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Lo que no tiene arreglo

Manuel Guzmán-Hennessey

Lo que no tiene arreglo

¿Podemos hacer algo? Me preguntó un profesor de la Escuela de medicina de la Universidad del Rosario hace unos días, con ocasión de un encuentro con los científicos del IPCC que preparan un nuevo informe sobre el cambio climático.

Lo que revelaron estos científicos en su pasado informe de 2018 indica que no será fácil revertir la tendencia del calentamiento global. El informe fue muy explícito en señalar que para limitar el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C de calentamiento adicional, se necesitarían cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad.
 
Se trata de un informe bastante robusto: más de 6 000 referencias citadas y la contribución de miles de examinadores expertos y gubernamentales de todo el mundo. Noventa y un autores y editores-revisores de 40 países. Muchos de ellos estuvieron hace unas semanas en Cali, en una de las reuniones preparatorias del nuevo informe, y luego un grupo de tres nos visitó en la Universidad del Rosario.
Panmao Zhai, Copresidente del Grupo de trabajo I del IPCC, dijo: "Uno de los mensajes fundamentales arrojado de forma contundente por el informe es que ya estamos viviendo las consecuencias de un calentamiento global de 1 °C, con condiciones meteorológicas más extremas, crecientes niveles del mar y un menguante hielo marino en el Ártico, entre otros cambios".
 
A medida que transcurría la reunión con Joana Portugal, Almuth Arneth, Benjamín Quesada y Mark Rounsenvell, yo miraba las caras de los jóvenes allí reunidos, y me imaginaba el periodo más crítico de la crisis, anticipado por los datos científicos de que hoy disponemos con profusión de detalles y de escenarios. Y recordé que una probable respuesta a la pregunta que me formulara el profesor de medicina, habría podido ser la que escribe Ted Trainer en su libro ‘La vía de la simplicidad’ (editorial Trotta, 2017): Esto no tiene arreglo, hay que cambiarlo casi todo.

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Ahora bien, en el ‘casi’ que desliza Trainer como una brizna de esperanza, radica precisamente la posibilidad de arreglarlo todo. Pero los científicos del IPCC se han encargado de decirnos cómo debe ser ese ‘casi’: cambios de gran alcance y sin precedentes. Un poeta alemán, Frederich Holderlin, ya lo había anticipado en el siglo dieciocho: “Que cambie todo en todas partes”. El propio Trainer lo explica así: “Nuestros problemas no tienen arreglo (en esta sociedad)”. Y uno no sabe si la anterior aclaración acaba siendo una declaración de esperanza o de resignación.

Porque construir una nueva sociedad es, evidentemente, un propósito y un desafío tan descomunales, que pocos apostarían, hoy, por su viabilidad. Precisamente debido a aquella dramática disyuntiva yo decidí en 2010 abandonar el subtítulo (y tambien el enfoque) de mi clase de cambio climático en la Universidad del Rosario. El subtítulo era ‘nueva sociedad’, y a los estudiantes les planteaba el desafío de manera un poco brutal: el objetivo de esta clase es examinar, a la luz de los datos de la ciencia, que en esta sociedad, bajo este modelo de desarrollo, crecimiento y cultura, el cambio climático no tiene arreglo. Por lo tanto los he venido a exhortar a construir una nueva sociedad.
 
Lo que me obligó a cambir de subtítulo y de enfoque era la deseperanza creciente que podía ver reflejada en los rostros de mis estudiantes. Al comprender que no podía contribuir a la desesperanza decidí poner el énfasis en aquel mínimo ‘casi’ que subraya Trainer, y que en mi caso se explicaba en forma de ‘acciones climáticas ambiciosas’. Ahora mi clase (que ya lleva 25 versiones) se llama: La Acción Climática. Y se dedica (permítanme decirlo aquí) a examinar la agenda de la Acción Climática Global, justamente la nueva esperanza del Acuerdo de París que viene desde el año 2015. Y, por supuesto, la índole de la crisis, anclada como se sabe en un modelo mental proclive al crecimiento ilimitado como único paradigma del progreso colectivo. Yo enseño la posibilidad de una prosperidad sin crecimiento, de una vida buena bajo criterios bajos en carbono. No es fácil, pues del otro lado está una educación para el crecimiento (parte del paradigma predominante). Trainer anota que este modo de educación se empecina en legitimar la sitación social actual y la desigualdad, en producir competidores y consumidores entusiastas, en generar una masa ciudadana políticamente pasiva, sumisa, dócil y acrítica.

Muchos educadores saben que somos pasajeros de un tren de alta velocidad conducido por un conductor ciego, saben que nos espera un abismo inédito y que antes de 2050 podríamos caer en él, sin embargo se dedican a proclamar que todo está bien, a sabiendas de que todo (como escribe Tony Judt) está mal. Enseño la necesidad de abandonar, cuanto antes, el síndrome de los valores fundamentales a que se refiere Trainer: la obsesión por la riqueza, el empeño pr la competición, la jerarquía, el poder y el dominio, la aceptación y el respaldo del individualismo y la falta de preocupación por los valores colectivos, la falta de responsabilidad social, la indiferencia hacia las cuestiones y los problemas sociales, los fallos y el sufrimiento, la apatía política y la falta de compasión y compromiso con el bien común. 

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Trainer escribe que la causa directa de los problemas que hoy amenazan con destruirnos se encuentra en algunas de las estructuras y consensos sociales. Y destaca entre ellos a la economía expansiva, el sistema de mercado, la producción basada en el beneficio y la codicia individualista y competitiva como cimiento de toda nuestra cultura. Coincide con lo que escribieron en octubre de 2018 los científicos del IPCC: “necesitamos cambios enormes, tremendamente radicales y sin precedentes en la historia”. Y agrega (y en esto también coincide con los científicos): tenemos que llevarlos a cabo en cuestión de décadas. Los del IPCC han dicho que el punto de inflexión para una economía sin carbono debe ser 2050. La ‘nueva sociedad’. Pero para que ello ocurra debemos comenzar esos cambios ‘tremendamente radicales, antes de 2030. Es decir, un poco después del momento en que yo escribo esta columna.