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Editorial: un largo camino

Luis Enrique Nieto Arango

Editorial: un largo camino

Un largo camino, larguísimo, el recorrido por Cristóbal de Torres y sus discípulos en estos 365 años recién cumplidos y que se celebrarán durante este 2019 con muy diversas manifestaciones, tal y como lo exige la propia complejidad del Claustro rosarista, cuya existencia ha sido tan accidentada como la de la República de Colombia, la cual – se ha repetido tantas veces – tiene en el su cuna.
 
La primera de estas celebraciones ha sido la presentación del libro titulado precisamente Un largo camino Universidad del Rosario 365 años que recoge, a manera de microhistorias, la semblanza de algunos personajes educados en las aulas rosaristas y que, precisamente, por lo variopinta de la selección, demuestra la heterogeneidad de esos ilustradores de la República que el Fundador, como lo dice en las Constituciones, quiso congregar en su Colegio Mayor.
 
En cuatro partes el texto retrata a los ejemplares de ese alumnado sui géneris: tres de ellas se refieren a los grandes periodos de la historia nacional (Colonia, República y Modernidad) y la restante al papel de las mujeres en la hoy Universidad.
 
Para cada uno de esos apartes se han escogido nombres bien singulares, lo que ha obligado a dejar por fuera algunos de gran importancia y que invitan, ojalá, a preparar otros varios libros.
 
Tanto el editor académico, Juan Sebastián Ariza Martínez, como la investigadora gráfica, Laura Alejandra Buenaventura Gómez, así como la casi totalidad de los autores de las biografías son egresados del Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas del Rosario. La única excepción la aporta Marina Lamus Obregón, reconocida investigadora, autora de la biografía del rector Lorenzo María Lleras.
 
Esto de por sí agrega un valor especial al texto ya que, dentro de las particularidades de cada uno de los biografiados, se puede advertir el hilo conductor de esta obra: la pertenencia en algún momento de la vida a esta empresa de conocimiento que es el Rosario, cuyo aporte a la integración de la Nación Colombiana ha sido indudable.
 
Desde el principio de sus más de tres siglos y medio de vida el Rosario, como centro de educación superior, ha acogido gentes venidas de todos los rincones de este país, las cuales no hubieran podido conocerse de no ser por la necesidad de recibir, en estas alturas de los Andes, en este Tibet de Sur América, las luces y las letras académicas necesarias para participar, con mayor o menor fortuna, en la formación de una nación tan fragmentada en tantos aspectos, empezando por el geográfico.
 
En el Rosario durante la etapa de estudios, que comprendía por lo menos siete largos años durante la Colonia y hasta bien entrada la Modernidad, se dieron cita los colombianos provenientes de lugares tan opuestos como la Costa Atlántica o el Cauca, El Valle de Upar o los Llanos Orientales, el Tolima Grande o Antioquia, el Altiplano Cundiboyacense o la Costa del Pacífico y, en fin, de toda esa inmensa geografía que el Gobierno Nacional, - léase Estado- aun hoy, no llega a abarcar.
 
Esos colombianos libres de todos los colores, como se pretendió desde los albores de la Independencia, se habían distinguido entre sí, separándose en infinidad de identidades: aborígenes y peninsulares, criollos y chapetones, negros, blancos, mestizos, zambos, cuarterones, etc.
 
Toda una abigarrada constelación de humanidades que, además, se han intentado diferenciar por sus ideas o creencias: cristianos viejos y conversos, peripatos y novatores, realistas y patriotas, centralistas y federalistas, patiadores y carracos, proteccionistas y librecambistas, bolivarianos y santanderistas, ministeriales y rojos, utilitaristas, gólgotas, draconianos, azules, verdes, cachiporros, chulavitas, godos, mamertos y etc., etc., etc.

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La lista de los protagonistas de Un largo camino ilustra bien esa multiplicidad de las personalidades rosaristas: Cristóbal de Torres, Cristóbal de Araque y Ponce de León, Pedro Fermín de Vargas, Antonio Villavicencio, Sinforoso Mutis, Andrés Rosillo, Atanasio Girardot, José Ignacio Pescador, Lino de Pombo, Rufino Cuervo y Barreto, José María Cordovez Moure, Lorenzo María Lleras, Nicolás Esguerra, Rafael Uribe Uribe, Julio Flórez, José Mar, Luis Ángel Arango, Guillermo Hernández de Alba, José Francisco Socarrás, Germán Colmenares y Álvaro Mutis.
 
En la mitad de la obra, Margarita María Martínez Osorio, filósofa e historiadora de la Universidad del Rosario, quien realiza estudios doctorales en historia en la Universidad de Indiana, Bloomington, presenta un ensayo: Tensiones, discusiones y movilizaciones: mujeres y educación superior, en el cual documenta cuidadosamente el cambio que en materia de género ha tenido el Rosario que, de formar varones insignes, según lo preceptuado por el Fundador en las Constituciones, es hoy una institución, en su estudiantado y en su dirección y administración, mayoritariamente femenina.
 
A la presentación de este libro, se unió la de otro, producto de una larga y pormenorizada investigación: Ruptura y transformaciones arquitectónicas Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Bogotá, Siglo XX de la autoría de Fernando Palau Rivas – Sacconi y Jaime Restrepo Zapata, que viene a ser el tomo 23 de la serie Cuadernos para la Historia del CMNSR.
 
Hace parte de estas celebraciones la inauguración del Centro Experimental de Campo José Celestino Mutis, en La Vega, Cundinamarca, laboratorio natural que promoverá el pensamiento crítico y la búsqueda de soluciones aplicadas al estudio de los sistemas socioeconómicos y que será “el escenario ideal donde confluirán la investigación y la docencia innovadora desde la realidad misma de la interacción del ser humano-medio ambiente y que permitirá conjugar los intereses del desarrollo económico, las metas de la conservación y la restauración de la biodiversidad en los bosques andinos colombianos”, según explicó el decano de Ciencias Naturales y Matemáticas.
 
Aunque este último punto será objeto de otra nota editorial próximamente, conviene señalar, en una tal vez caprichosa asociación de ideas, que es allí, en medio de 12 hectáreas de bosque húmedo tropical, que se llevan a cabo las investigaciones lideradas por el decano Mauricio Linares Porto sobre genética evolutiva y que, de acuerdo con lo recogido en publicaciones científicas de primera línea como Nature, intentan desentrañar los complejos mecanismos de la hibridación que, como aparece en el libro Un largo camino,  reseñado arriba, mutatis mutandis se han dado también en el interior del Claustro rosarista para lograr que Colombia llegue a ser de verdad la República democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general, como lo señala el Artículo 1° de nuestra Constitución  Política.