un éxito irrefutable en sus logros en materia de cobertura, equidad y calidad del servicio visto por los usuarios”.
 
La controversia se vuelve más  fuerte a favor de este argumento, cuando el ministro declara frente a una decisión de la Corte constitucional: “La Corte Constitucional quiere que todos los colombianos coman langosta”. Ahora, en sentido trivial, que significa equidad; es decir, ¿cómo describir este principio? De una lado, puede adelantarse la hipótesis según la cual equidad es que cada uno tenga derecho a resolver sus problemas de salud, sin importar el costo. No obstante, esta tesis entra en franca contradicción con su sostenibilidad financiera. Tal vez por ello, los sistemas de salud necesitan más de la solidaridad o del subsidio. Efectivamente, es improbable atender plenamente las demandas de atención médica a todos los miembros de una comunidad -según esta lógica, claro está-, ya que los costos superarían las disponibilidades.
 
Hay que recordar que, ante la urgencia por deterioro de la salud, la noción que predomina es la de tiempo, no solo para acceder a las atenciones y cuidados, prioritariamente para tener certezas; es decir para estimar qué tan compleja es mi situación y cómo afecta mi vida cotidianas y, más aun, cómo modifica mis proyectos o expectativas. Y es justamente aquí cuando la noción de equidad cobra fuerza, específicamente a nivel individual y familiar. Es frecuente el recurso a una expresión que circula en la sociedad: “¿por qué ellos sí y yo no?” Es decir, aquí la equidad es más un problema de acceso, de inmediatez de respuesta o, al menos, de atención. 
 
En síntesis, la noción de equidad se utiliza indiferentemente con propósitos diversos; mayormente para indicar solidaridad, en otras ocasiones más para denominar el acceso y en muchas otras para designar igualdad de uso de los recursos.  De hecho, un sistema de base social no se concibe simétrico. Como bien lo señalan los expertos, no es posible que todos contribuyan en la misma proporción; se requiere ayuda, apoyo, subsidio o intervención de un tercero. Por ello, es paradójico hablar de equidad en salud; ya que, por definición, sería darle a cada uno lo que se merece. Y si, en el caso de los sistemas de salud, se toma como referencia el aporte económico individual, pues cada uno tendría lo que merece; es decir, muy poco.


[1] Yves Jeanneret  es profesor de la Universidad del Lille 3, dirige investigaciones sobre la trivialidad de los objetos culturales; es decir, su modo de circulación, de apropiación y de legitimación en la sociedad (comunicación, ciencia, tradición literaria, mensajes cotidianos, discursos mediáticos, los  soportes y formas de la reescritura).