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La influencia de Trump en el caótico panorama geopolítico

Clara Inés Chaves Romero

Revista Nova et vetera - Logo

Luego de la debilidad que demostraron los Estados Unidos bajo la administración Obama, el nuevo presidente estadunidense desea concentrarse más en los temas nacionales que en los internacionales, lo cual se vislumbra como un proceso de recesión de la geopolítica durante el año en curso.

Al parecer se percibe un nuevo orden internacional sin un líder global predominante, sin olvidar que con los avances y anexiones que ha realizado Vladimir Putin en la zona de influencia de Rusia, ya se había comenzado a cambiar el mapa geopolítico.

En igual forma, se percibe un escenario conflictivo en el cual se ve el fin del modelo liberal con un incremento del populismo y de la ultraderecha, de tal forma que al percibirse el abandono de Estados Unidos como superpotencia, el escenario internacional resulta convulsionado, generándose conflictos de diversa índole, por ejemplo la nueva política estadunidense “La América Independiente”, que afectará al globo terráqueo y producirá nuevos reacomodamientos en la esfera del poder tanto político, como económico y militar.

La promesa del actual presidente Donald Trump durante su pasada campaña electoral a la presidencia se basó en “volver a hacer grande a América” lo cual tiene sentido y soporte en uno de los valores esenciales del país del tío Sam que es “la independencia”.

Como producto de lo anterior y de los hechos acaecidos en los últimos años en el contexto internacional, algunos consideramos que se gesta el fin del modelo liberal y que aparece la necesidad de replantear una nueva manera de entender la democracia, ante el surgimiento acelerado de la ultraderecha con aires dictatoriales; y otros consideran que estamos ante el debilitamiento de la globalización en sí, y quizás ante una crisis del multilateralismo o del neoliberalismo.

Como en la era de la globalización todo es interdependiente, surgen actores vitales y puntuales en los distintos escenarios de conflicto que vive el mundo, tal es el caso de Turquía en el Medio Oriente, que es una pieza vital en esta confrontación, no solo debido a sus intereses estratégicos y a su sueño de liderazgo y reconquista de su propia historia, con un presidente que no respeta los derechos humanos, que pretende quedarse en el poder, que tiene actitudes dictatoriales y que afronta problemas diversos como el propio terrorismo –particularmente– por parte de ISIS, la inmigración procedente de sus países vecinos, la lucha contra los Kurdos, y su relación especial con la Unión Europea –UE– y la OTAN.

En ese contexto, vemos una UE en crisis que hace esfuerzos por salvar su proyecto integracionista, pero que no ha podido sortear de una manera efectiva la crisis económica que desde el 2008 hasta la fecha ha puesto de manifiesto sus falencias para crear una estrategia que combata el elevado desempleo, la deuda, la inmigración o el auge de los partidos populistas y la extrema derecha, crisis que afronta no sólo en lo económico y lo político; sino también en lo social, lo moral e y lo institucional. Cabe anotar que la mencionada inmigración proviene del África –del norte y subsahariana– así como del Medio Oriente, como resultado de una crisis generada por el capitalismo globalizado.

Se evidencia la proliferación del militarismo y la actitud guerrera en las relaciones internacionales, liderados por Estados Unidos y algunas potencias de la Unión, lo que generó una gran inmigración económica y de refugiados, producto de la inseguridad en países como Siria, Iraq y otros.

Así mismo el racismo, la intolerancia, la pérdida de beneficios sociales, la indiferencia de la clase política a las necesidades y reivindicaciones de sus connacionales, las tendencias autoritarias, la casi nula gestión de algunos países de la Unión frente al tema de los refugiados, y la xenofobia que desea acabar con la multiculturalidad en el viejo continente, son factores que causan un “antieuropeismo” y lo que se conoce como la “Fortaleza Europa”, de tal forma que debilitan los valores humanistas propios de la Unión y su propia cohesión1

Son varios los problemas a resolver, y podría suceder que algunos países de la unión prefieran concentrarse en dar solución a sus temas nacionales, generando dos tendencias importantes: integración europea versus nacionalismo.

De igual forma, la UE tiene retos importantes como la negociación con Gran Bretaña por el triunfo del brexit que permite su salida de la UE, los nuevos rumbos que le impone la política exterior del presidente Trump con respecto a su seguridad regional en su lucha contra ISIS, así como la negociación del “Trasatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) el cual tiene contradictores en los partidos de izquierda europeos, la inmigración que la golpea, el terrorismo exacerbado, y el empoderamiento de la China y la India, así como el fortalecimiento de Rusia, su expansión en la región y su influencia o intromisión en las elecciones de algunos países europeos tales como Francia y Alemania por ejemplo, retos serán un dolor de cabeza en muy diversos aspectos, siendo el plano comercial y el tecnológico dos de los más importantes. Parece ser que Trump fue el detonador de toda una serie de hechos y de factores sociales que darán origen a un nuevo orden internacional en el que ni Colombia, ni ningún país o continente se escaparán de verse afectados de alguna manera.