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Dragones y medicina medieval

Rodolfo Rodríguez MD

portada

Los dragones no solo cautivan por ser la inspiración de famosos juegos de rol o renombradas series de televisión.

La fascinación que desencadenan estos míticos animales no es cosa de hace unos cuantos años cuando se estrenó una aclamada serie de HBO. En realidad, el encanto por los dragones es algo milenario y no son pocas las culturas que a lo largo de la historia han caído rendidas ante tan cautivante, pero misteriosa criatura.

En términos prácticos, hace cerca de tres mil años un dragón era lo mismo que una serpiente. Este particular animal parece mirar fijamente, de hecho, las serpientes no tienen parpados y por ende, dan la sensación de que miran con la intención de hipnotizar. En griego, el verbo δέρκομαι se traduce como mirar fijamente, que en definitiva es lo que hacen las serpientes con esa mirada penetrante. Etimológicamente, la palabra dragón viene del latín draco que significa algo así como reptil, aunque también guardián o vigilante (1). De allí que muchos mitos griegos hacían referencia a ciertos tesoros en lugares recónditos que eran custodiados por un fiero dragón (drákon), al que con el tiempo le adjudicaron rasgos reptilianos y al que los héroes debían vencer en campañas casi suicidas.

El dragón tiene múltiples significados. Varios dragones luchando ente sí, por ejemplo, representan la putrefacción. Una serpiente que entrelaza una vara simboliza el rejuvenecimiento, como aquella que se enrolla en el bastón de Asclepio, dios de la medicina y la curación. Ahora bien, dos dragones o serpientes que se entrelazan simbolizan la creación de vida, de allí las dos serpientes que se enroscan en una vara formando así, nada más ni nada menos que el caduceo, símbolo de la medicina. En la Europa medieval, los dragones arrojaban fuego por la boca, raptaban doncellas y envenenaban las aguas, motivo por el cual el dragón se convirtió en el culpable de las epidemias (2). Precisamente por ello, los dragones son registrados con frecuencia en mitos medievales viviendo en pantanos y con aliento pestilente, lo cual pudo dar origen a la relación entre los dragones y la malaria (3). De hecho, aunque el hábitat del dragón era diverso, de forma frecuente se destaca su conexión con el agua y esto llevó a identificar un tipo especial de dragón, el dragón marino (4).

Es claro que todo lo que representaba el dragón en la época medieval contenía una fuerte carga simbólica donde encarnaba las fuerzas del mal, particularmente en el contexto religioso. Pero en el contexto médico, la bestia alada encarnaba el monstruo de las epidemias y de allí, el atributo medieval de su aliento pestilente. De esta manera, la famosa bestia era considerada como mucho más que el símbolo de una enfermedad epidémica, en otras palabras, el dragón era la epidemia misma. Se ha planteado que muchas representaciones artísticas del medioevo donde algún santo aparece en plena confrontación con un dragón, significan que aquel héroe está combatiendo la epidemia, es decir, está restaurando la salubridad del área (5). Con ello, el asesino de dragones surge como una figura que libera una zona geográfica, combate las amenazas medioambientales y al eliminar las noxas del dragón, hace a las provincias mucho más salubres (5).

El ejemplo más emblemático de un experto matadragones es San Jorge. El famoso santo es la encarnación de gran cantidad de héroes cazadores de dragones provenientes de diversas geografías que se transformaron en un mismo santo: San Jorge. La popularidad de este soldado canonizado se encumbró desde el siglo XIII y muchos lugares lo adoptaron como su patrón, el mejor ejemplo, Gran Bretaña. Es así como en muchas pinturas de la Edad Media y el Renacimiento se aprecia a San Jorge en escenas donde con gran habilidad vence a un dragón, ya que el héroe de brillante armadura, según dicen, era infalible cuando se trataba de contener a los guerreros invasores y las epidemias (6). Innumerables son los documentos pictóricos que rinden culto a San Jorge, pintores como Alberto Durero, Paolo Ucello, Rafael y Peter Paul Rubens, entre muchos otros, describen un San Jorge, que a caballo, generalmente, empuñando una lanza o una espada, da muerte a la terrible bestia.

Con las historias populares sobre dragones sus partes corporales adquirieron el estatus de elementos invaluables en la medicina popular y la alquimia. En la Europa medieval, por ejemplo, se decía que bañarse en sangre de dragón hacía a la persona invulnerable, pero si se bebía la sangre, se tendría la virtud de entender el discurso de las aves, aunque dice la leyenda que dicho poder solo se adquiría si se bebía la sangre de un dragón rojo. Por aquel entonces, la sangre de dragón era ampliamente utilizada en pócimas y brebajes, aunque no se habla aquí del líquido vital del ser mitológico. La sangre de dragón, en realidad, es la resina de un árbol procedente principalmente de Islas Canarias conocido como Dracaena draco o Drago.

Así, las pócimas de la época, las cuales incluían largas listas de ingredientes, consideraban en no pocas ocasiones, la inclusión de sangre de dragón a la cual concedían poderes curativos sobre los cálculos del riñón y la ceguera.

Para el siglo XV, la sangre de dragón era frecuentemente utilizada para curar casi todo, en otras palabras, era la panacea. Se aplicaba en heridas para contener la hemorragia, para la fiebre, para la diarrea, para las ulceras en la boca, para el dolor de garganta, para desordenes intestinales, para problemas del pecho e incluso para el tratamiento del eccema y otros problemas de la piel (7). Pero en los mitos populares no solo tenía valor la sangre de dragón, sino también sus órganos. Dice la historia que comer el corazón de una bestia escupe fuego hacía a la persona fuerte y tremendamente valiente. Comer la lengua del dragón aportaba elocuencia y habilidad para ganar discusiones con cualquier argumento. Asimismo, comer el hígado curaba ciertas enfermedades y las escamas del dragón, aunque no se comían, podían utilizarse como escudo o armadura debido a su resistencia al fuego.

No hay duda que los dragones están entre los seres mitológicos más interesantes y cautivadores. Su conexión con elementos de la historia y la medicina es mucho más profunda de lo que parece, aunque por supuesto, son relatos enmarcados en lo mitológico con poderosa carga simbólica. Sin embargo, de lo que no hay duda es que tras miles de años de historia los dragones continúan cautivando como nunca antes y en el mundo en que vivimos hoy en día, los dragones ya no solo están en cuevas y pantanos, están por todas partes.

REFERENCIAS

1. Diccionario etimológico. Disponible en http://etimologias.dechile.net/?drago.n

2. Blaschke J. La historia secreta de Satán: Lucifer, la cara oculta de Dios. Ediciones Robinbook; 2007.

3. Lee Grigsby, B. Pestilence in Medieval and Early Modern English Literature. Routledge; 2004.

4. Le Goff, J. Time, work and culture in the Middle Ages. University of Chicago Press; 1982.

5. Ranger T. Epidemics and Ideas: Essays on the historical preception of pestilence. Cambridge University Press; 1995.

6. Espinosa A. San Jorge Matador de Dragones. Palibrio; 2014.

7. Mount. Dragon´s blood & Willow Bark: The mysteries of medieval medicine. Amberley Publishing Limited; 2015.