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Facultad de Creación

Luis Enrique Nieto Arango

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En la lengua griega clásica Poiesis significa ‘creación’ o ‘producción’, derivado de ποιέω, ‘hacer’ o ‘crear’. Platón define en El banquete el término poiesis como «la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser».

De ahí que poesía originalmente designe la acción de crear, fabricar, componer, engendrar, dar a luz y solo más adelante vino a denominar un género literario destinado, como diría Borges, a recordar la emoción en un momento de serenidad.

La Consiliatura del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, máximo órgano directivo de nuestra Universidad, ha considerado conveniente y oportuno la implementación de la Facultad de Creación, a la cual estarán adscritos los programas de educación superior en áreas creativas, de diseño, arquitectura, artísticas y culturales.

La creación, valga la redundancia, de esta Facultad de Creación, es producto de un profundo trabajo de análisis y estructuración de una idea que ha tenido su mayor impulso en nuestra Vicerrectora Stéphanie Lavaux, quien durante más de tres años ha dirigido un grupo para sentar las bases de esta incursión en el mundo, fascinante y misterioso, de la actividad creativa.

Por eso estamos celebrando en el Rosario el nombramiento de Juan Pablo Aschner Rosselli como Decano fundador de esta Facultad y quien a partir de este año se dedicará a la puesta en marcha de los programas que se unirán al ya existente de Teatro Musical iniciado el pasado año 2019, fruto de una alianza con MISI Escuela de Teatro Musical para impartir formación profesional en los géneros de teatro, música y danza, lo que ha permitido elevar a la categoría de educación superior las grandes enseñanzas de la vida y obra de la inolvidable María Isabel Murillo Samper- MISI (Q.E.P.D.).
 

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Juan Pablo Aschner Rosselli

Por su parte, Juan Pablo Aschner Rosselli, quien desde un principio participó como Consultor en el diseño de la nueva Facultad, tiene un Doctorado de la Universidad Nacional de Colombia, obtenido con una tesis sobre la Composición y vivencia en la obra de Rogelio Salmona. Formación a la que suma una Maestría en Arquitectura de la misma Universidad Nacional y un Pregrado en esta disciplina de la Universidad de los Andes, de la cual ha sido profesor durante mucho tiempo.

Para algunos resultará extraño que este Colegio Mayor, autorizado por el Rey Felipe IV en 1651 para impartir enseñanza en las Facultades de Teología, Jurisprudencia y Medicina hoy, dentro de la Ruta 2025, cree una Facultad de Creación.

Puede parecer una sorpresa entonces para algunos, saber que uno de los primeros arquitectos en el entonces Nuevo Reino de Granada se llamaba Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia, natural de Popayán, consagrado en 1784 como Colegial Rosarista a los 20 años de edad, Profesor de Gramática Latina y luego Vicerrector del Claustro y Catedrático de Derecho Civil y Filosofía.

De acuerdo con lo que se lee en la cartela de su retrato al óleo que hace parte de la pinacoteca rosarista «su pericia en las nobles artes de la pintura y arquitectura se descubre por los excelentes discípulos que tuvo en la primera, y por las obras maestras de arquitectura ejecutadas por su dirección. Tales son el retablo del Convento de Predicadores en Popayán, la iglesia del Colegio de Propaganda en Cali y otras que se ven en su patria, donde por varios medios fomentó el gusto de tan bellas, e importantes facultades».

Carlos Arbeláez Camacho, Santiago Sebastian López y Germán Téllez Castañeda en sus registros de Historia de la Arquitectura Colonial corroboran esa condición de pionero de nuestro Colegial, Catedrático y Vicerrector llamado simplemente Arroyo, considerándolo por su obra de la iglesia de San Francisco de Cali uno de los arquitectos neoclásicos de mayor reconocimiento en el periodo colonial.

Nuestro catedrático perpetuo de matemáticas José Celestino Mutis, además de sus múltiples actividades como médico, botánico y astrónomo, creó una escuela de pintores para preparar las láminas de la Real Expedición Botánica, hoy conservadas en el Jardín Botánico de Madrid.

