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De cómo las guerras hicieron el bien

Jairo Hernán Ortega Ortega, MD

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Gran paradoja, quién lo creyera, pero la violencia de las guerras también ha traído bien a la humanidad. Es como si fuera una compensación divina ante el desastre, la desolación y la muerte que conllevan las batallas destructivas entre los seres humanos.

Pregunta para legos y profanos: ¿En qué momento, de la historia de la humanidad, surge la violencia?...en el fondo, y también en la superficie, la repuesta es muy sencilla: la violencia aparece en la humanidad, desde el mismo momento en que el ser humano surge en la faz de la tierra; lamentablemente.

No es sino imaginarse a un peludo habitante prehistórico, cubierto de pieles animales, armado de una filosa piedra, para atacar o defenderse, estrellándola contra el cráneo de su contrincante.

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Fuente: Papiro de Ebers - Dominio Público

La violencia, de manera tribal, se traduce en guerras. La guerra por la supervivencia, por el territorio, por la supremacía, por el poder, por la conquista, por la riqueza, por la expansión, por la política, por el dominio, etc. El hombre siempre ha buscado, y encontrado, una excusa o justificación para agredir a sus semejantes.

Sin embargo, aunque nada avale una guerra, estos conflictos, en su desarrollo y sofisticación, han ido a la par de adelantos técnicos, tecnológicos y científicos. Muchos de ellos relacionados con el transporte, la tecnología y la medicina. En la medicina, de manera muy especial, en lo relacionado con el Trauma.

En el papiro de Ebers (1550 a. C), considerado uno de los tratados más antiguos de la medicina, hay descripciones sobre cómo tratar y drenar los hematomas secundarios a los traumas corto contundentes.

El papiro de Edwin Smith, que data del año 1600 a.C, se compone de 48 historias clínicas quirúrgicas; es un manual de cirugía traumática, enfocado al manejo del Trauma Cráneo Encefálico.

En el Egipto antiguo descollaron las indicaciones del cirujano Sushutra Samitra, quien además resaltaba la importancia de correlacionar la teoría con la práctica.

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Fuente: Ambroise Paré - Dominio Público

El padre de la medicina moderna, Ambroise Paré (1509 - 1590), fue cirujano de guerra de los ejércitos franceses. Demostró, entre otras mejoras, en forma concluyente, la superioridad de la aplicación de la trementina y el agua tibia de rosas, en lugar del aceite hirviente que se venía usando, sobre las heridas de guerra. Así lo escuché, expresado con emoción y sapiencia, de los labios del Dr. Juan Mendoza Vega, nuestro admirable profesor de Historia de la Medicina, fallecido recientemente.

En las Guerras Napoleónicas (1804 - 1815), aparecieron “las ambulancias voladoras”. Utilizadas por los ejércitos Napoleónicos; eran tiradas por caballos y atendidas por equipos médicos. Fueron diseñadas por Larrey. Tenían colchones de pelo de caballo y las paredes del carro estaban parcialmente acolchadas a lado y lado; estaban dotadas de bolsillos que contenían instrumental y medicinas. Esto configura un aporte a lo que en la actualidad llamamos Atención Prehospitalaria.

Uno de los cirujanos más connotados de finales del siglo XIX, el Dr, Theodor Billroth, hacia 1883 sentenció: “…el cirujano que intentara suturar el corazón, perderá el respeto de sus colegas…”. Lo anterior, debido a la suprema autoridad que el Dr. Billroth tenía dentro del gremio galénico, ponía en camisa de fuerza a los médicos que quisieran tratar pacientes con heridas de corazón. Sin embargo, como en todas las ciencias y avances de la humanidad, existen quienes rompen paradigmas; fue así como el Profesor Dr. Ludwig Rehn, en 1896, en Frankfurt am Main, suturó una herida del ventrículo derecho logrando la supervivencia del paciente. Lo documentó en un artículo que publicó: “Ueber penetrirende Herzwunden und Herznaht”.

La Primera Guerra Mundial (1914 - 1918) fue como un nuevo comienzo para la medicina. Constituyó una etapa crucial en la evolución quirúrgica del tratamiento de heridas de guerra. Se diferenciaron y clasificaron y se utilizaron métodos para desinfectar. Las fracturas empezaron a fijarse con placas, clavos, y cerclajes con hilos metálicos. Los colgajos se idearon para cubrir áreas cruentas de tejidos expuestos.

