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DIDACTICORUM II

Jairo Hernán Ortega Ortega, M.D

DIDACTICORUM II

Para el siglo XX vamos a encontrar modelos pedagógicos influenciados por el conductismo, lo cognitivo, lo humanista y lo socialista.

El enfoque conductista pregunta ¿cómo hago para poner de manifiesto el aprendizaje? Respondiendo que el cambio en el comportamiento debe ser garante de que el otro cambie, entonces se busca aplicar un estímulo determinado esperando una respuesta. Ahora, a la pregunta: ¿cómo enseño? O ¿cómo valido lo enseñado? El enfoque cognitivo se centra en los procesos mentales, concretamente en “las inteligencias”. El enfoque humanista, por su parte, recalca y rebusca la respuesta en “el sentir” y en “el ser”. Pero en todos, el portador del saber es el maestro y el alumno es quien recibe el conocimiento. Por ende, la intencionalidad pedagógica es lo clave.

El enfoque socialista está influenciado por las guerras (II guerra mundial, Corea, Vietnam) y el movimiento hippie, quien aporta su parte. Se reconoce el pensamiento y las escuelas de este. En América Latina empieza a hablarse de “Las Epistemologías del Sur”. Se pretende modificar la escuela, el saber, el conocimiento. Así, el diálogo de saberes toma fuerza y las campañas de alfabetización para jóvenes y adultos no se hacen esperar. Los saberes ancestrales, lo propio, lo raizal toma fuerza desde una mirada más constructivista, pregonando que el alumno no es menor que el maestro, por lo que el objetivo es aprender lo que se quiere y el papel del maestro es ayudar en este proceso.

Es así, cómo el pensamiento contemporáneo empieza a filtrarse, aunque hay una tendencia a lo “eclesiástico”, a volver a tomar el control. Sin embargo, la tecnología y lo experimental invitan a la ejecución, el diseño y la acción, lo cual conduce a la tecnocratización de la educación. No faltarán tropiezos, la tecnocratización conlleva burocratización. Se impone la planeación desde el cumplimiento de objetivos de aprendizaje, ya que planear es la forma en que materializo lo qué es la educación, entonces debe ser una planeación didáctica: basada en objetivos, competencias y saberes. El fin último es democratizar el conocimiento.

La evaluación va a depender de la intención; lo que soy como maestro y cómo evalúo. Yo maestro, debo saber decir y saber hacer. Entonces el proceso debe ser didáctico, lo cual implica el Didasken y el DidaskoDidasken: lo que enseño, o lo que doy. Didasko: lo que recibo. Aquí entra Astolfi con su propuesta del triángulo didáctico: 1. Epistemología (conocimiento), 2. Enseñante (docente) y 3. Aprendiente (estudiante). La didáctica puede ser general, específica o especial. La epistemología implica contenido y que el conocimiento sea enseñable. El docente debe preguntarse quién es él como profesor, como maestro; cuál es su modelo, concepción o enfoque pedagógico para la enseñanza. El estudiante, como aprendiente, tiene la misión del aprendizaje.

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Los contenidos dependen de la intencionalidad, la sensibilidad, el ambiente; es muy importante conocer el sujeto, explorar su vocación; el docente lo decide, pero el estudiante también hace parte de la decisión. El escenario didáctico tiene un orden directo de parte del maestro: debemos ser docentes todo el tiempo.

Del otro lado las preguntas son ¿quién es el estudiante? ¿Quién es el otro? Los modelos o experiencias se viven alrededor del maestro, de ese maestro que yo quiero ser. No olvidemos que todos hemos vivido el ejercicio de aprender, pero no podemos quedarnos solo con lo que aprendimos a través de la experiencia; debemos tener formación especializada. Entre la epistemología y el docente se debe establecer una transposición didáctica para elaborar estrategias de enseñanza, las cuales deben ser estrategias didácticas. Epistemológicamente hablando, el docente es un vigilante, un vigía y debe migrar de un saber “sabio” a un saber “enseñable”; debe garantizar, a través del diseño didáctico, que el contenido se conserve, para transponer el contenido de lo sabio a lo enseñable, de lo epistemológico a lo aprendible.

Entonces, tengo la misión imperativa de ser experto en lo que voy a enseñar. La experticia está dada por la escolarización y la formación disciplinar, sin desconocer que lo no institucionalizado también cuenta. “No podemos confundir un verbo con un sustantivo”. Si somos constructivistas debemos partir del hecho del conocimiento previo y el lugar del estudiante puede variar según mi perspectiva.

Se impone partir del hecho del asombro con las “Pedagogías Del Asombro”, porque el estudiante quiere aprender y desaprender, entonces las estrategias de aprendizaje deben romper la relación con el docente para que no sea codependiente. Pueden formarse comunidades de aprendizaje (pares) de tipo activo donde el profesor es un guía. Se debe establecer un acuerdo didáctico: explícito e implícito.

Astolfi plantea que así como entre lo epistemológico y lo docente debe existir una estrategia didáctica, y entre lo epistemológico y el estudiante una estrategia de aprendizaje, entre el docente y el estudiante debe existir un acuerdo didáctico. A todo lo anterior hay que agregarle la evaluación, el componente evaluativo. 

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El docente también debe darle al estudiante estrategias para aprender, pero con flexibilidad, lo puede hacer a través de estilos de aprendizaje:

  • Auditivo
  • Visual
  • Kinestésico

Impera, en lo didáctico especial y disciplinar, preguntarse ¿cómo enseño? La didáctica tiene un centro: qué es lo que voy a enseñar para tener en cuenta la forma en que aprendo.

Es cuando aparece Yves Chevellard con la Transposición Didáctica:

  1. Noción y/o concepto: mirar lo que voy a enseñar
  2. Tema
  3. Sujeto: Depende del tipo de estudiante
  4. Articulación: con la propuesta de formación

Estos aspectos influencian mi visión de lo pedagógico. El tiempo puede hacer que la planeación sea diferente. Entonces, el Diseño Didáctico implica:

  1. Método
  2. Procedimiento
  3. Técnica

La acción se hará sobre y en el aula de acuerdo con “Las Epistemologías del Sur”, para quienes el maestro es un actor político. Se hacen preguntas en el espacio académico, “lluvia de preguntas”, en espera de obtener múltiples respuestas y no solo una única verdad.

La didáctica puede girar en tres ejes:

  1. General: abarca un todo, lo teórico, lo genérico, lo que se pueda aplicar con contexto y técnica.
  2. Diferencial: específica para poblaciones. Adultos, niños, adolescentes. En condiciones diversas (necesidades educativas especiales, educación especial…). La didáctica de la otredad. La didáctica de la diferencia
  3. Especial – disciplinar: de las ciencias, del lenguaje…

 

Para el siglo XXI nos vemos avocados a privilegiar las competencias, en especial las blandas (empatía, inteligencia emocional, resiliencia, comunicación, asertividad, interrelaciones…), porque el futuro profesional será escogido por el peso que estas tengan en su formación académica y en su personalidad. El título, el “cartón”, el diploma, cada vez pesará mucho menos y así lo han vociferado muchos gurúes de las multinacionales.

Debemos invitarnos, como docentes, a rastrear qué encontramos de nuestra disciplina con el fin de aplicar una Pedagogía para… y una Didáctica para…
Esa es la tarea. Los profesores también debemos hacer tareas.

Nota: las anteriores reflexiones se basan en los apuntes de la clase sobre Didáctica que impartió el profesor Antonio León Gama Bermúdez, durante la Especialización en Docencia Universitaria que culminé este año en la Universidad El Bosque