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Humanidad digital y salud

Rodolfo Rodríguez

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Dar clic es una acción rápida, elemental, casi que instintiva. Sin embargo, ese pequeño acto de pulsar un botón está cambiando el mundo a una velocidad nunca antes vista. Desde hace unas décadas, la acción de pulsar la tecla de un dispositivo conectado a una computadora hizo que el mundo girara en un sentido diferente y, de una u otra manera, esto ha llevado a pensar diferente. Es la revolución del clic. Y aunque muchos ejecutan diariamente esta acción en apariencia simple y banal, pocos se percatan del poder descomunal que se desencadena con cada clic; algo que es natural entre los que el profesor Marc Prensky denomina “nativos digitales” [1]. Es claro que, desde hace mucho tiempo, las personas han pulsado botones: la máquina de escribir y las antiguas calculadoras son un ejemplo, pero el acto de pulsar el botón de un invento bautizado como mouse lo cambió todo para siempre.

El mundo actual es, entonces, completamente diferente. Uno donde es transversal la cultura digital, aquella que surge del ciberespacio y que se retroalimenta de las múltiples interacciones con los dispositivos electrónicos e Internet. Pero esa gruesa línea divisoria que algunos demarcaban entre el mundo virtual y el mundo real se ha hecho cada vez más difusa y, hoy, estos mundos opuestos pertenecen, en cierto grado, a una nueva y acoplada dimensión. En este nuevo contexto planetario, lo digital es casi omnipresente. Pero, a diferencia de otras décadas o momentos históricos, donde los aparatos cumplían una función meramente instrumental, revoluciones tecnológicas como Internet y la web representan muchos elementos de la vida misma y, de hecho, son los propios individuos quienes la alimentan, la consumen y la hacen evolucionar.

La omnipresencia de lo digital tiene que ver todo con el área de la salud. En el contexto de la salud 2.0 (contenidos y aplicaciones de salud en la web), si la gente está conectada su salud también lo está [2]. Así, el mundo digital es una extensión o una imagen en espejo de lo que pasa en la vida y en la mente de las personas, y esto se refleja en las búsquedas y las publicaciones de los usuarios. Décadas y siglos atrás, la misión de desentrañar los pensamientos, los hábitos y las inquietudes de los individuos era una tarea con un importante grado de complejidad; pero hoy la gente lo hace de manera libre y espontánea, no solo en redes sociales y otros sitios web, sino también en aplicaciones de mensajería instantánea. De hecho, la mayoría de lo que comparte la persona del común no está bajo algún tipo de código oculto, sino que, por el contrario, es información que se publica tal cual se origina en la mente de los individuos, en la mayoría de situaciones sin ningún tipo de filtro.

Para ciertas áreas de la medicina como la epidemiología y la salud pública, la información obtenida de la web puede ser de incalculable valor. Esto ya se ha demostrado en algunas oportunidades, como durante la epidemia de influenza en 2009. En aquel momento, utilizando palabras clave de las búsquedas de los usuarios, los algoritmos de Google predijeron la epidemia, mucho antes que las instituciones de control de enfermedades de EE. UU., y aportaron información invaluable para los departamentos de salud pública [3]. Este es el verdadero sueño de los programas de detección temprana de ciertos eventos en salud; no obstante, esto recae en dos aspectos esenciales. En primer lugar, se trata de contar con datos masivos y qué mejor que provengan de la verdadera fuente primaria: los mismos usuarios. En segundo lugar, se trata de que esos datos no se obtengan días o semanas después de sucedidos los hechos, como sucede de forma habitual, sino que se cuente con ellos en tiempo real.

En otras épocas, según cuenta la historia, los avances tecnológicos seguían una línea estricta de tiempo. Al menos así quedó plasmado en aquellos antiguos textos escolares, donde la historia se narraba en una estricta secuencia de eventos. Hoy en día, gracias a las innovaciones tecnológicas y a los avances científicos en todas las áreas del saber, muchas de las tecnologías del futuro se saborean al unísono. Por tal motivo, es razonable hablar de un presente-futuro, ya que en la actualidad, más que nunca, es real y palpable la convivencia con tecnologías del futuro cercano y no como en otras épocas, donde algunas de esas innovaciones eran solo parte de la ciencia ficción que alimentaba los guiones de películas de Hollywood.

