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¿Tiene razón en algo la posición del Presidente Trump sobre el cambio climático?

Ricardo Andrés Roa-Castellanos

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INTRODUCCIÓN
 
El controversial Presidente Trump ha sido sonoramente vituperado por supuestamente haber retirado a su país del Acuerdo de Paris sobre el Cambio Climático. Sin embargo, literalmente, el presidente de los EE.UU no retiró al país del acuerdo sino que proclamó una “renegociación” del mismo, por considerarlo injurioso para la economía estadounidense[1].
 
Entretanto, Al Gore está editando lo que quiere ser un nuevo “blockbuster” con la segunda parte de “Una verdad inconveniente”, el documental que fue la mejor campaña publicitaria para la presidencia por el partido demócrata, que lanzada en 2006, puso al presidente Obama en la Casa Blanca en 2008, repitiendo periodo en 2012. Allí el documentalista y político demócrata Gore, ha puesto como “malo” a Trump para la segunda parte de la película.
 
En la demagogia política, la verdad incómoda que omite Gore es que la concentración de CO2 atmosférico con la que arriba Obama en 2008 fue de 385 partes por millón (ppm) y que al final entregó su mandato en 2016 con una concentración del gas con crecimiento exponencial de 405 ppm[2].
 
Para tener una comparación: la estable concentración de CO2 atmosférico era la misma (280 ppm) en tiempos de Moisés, Homero, Confucio, Sócrates, Jesucristo, Avicena o Colón. Con los mandatos demócratas consecutivos no se disminuyó. En cambio, tristemente, se catapultó en su producción.
 
Los medios de comunicación curiosamente poco han referido las palabras textuales de la declaración de Trump. Más bien, se ha hecho eco de la interpretación proveniente de medios sesgados políticamente sobre un “retiro total” del pacto internacional. No obstante, esa posición de renegociación es la misma que el gobierno Trump tuvo sobre temas menos publicitados como el NAFTA -el tratado de libre comercio con las demás naciones norteamericanas (México y Canadá)-.
 
Sobra decir, que en el extremista escenario polarizado de verdades a medias que caracteriza la realidad actual, todos debemos andar con pies de plomo sobre el concepto, que eso sí en buena hora señaló Trump: las noticias falsas (“Fake news”), informaciones erróneas virales en redes sociales, producidas por portales apócrifos, los cuales -lamentablemente- han  logrado tener eco en los imaginarios colectivos, medios de comunicación respetables y conceptos populares.
 
Además de la reinante tergiversación en las informaciones noticiosas, ¿Hay algo más en lo que Trump pudiera haber estado medianamente acertado de cara al problema del cambio climático?
 
DEPENDEMOS DEL APARATO PRODUCTIVO
 
A nivel sistémico, las actividades I+D, de desarrollo científico y tecnológico, o la llamada “academia” han sido sectores dependientes en el ámbito económico.
 
Es precisamente en estos sectores donde reside gran parte de la esperanza para la generación de respuestas que puedan desmantelar el Cambio Climático.
 
Para sólo tomar el caso de investigación en el área de “Energías limpias” veamos la primera figura, proveniente de un estudio de la OCDE. Como se puede ver, prácticamente todos los sectores disciplinarios han tenido trabajos de desarrollo en mejoramiento de técnicas que buscan disminuir la emisión de gases:
 

Figura 1. Contribución por sectores de Investigación al campo de la Energías Limpias (Fuente: OCDE, 2011).

Con esto se puede señalar al profundizar en los andamiajes que permiten estas funciones, que bien sea por medio de la investigación realizada en universidades públicas o privadas, la financiación de estos costosos pero indispensables aparatos sociales para el desarrollo de las naciones, depende de la irrigación presupuestaria por vía de impuestos, o de asignación directa a proyectos o unidades de investigación en casos de cooperación o de iniciativas privadas auto-subvencionadas.
 
Lo anterior quiere decir, de una manera u otra, que el sector académico y científico, tanto como las artes y las letras, dependen de “mecenas”. Es decir, de patrocinadores económicos que a su vez dependen de un buen funcionamiento del aparato productivo, economía mejor si es boyante, y los correctos engranajes económicos en las estructuras de mercado.
 
