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Eladio Vélez: el pincel de la montaña antioqueña

Camilo Sarmiento Jaramillo

portada

En el Museo de Arte del Banco de la República, en la sala denominada “La Renovación Vanguardista”, donde figuran obras de algunos de los artistas colombianos de los años 20 y 30, hay una obra que, a primera vista, parece diferir temática y plásticamente del resto.

Representa un malecón que se adentra en un mar tranquilo y termina en una escollera de piedras cuyo fin no alcanza a ver el espectador. Al comienzo del malecón hay una bandera italiana y, al final, algunas construcciones de madera que se antojan refugios de pescadores.

Desprevenidos caminantes recorren la extensión en un sentido o en otro. Cuando vi por primera vez esta imagen, su factura me pareció moderna y descomplicada. La obra se titula Marina (Viareggio, Italia) y fue pintada por Eladio Vélez en 1928. ¿Quién fue este artista? ¿Por qué en 1928 pintaba de una manera tan alejada de los cánones en boga en la pintura colombiana?

Eladio Vélez nació en Itagüí el 22 de septiembre de 1897. Allí realizó sus estudios primarios, aunque tuvo algunas estancias en Salgar (Antioquia). Las montañas antioqueñas le dieron el primer sustrato visual que luego desarrollaría como artista, especialmente en sus paisajes, y los valores de la familia lo rodearon del carácter típico de la región, que lo acompañaría durante toda su vida.
Su primer acercamiento con el dibujo se dio a través de la caricatura, pues ya a los 14 años, en 1912, colaboró como caricaturista en el diario El Bateo, de Medellín. Entre 1913 y 1916 estudió modelado y escultura en el Instituto de Bellas Artes de Medellín, la primera de muchas academias por las que pasaría durante su formación. Su vocación artística despuntaría definitivamente en el primer trabajo formal que tuvo entre 1918 y 1923: fue modelador y escultor en el taller de los Hermanos Carvajal, donde conoció y ejerció el oficio de artista, al cual habría de dedicarse por el resto de sus años. Mientras tanto, hizo parte activa de la vida cultural de Medellín en tertulias como la presidida por María Cano y en revistas como Cyrano, que circuló de 1921 a 1923 en la capital antioqueña.

Pronto el medio cultural paisa lo impulsó a conocer otras realidades, y con la intención de ampliar sus horizontes partió a Bogotá en 1924 para encontrarse allí con quien había sido uno de sus más importantes compañeros de formación, el pintor Pedro Nel Gómez. Allí dieron a conocer sus acuarelas, técnica que habían aprendido y desarrollado en Medellín, y se involucraron con el medio intelectual bogotano, donde otros antioqueños como Luis Tejada ya habían hecho un camino y habían logrado concentrar varias de las nuevas tendencias de la plástica y la literatura.

En julio expuso en el hotel Regina una selección de óleos y acuarelas que lo erigen como uno de los más claros cuestionadores de la tendencia a la españolería que predominaba por entonces en algunos círculos burgueses de la capital y lo incluyen entre la nómina de nuevos artistas colombianos. En Bogotá permanecería hasta finales de 1925, cuando regresó a Medellín donde fundó, en compañía de Bernardo Vieco, una sociedad que se dedicaba a decorar edificios de la ciudad.

Sin embargo, aún le faltaba un paso imprescindible para la formación de un joven pintor de la época: el viaje a Europa. Vélez se embarcó para Francia en febrero de 1927. Llegó a El Havre y luego fue a París. Sin embargo, su sensibilidad, anclada en los grandes pintores del Renacimiento, lo impulsó para ir a Italia, adonde partió muy pronto. En abril se encontraba matriculado en la Academia Real de Roma y en julio se trasladó a estudiar en la Academia de Bellas Artes de Florencia.
En diciembre recorrió Italia en compañía de Jorge Eliécer Gaitán y en julio de 1928 participó en la exposición que junto con Pedro Nel Gómez organizó en el Círculo Internacional de Roma con el nombre de “Exposición de los Artistas Centro y Sur Americanos”. Algunas diferencias estéticas durante este evento hicieron que rompiera para siempre la amistad con Pedro Nel, con quien mantendría algunas disputas hasta el final de sus días. Como lo resume Elkin Alberto Mesa, en estas disputas “vemos a Eladio Vélez como un revolucionario dedicado a la pintura y a Pedro Nel Gómez como un pintor dedicado a la revolución”.