Una de las tecnologías del presente-futuro es Internet de las cosas. Este es un término acuñado por el británico Kevin Ashton e implica que las cosas cotidianas carguen información

a la web, sin ayuda humana [4]. Este será, a todas luces, un escenario que revolucionará el mundo que conocemos y no falta mucho para ello. De hecho, se predice que, para 2020, cerca de 50 000 millones de objetos estarán conectados [5]. Pero lo más interesante, si las miradas apuntan al sector de la salud, es que esta puede ser una de las principales áreas que puede beneficiarse de ello. Sin ir muy lejos, con la disposición de miles de sensores con tecnología RFID (Radio Frequency Identification) en muchos objetos y dispositivos cotidianos, se podrá obtener información y respuesta temprana en múltiples áreas como la seguridad vial, la salud de los individuos, el monitoreo de la biodiversidad, el control del tráfico, el uso eficiente de la energía, la polución del aire y fuentes hídricas, y muchos otros campos que tienen que ver todo con el área de la salud.

La comunión de lo digital con el sector salud es revolucionaria y prometedora. No es cosa del futuro lejano, pues es evidente en las nuevas herramientas de los modelos de educación para profesionales de la salud (e-learning), en la sistematización de las historias clínicas, en los múltiples software de ayuda diagnóstica para varias especialidades, en nuevas formas de comunicación en la relación médico-paciente, en la protección del medio ambiente al usar nuevas tecnologías para el reporte de paraclínicos, en la telemedicina (teleconsulta, telediagnóstico, etc.), en la robótica quirúrgica, en las apps para el control de la salud, en los wearables o dispositivos para el monitoreo ambulatorio de pacientes, etc. Los ejemplos son muchos y diversos, pero precisamente, estos ejemplos dan cuenta de una nueva realidad, un nuevo paradigma en el marco de la revolución tecnológica digital que despliega un abanico de oportunidades y abre el camino para pensar diferente y repensar el campo de la salud, a fin de recortar el rezago que tiene el sector frente a otras áreas.

Ante un mundo que invoca las ciudades inteligentes, la salud, entonces, también puede ser inteligente. Aquel fenómeno de inteligencia colectiva que brota de la cibercultura y la ciudadanía digital representa un gran aliado para el sector salud y para la toma de decisiones audaces. Por supuesto, esto requiere que mucha gente esté conectada; lo cual ya es una realidad y basta ver las cifras de penetración y apropiación de tecnologías como Internet en sitios geográficos distantes o, incluso, el uso masivo casi epidémico de teléfonos inteligentes.

Ahora bien, la consecuente ciberciudadanía envuelve una significativa apropiación tecnológica, pero también constituye una disminución de esa brecha digital que tanto puede aportar a la salud no solo en cantidad, sino en calidad de datos. De esta manera, con aliados como el mundo digital, la conectividad y la ciencia de los datos, el sector de la salud puede apalancarse no solo para optimizar su ideal de prevención, sino para lograr el plus que representa la anticipación.

Referencias

1. Prensky M. Teaching Digital Natives: Partnering for real learning. Corwin Press; 2010.

2. Christakis NA, Fowler JH. The collective dynamics of smoking in a large social network. N Engl J Med; 2008; 358: 2249-2258.

3. Mayer-Schonberger V, Cukier K. Big data: a revolution that will transform how we live, work, and think. New York: Houghton Mifflin Harcourt; 2013.

4. Zanoni L. Futuro inteligente. Objetos, casas, datos y ciudades: el mundo conectado. Buenos Aires (Argentina): Recursos Editoriales; 2104.

5. Evans D. Internet de las cosas. Cómo la próxima evolución de internet lo cambia todo [internet]. Cisco: 2011. Disponible aquí