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Irán y el delicado equilibrio global

Mauricio Jaramillo Jassir (Profesor de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario)

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Desde su llegada a la presidencia, Donald Trump ha lanzado varios ataques verbales contra algunos países, organizaciones y medios de comunicación. No obstante, en cuanto a sus acciones, el más damnificado hasta el momento es el mundo musulmán, que no solo ha sido objeto de su encendida retórica, sino de acciones concretas que rebasan el plano de los demagógico.
 
Una de las primeras acciones que tomó como mandatario fue la prohibición de la entrada a territorio de Estados Unidos de personas provenientes de 7 países de mayoría musulmana, entre los cuales estaba Irán. Ahora bien, valga decir que esta postura tenía varios antecedentes desde el legislativo y ejecutivo. Trump solo reforzó una política que se venía consolidando, y de la cual Barack Obama hacía parte y es responsable.

En 2014, la Representante republicana a la Cámara Candice Miller (Estado de Michigan) ya había propuesto una normativa con el fin de prevenir la entrada de sospechosos de terrorismo a Estados Unidos. Un año más tarde, cuando se dieron los ataques en París, la propuesta de Miller tomó forma, para hacer más exigentes las normas de entrada de las personas que habían visitado recientemente Irak y Siria. La Representante Miller, insistía en que personas exentas del visado como ciudadanos europeos, podían representar un riesgo para el país, por algunos lazos de ciudadanos de ese continente con el jihadismo.
 
Tal fue el caso de Abdelhamid Abaaoud, de quien se sospecha ser el autor intelectual de los ataques en París en noviembre de 2015. El sospechoso como era ciudadano belga, gozaba de la exención de visa –U.S. Visa Waiver Program[1]-.  Cabe resaltar que la Representante Republicana tenía la presión de su Estado, Michigan, que se había convertido en uno de los puntos de congregación de la comunidad árabe-musulmana, proveniente de Siria e Irak.
 
A finales de 2015, en el Senado se aprobó otra ley por iniciativa de Dianne Feinstein (Demócrata) y Jeff Flake (Conservador) que incluía en esa lista de países, a Irán y a Sudán, p que como Irak y Siria, han sido considerados por el Departamento de Estado, como promotores del terrorismo.

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En 2016, el gobierno de Barack Obama incluyó en la lista de restricciones para la entrada a Estados Unidos,  a personas que hubiesen viajado recientemente a Libia, Somalia y Yemen. Así quedó conformado el grupo de siete países: Irak, Siria, Irán, Sudán, Libia, Somalia y Yemen.
 
El 27 de enero de 2017, Donald Trump firmó la orden ejecutiva 13769, prohibiendo la entrada a Estados Unidos de personas provenientes de esos 7 países durante 90 días, así como de refugiados de los mismos por dicho lapso.
 
No obstante, en febrero de 2017, y por pedido del Fiscal Bob Ferguson, un juez federal de Seattle, suspendió la orden ejecutiva, y ordenó a las aerolíneas permitir el viaje de ciudadanos de tales países a territorio estadounidense. También le exigió al Departamento de Seguridad Nacional, suspender el veto de los 7 países musulmanes.

A pesar de la separación de poderes que ha frenado los abusos de Trump, se ha confirmado una hostilidad expresa frente al mundo musulmán. Aquello ha tenido un efecto en la relación Washington-Teherán. Ante el veto musulmán Irán terminó aplicando el principio de reciprocidad.
 
Pero allí no se detiene todo. En julio de este año, el gobierno de Trump impuso sanciones sobre 18 iraníes de la Guardia revolucionaria por actividades militares reprobadas por Washington. El gobierno de Hassan Rohani criticó la medida, anunció medidas de retorsión, y contempla la posibilidad de retirarse del pacto nuclear que había logrado Barack Obama, junto con el resto de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas más Alemania.

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Este anuncio prende las alarmas, sobre la retórica belicista a la que constantemente apela el presidente estadounidense, y que puede tener efectos nefastos sobre la estabilidad en regiones como el Medio Oriente, el Noreste Asiático e incluso América Latina.  Aún no se ha resulto el espinoso tema nuclear en Corea del Norte, cuando el Departamento de Estado liderado torpemente por su presidente, pone en seria situación de riesgo, un acuerdo al que fue muy difícil llegar con Irán.

La situación pone en evidencia, además, que aunque en los últimos años se hable del peso de otra potencias en la solución de complejos temas, y entre ellos, el nuclear, la hegemonía de Estados Unidos, deja poco margen de acción para terceros. En pocos meses, el Presidente de Estados Unidos ha sido capaz de poner en entredicho el esfuerzo de 5 poderosas naciones que siguen apoyando tal principio de solución (Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania). Craso error el que comete Donald Trump por ignorar la relevancia invaluable de Irán en la estabilidad regional. Desde que se aliviaron las tensiones en 2015, Teherán bajo el gobierno moderado de Rohani desempeñó un papel fundamental en la contención del Estado Islámico, la reconstrucción de Irak y sentó un prometedor antecedente para resolver futuros problemas ligados a la producción de energía nuclear. Hoy todo se encuentra en suspenso.

[1] Este programa permite a ciudadanos con nacionalidades de bajas tasas de migración irregular entrar sin visa a Estados Unidos por un periodo de 90 días.