En abril de 1929 retornaría a París, en donde estudió en las Academias Julien y Colarossi y trabajó como asistente en el taller de otro notable antioqueño que a la sazón estaba instalado en París: Marco Tobón Mejía. En 1930 fueron admitidas dos obras suyas –una pintura y una escultura– en el Salón de la Sociedad de Artistas Franceses, donde también expusieron otros artistas colombianos como el mencionado Tobón Mejía, además de Andrés de Santa María y Efraín Martínez, entre otros. En junio de 1931 regresó a su patria, a Medellín, donde permanecería durante el resto de su vida.

Muy pronto, Eladio Vélez desempeñó un papel activo en la vida artística de la ciudad. En 1932 fue nombrado profesor de dibujo y pintura de la Escuela de Bellas Artes de Medellín y en 1934 asumió la dirección de la Escuela de Pintura y Dibujo del Instituto de Bellas Artes en reemplazo de su antiguo amigo Pedro Nel Gómez. Fue profesor de esta escuela hasta 1944, cuando se retiró de manera definitiva y se consagró a al desarrollo de su obra.

En 1941 había participado en el Segundo Salón de Artistas Colombianos, donde sus obras llegaron a ser finalistas para el primer premio de pintura. En lo personal, en 1938 se había casado con Inés Jaramillo Vieira con quien tuvo dos hijos: Sergio Augusto, quien nació en 1940 y murió al poco tiempo, y Alejandro, abogado y criminólogo asesinado por las FARC en 2000 en el municipio de Argelia, donde se desempeñaba como juez.

También hizo parte de la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia, la cual presidió desde 1956. Desde ese cargo promovió y organizó el I Salón de Artes Plásticas de Antioquia, el cual se llevó a cabo en el Museo de Zea de Medellín entre el 12 y el 30 de octubre de 1956. En 1960 sufrió un derrame cerebral que le dejó como secuela una parálisis facial parcial. Siguió frecuentando los salones nacionales y regionales hasta su deceso, acaecido en Medellín el 24 de julio de 1967. Su obra fue exhibida en múltiples exposiciones después de su muerte y su legado sigue estando vigente en publicaciones sobre el arte colombiano del periodo.

Vélez fue un conocedor profundo de la pintura de su tiempo y, aunque al margen de las tendencias indigenistas de su época, supo refrescar las técnicas pictóricas demasiado depuradas de la academia que habían reinado en los primeros 20 años del siglo XX. En su obra pueden evidenciarse influencias disímiles como la del maestro Francisco Antonio Cano, de quien fue discípulo, pero también de los maestros del renacimiento italiano y de los Machiaioli, quienes renovaron la pintura italiana a mediados del siglo XIX y cuyas obras deslumbraron al pintor cuando, a los 30 años, pisó suelo italiano.

La mayoría de su producción está representada en paisajes, naturalezas muertas y retratos. En ellos hay una fuerte influencia del arte académico en el que se formó, pero también la intención de trascender y de buscar nuevas técnicas de dibujo alimentadas por algunos de los movimientos del arte moderno que pudo asimilar en Europa. Su protagonismo en escuelas como la de acuarelistas antioqueños de los años 30 y su posterior trayectoria en el arte antioqueño lo hacen merecedor, sin duda, de un lugar destacado en la historia del arte colombiano del siglo XX.

Bibliografía:
 

  • Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. Paisaje, frutas, retrato : Eladio Vélez 1897-1967. (Cronología de Miguel Escobar Calle). Bogotá: Banco de la República, Biblioteca Luis Ángel Arango, 2002.
  • Medina, Álvaro. El arte colombiano de los años 20 y 30. Bogotá: Colcultura, 1995.
  • Vélez, Eladio. El legado del maestro : catálogo publicado con motivo de la inauguración del nuevo edificio para el Instituto de Bellas Artes. Medellín: Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, Instituto de Bellas Artes, 1994.
  • Vélez, Eladio. Eladio Vélez. (Artículos Elkin Alberto Mesa, Darío Ruíz Gómez ; investigación y documentación Ana Ligia Pimienta Estrada, Carlos Mario Posada Arango, John Jairo Ospina Vargas y Jorge Cárdenas; fotografía de la obra Rosa Restrepo; Ramiro Posada). Medellín: Alcadía de Itagüí, Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Escuela de Arte Eladio Vélez, 1994.