Ya para la Segunda Guerra Mundial (1939 - 1945) se conceptuó que el trauma se debía tratar lo más rápido posible, además de evacuar al herido. Surgió la aplicación de líquidos endovenosos. Charles Drew implementó programas para recolección de sangre para transfusiones en el campo de batalla. El desbridamiento y limpieza de heridas eran de rutina, al igual que la irrigación y limpieza de las heridas.

En la Guerra de Corea (1950 - 1953), se puso de manifiesto la atención precoz, adecuada y rápida seguida de la evacuación temprana de los heridos. Debutaron los buques hospital con equipo humano y tecnológico. Se utilizó por primera vez el plástico como envase para líquidos, sangre y hemoderivados. Se empezaron a estudiar, investigar y documentar los defectos de coagulación intravascular y la insuficiencia renal aguda. Cabe mencionar que nuestro país participó en dicho conflicto con el Batallón Colombia, siendo connotado y heroico su accionar por lo cual Corea vive eternamente agradecida con nuestros soldados y en general con cualquier colombiano.

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Fuente: Papiro de Edwin Smith - Dominio Público

Entre 1956 y 1975 se desarrolló la Guerra de Vietnam. Allí se preconizó con más fuerza la reanimación oportuna y adecuada de los pacientes y se conformaron equipos de Cirugía estructurados y conformados por especialistas; cirujanos entrenados (de esas experiencias surgieron, posteriormente, series de televisión como M.A.S.H.). Aportes esenciales para el trauma fueron la monitorización de la Presión Venosa Central, implantación de sondas vesicales, avances en el análisis de presiones de oxígeno y se estudió y describió el Síndrome de Dificultad Respiratoria del Adulto (SDRA).

La sanidad militar francesa no estaba preparada para este tipo de guerra y crearon hospitales subterráneos cerca del campo de batalla. La sanidad militar norteamericana creó centros para trauma organizados por médicos militares. Los helicópteros fueron medicalizados con la mejor tecnología de la época y los pilotos fueron entrenados para este tipo de transporte.

Hay un importante suceso que influyó de manera positiva en el manejo del Trauma, aunque no tiene que ver con la guerra, pero si con una lamentable situación desencadenada por un accidente de aviación. En 1976, el Dr. James K. Styner, Ortopedista, piloteaba su avioneta por los aires de Nebraska; iba acompañado de su familia. Por un desafortunado percance debió aterrizar de emergencia sobre un maizal. Su esposa murió al instante, él sufrió heridas graves, tres de sus hijos heridas críticas, y uno heridas leves. Detuvo un automóvil para que los trasladara al hospital más cercano. Lo encontró cerrado. Una vez que el hospital abrió encontró que la atención de emergencia era insuficiente e inadecuada. A partir de esta experiencia decide conformar grupos que manejaran procesos reglados para la atención de Trauma. De esa manera surgen los afamados, eficientes, necesarios y supremamente útiles cursos y programas de entrenamiento que hoy en el mundo se conocen como ATLS: Advanced Trauma Life Support. El ATLS ha salvado miles de vidas.

Durante 1990 y 1991 transcurre la llamada Guerra del Golfo. De manera sorpresiva surge lo que se llamó el Síndrome del Golfo Pérsico: Colapso del sistema inmune, malformaciones y cánceres inexplicables. Las ambulancias de transporte aéreo y terrestre son más sofisticadas.

Se inicia el Médico Especialista en Traumas por Bomba (en nuestro medio, por situaciones derivadas del conflicto armado interno, los Cirujanos del Hospital Militar Central, en Bogotá, se volvieron expertos en extirpar granadas incrustadas en cara, muslos, abdomen o tejidos blandos). Los medios tecnológicos se sofistican y hay avances en telemedicina, transmisión de imágenes radiológicas, cirugía laparoscópica e inicios de cirugía robótica.

El Triage, sistema de priorización de atención en el tiempo de acuerdo a la severidad del trauma o enfermedad, y la Cirugía de Control de Daños, son aportes importantes de la Cirugía Militar a la práctica quirúrgica civil.

De continuar las guerras, para ventura o desventura, continuarán los avances en ciencia y tecnología, no sólo en medicina sino en todas las áreas del conocimiento. Fortuna o infortunio. Al día de hoy enfrentamos una posible hecatombe nuclear en las cabezas de los presidentes Donald Trump (Estados Unidos de América) y Kim Jong - un (Corea del Norte) ¿Qué tanto “aportará” a la humanidad, de llegarse a presentar, un conflicto de estas características? No lo sé, pero de lo que si estoy seguro es que se cumplirá lo sentenciado por Albert Einstein:

“No sé cómo será la Tercera Guerra Mundial,
sólo sé que la Cuarta será con piedras y lanzas”.