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Trump ¿la recta final?

Mauricio Jaramillo Jassir

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Pocas veces en la historia de los Estados Unidos, el país se ha encontrado tan dividido por la situación política.

Esta vez, la controversia alrededor de Donald Trump no solo parece tener el potencial real de interferir en su eventual relección, sino que incluso podría comprometer su primer mandato lleno de polémicas, enfrentamientos y discursos que se han salido de cualquier convención tradicional. No obstante, han sido eficaces en cuanto a popularidad se refiere, pues aún con todo, parece haber un apoyo considerable a su gestión (47% a mediados del presente año) y las chances de que sea relegido parecen cada vez más aterrizadas.

Tras conocerse una conversación con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, Trump habría utilizado su posición como presidente para obtener de su homólogo información para desacreditar a uno de sus rivales con mayores posibilidades de cara a las elecciones de 2020, Joe Biden.  A Trump se le estaría acusando de poner en riesgo la seguridad del país por manejar información con un jefe de Estado foráneo y porque para terminar de agravar la situación, algunos consideran que incluso se habría gestado un intercambio de favores, por medio de los cuales Kiev tendría acceso a tecnología militar en caso de ayudar con la información requerida.

Se trata, valga aclarar, de una acusación que deberá tramitar un curso para ser comprobada o desmentida. Pero más allá de que la misma resulte en un juicio político (bastante improbable pues se requerirá en algún momento del apoyo del Partido Republicano para lograr la aprobación en ambas cámaras) o no, sin duda alguna, tendrá un efecto en al proceso electoral presidencial que el próximo año entrará en su recta definitiva.

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Antes que nada, debe aclararse que la percepción exterior de Donald Trump es muy distinta de aquella que se tiene en su país. A pesar de que, en algunas regiones del mundo, su política de nacionalismo económico sea vista como agresiva y contraria a los principios liberales de la globalización, internamente esas mismas razones son esgrimidas para apoyarlo.  A medida que la apertura económica ha dejado al descubierto sus protuberantes contradicciones sociales, el nacionalismo ha ido ganando terreno en varias latitudes, pues hoy se presenta como un corrector justo de las imperfecciones del mercado.

Mientras la economía estadounidense siga su curso, difícilmente Trump saldrá derrotado en las urnas. Se supone que con Trump, EEUU vive su mejor desempeño económico en los últimos 150 años, en la relativo al crecimiento de la economía ininterrumpido y a la creación de puesto de trabajo, manteniendo el desempleo por debajo del 4%. Por ende, es apenas comprensible que, para muchos ciudadanos de Estados Unidos, el llamado Ucrania-gate signifique muy poco al lado de sus preocupaciones diarias mucho más ligadas al desempeño económico, la reducción de impuestos, la llegada de productos de otras regiones con precios competitivos y por supuesto: la seguridad, un tema de la mayor relevancia en los últimos 20 años.

Si bien en el campo demócrata es importante desacreditar a Trump y poner en evidencia que la falta de respeto por algunos códigos de la política, simplemente traduce el pasar por encima de las reglas elementales de la democracia, no será una tarea fácil. Hasta el momento, la idea de lanzar el procedimiento del juicio político no ha tenido un efecto devastador en la imagen del actual presidente y se ha visto opacado por otros temas, con lo cual y por lo menos hasta ahora, no parece haber sido necesariamente la estrategia más adecuada para restarle al nivel de aprobación.

Otra dificultad importante para el Partido Demócrata reside en que muchos de los candidatos no son suficientemente conocidos en un país cuyas dimensiones geográficas le dan la ventaja al presidente en curso. La decisión de Nancy Pelosi presidente de la Cámara de Representantes (cámara baja) de iniciar el proceso contra Trump, puso al actual mandatario de nuevo en el centro de los medios, con lo cual se completa una lógica que lo beneficia pues aun cuando sea para un juicio político a Trump le conviene aparecer en la agenda. Lo peor para un presidente de sus rasgos es la irrelevancia y el asilamiento mediático, dos improbables en el último tiempo. 

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Pero tal vez el argumento más contundente sobre los riesgos que implica para los demócratas la activación del juicio político, reside en el carácter impopular de dicha decisión. Es más, la propia Nancy Pelosi siempre contuvo las iniciativas en ese sentido, previendo un fortalecimiento de la imagen de Trump. En medio del anuncio a finales de septiembre, la Universidad de Quinnipiac llevó a cabo una encuesta que halló que el 37% de los consultados consideraba que Trump debía ser destituido y el 57% se oponía a la destitución por la vía del juicio político.  Antes de la revelación de la conversación Trump-Zelenski, la Universidad Monmouth hizo un ejercicio del mismo tipo que arrojó un resultado muy similar (35% y 59% respectivamente).

Esta movida del Partido Demócrata pone en evidencia la gravedad de la información revelada, pues no solo el cálculo electoral explica la decisión. De igual forma, sugiere el nivel de polarización que vivirá Estados Unidos frente a una campaña presidencial que se llevará a cabo en medio de múltiples acusaciones, un contexto internacional muy complejo, alimentado por la guerra comercial y el auge de los nacionalismos y, por supuesto, por la posibilidad latente de que por la vía de un juicio político Trump salga de la carrera. Una decisión que tendría efectos difícilmente previsibles, pero que, sin duda, profundizaría las graves divisiones que parece alterar cada vez más a una de las cunas de la democracia moderna.