Ahora bien, la misma palabra “mercado” ya ha sido satanizada, estigmatizada, o incluso idolatrada por distintas ideologías oportunistas del Cambio Climático.
 
Lo cierto es que el mercado, como tal, es una simple estructura social de intercambio de bienes que existe desde la antigüedad y que ha posibilitado los desarrollos sociales, pecuniarios y técnicos para avances en la calidad de vida.
 
Pero -nuclearmente- los mercados han posibilitado la supervivencia.
 
Coloquialmente hablando, el sector de la investigación y el desarrollo tecnológico al que muchos pertenecemos, es un sector dependiente-obligado, “parásito” o beneficiario tácito de otros subsistemas sociales, que suele afectarse muy fácilmente, en consecuencia, de las épocas de escasez o “vacas flacas”.
 
El haber convertido el sector productivo en chivo expiatorio por parte de ideologías políticas oportunistas, ha complicado el panorama. De estos sesgos todos debemos emanciparnos estableciendo el norte de la supervivencia.
 
Se necesita un sano y robusto aparato productivo que pase de los trade-offs (Sacrificios) y de las formas inoperantes o susceptibles a la imperante corrupción o saqueo de los dineros públicos recogidos por impuestos o externalidades (pagar para contaminar versión menos eufemística de “quien contamina, paga”) hacia los off-sets (compensaciones) en especie biológica.
 
Es decir, por ejemplo, si se contamina al producir 4,5 Toneladas de CO2 eq, se deben sembrar 213 árboles de gran porte para compensar el daño y absorber el carbono producido[3].
 
El papel gubernamental de las autoridades ambientales bajo este nuevo modelo, entonces tendrá que ser logístico en la adjudicación de terrenos y fiscalizador sobre los cálculos de polución y unidades que deben ser compensados, auditando los sistemas de biorreparación.
 
Mientras, las dinámicas de recambio por ejemplo del parque automotor, público y privado, tiene que ser ayudado institucionalmente por Estado y mercado, para que la velocidad del Cambio Técnico / Tecnológico, fórmula del Nobel de economía, Robert Solow para superar problemas de crecimiento económico, en lo que se viene trabajando, permee más rápidamente en los diversos hábitats humanos con menor polución.
 
Los sectores de la investigación en regímenes totalitarios o dictatoriales, se han visto notoriamente afectados (recuérdese la posición de Lysenko sobre la genética en el régimen de Stalin). En una problemática global como lo es el Cambio Climático, la puerta de la libertad debe estar abierta para el desarrollo de nuevas ideas y los aparatos productivos funcionales para la pronta innovación de lo que ocurre desde sectores basados en la investigación.
 
La protección de su financiación es la carambola a la que ha llegado Trump con su antipático y terco, pero necesario planteamiento.
 
Si se trata de exigir a un país una urgente acción eco-amigable, de acuerdo con recientes estudios, China también debe entrar en la lista de reclamos para un pronto mejorar (Figura 2).
 
Pero más importante, es escuchar y valorar las posiciones de los demás, incluso cuando poco o nada nos agradan los planteamientos de los demás.
 

Figura 2.  Emisiones totales de CO2 por país con corte a 2014.
Fuente: Boden, T.A., Marland, G., and Andres, R.J. (2017). National CO2 Emissions from Fossil-Fuel Burning, Cement Manufacture, and Gas Flaring: 1751-2014, Carbon Dioxide Information Analysis Center, Oak Ridge National Laboratory, U.S. Department of Energy.

 


[1] URL: https://www.theguardian.com/environment/ng-interactive/2017/jun/02/presidents-paris-climate-speech-annotated-trumps-claims-analysed

[2] URL: ftp://aftp.cmdl.noaa.gov/products/trends/co2/co2_annmean_mlo.txt

[3] URL: https://www.quora.com/How-many-trees-do-I-need-to-plant-to-offset-the-carbon-dioxide-released-in-a-flight