Precisamente uno de estos artistas, formado por Mutis, Pablo Antonio García del Campo, hizo el retrato al óleo que adorna el Aula Máxima y que fue inaugurado con motivo de la imposición de la beca de Colegial de Honor al Sabio nacido en Cádiz.

Cuenta los biógrafos del Sabio que en sus últimos años empleaba largas horas en enseñar las bases del dibujo a niños de corta edad.

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Andrés Marcelino Pérez de Arroyo y Valencia, José Celestino Mutis, Lorenzo María Lleras, Rafael María Carrasquilla

Más adelante, ya iniciada la República, el Colegial, Catedrático y Rector Lorenzo María Lleras, poeta y traductor, fue un decidido promotor de las artes, especialmente del teatro que él mismo dirigía y, a su paso por la rectoría de 1842-1846, dejó muchas obras para la innovación pedagógica y, entre ellas, además de la compra de un piano, construyó un pequeño teatro para representaciones escénicas en el patio del Claustro, en buena  parte con sus propios recursos, el cual lamentablemente fue demolido por orden de la junta de la Universidad Central a la cual, en ese momento, se había adscrito este Colegio Mayor.

No fue menos importante para la historia de las artes plásticas en Colombia el apoyo que el doctor Rafael María Carrasquilla, prestó al entonces director del Conservatorio de Bellas Artes, el gran pintor, formado en Francia entre los impresionistas, Andrés de Santamaría a quien debemos el excelente retrato de este Rector, que lo fue durante cuarenta años, y que hace parte destacada de nuestro patrimonio artístico.

Por último, y para reducirnos a unos pocos, en el campo de la creación literaria no podemos dejar de mencionar a ese reconocido escritor, galardonado internacionalmente, nuestro alumno Álvaro Mutis quien siempre hacía memoria de su encuentro con la poesía en la Cátedra de Literatura dictada por el maestro Eduardo Carranza, director por esa época de esta Revista Institucional Nova et Vetera.

Estos pocos nombres, a los cuales se pueden sumar muchos más, demuestran que si bien la Facultad de Creación que inauguramos hace parte del Nova de nuestra institución el Vetera también presenta inmejorables ejemplos de la vocación del Rosario por la creación artística.

Como reflexión final sobre la pertinencia del aporte rosarista, mediante la Facultad de Creación, a la búsqueda que nuestra juventud hace y demanda, cada vez con más vehemencia e insistencia, de caminos de formación que le permitan una realización integral y, por lo mismo, una dedicación auténtica al bien común, conviene repasar un aparte del ensayo titulado Un manual para ser niño, escrito por nuestro Nobel Gabriel García Márquez, con motivo de su participación en la Misión de Sabios de 1994, de la cual hoy todavía tenemos tanto que aprender y, ojalá, poner en ejecución.

«Creo que se nace escritor, pintor o músico. Se nace con la vocación y en muchos casos con las condiciones físicas para la danza y el teatro, y con un talento propicio para el periodismo escrito, entendido como un género literario, y para el cine, entendido como una síntesis de la ficción y la plástica. En ese sentido soy un platónico: aprender es recordar. Esto quiere decir que cuando un niño llega a la escuela primaria puede ir ya predispuesto por la naturaleza para alguno de esos oficios, aunque todavía no lo sepa, Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino puede ser mejor sí alguien lo ayuda a descubrirlo. No para forzarlo en ningún sentido, sino para crearle condiciones favorables y alentarlo a gozar sin temores de su juguete preferido. Creo, con una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y solo eso, es la fórmula magistral para una vida larga y feliz. Para sustentar esta alegra suposición no tengo más fundamento que la experiencia difícil y empecinada de haber aprendido el oficio de escritor contra un medio adverso, y no solo al margen de la educación formal sino contra ella, pero a partir de dos condiciones sin alternativas: una aptitud bien definida y una vocación arrasadora. Nada me complacería más si esa aventura solitaria pudiera tener alguna utilidad no solo para el aprendizaje de este oficio de las letras, sino para el de todos los oficios de las artes».

 

Buena suerte entonces para nuestra Facultad de Creación y un futuro muy promisorio para quienes se formen en sus distintos programas.