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¿Es Camus un filósofo pesimista?

José David Navas Gómez

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Si se piensa en la filosofía de Camus, también conocida como filosofía del absurdo o absurdísimo, sin estar familiarizado con esta, es fácil imaginar que trata sobre ideas pesimistas, que encuentran a la vida como un acontecimiento miserable, sin sentido, que desemboca en la muerte.

Después de todo, su conocida obra “El Mito de Sísifo” empieza describiendo el suicidio como el planteamiento filosófico más serio. Por lo que, si no se conoce directamente su obra, es fácil sospechar que hace apología a la muerte, que es abiertamente misántropa y que ofrece el suicidio como solución.

Si se investiga sobre el autor, sin ahondar en sus textos, para tener una visión diferente, no ayuda que sea uno de los herederos de Nietzsche, a su vez, bastante influenciado por el abierto pesimismo de Schopenhauer. Tampoco ayuda que una de las experiencias que marcaron en su juventud al filósofo francés haya sido el presenciar una ejecución pública. Con un escenario así puede que algunos lectores novatos opten por no acercarse a este autor, pues temen encontrarse textos deprimentes. Aunque, por otro lado, siempre existen lectores entusiastas y temerarios, que pueden ser atraídos precisamente por el tabú que representan las ideas de un filósofo que considera el universo como indiferente a la vida humana.

No obstante, este artículo no está dirigido al segundo tipo de lectores, los entusiastas por el tabú, sino a los primeros, a los que consideran que la filosofía de Camus es tenebrosa y temen considerar perspectivas de la realidad a las que no están acostumbrados. Si bien es cierto que la filosofía absurdista nos plantea los temas ya mencionados, también es cierto que las conclusiones que Camus propone a sus planteamientos, que él denomina el Absurdo, no son pesimistas ni misántropas. Lo que él propone es una rebelión a una existencia considerada absurda, incluso si no se puede escapar al Absurdo.

Pero ¿cómo es posible una rebelión al Absurdo?, después de todo, se ha dicho que este es inescapable. Bueno, primero hay que entender qué es el Absurdo y como es la condición humana en un mundo así. Para Camus los hombres estamos en una constante lucha por la existencia, en medio de esta lucha buscamos un “significado de la vida”. Este planteamiento no es nuevo en la filosofía existencialista, otro intelectual que lo plantea es Blaise Pascal, que dice que esta búsqueda constante del hombre termina en una reflexión sobre su propia mortalidad.

Es la mortalidad lo que lo hace caer en cuenta de la futilidad de cualquier propósito, por lo que, considera a su condición como miserable. Según Pascal, la condición humana es tan miserable que nada en el mundo nos puede dar consuelo. Aun así, se busca un consuelo, que sería Dios. Pues es Dios el único que nos puede dar un bálsamo a nuestra propia mortalidad, otorgando algún sentido a la existencia.

Sin embargo, como ya se mencionó, Camus es uno de los herederos de Nietzsche, por lo que dicha solución no existe en un mundo donde “dios está muerto”. Es así como se presenta otro elemento del Absurdo, que es la carencia de un sentido ulterior de la existencia. Es decir, los hombres estarían en una constante búsqueda de sentido solo para toparse con que el Universo no les da ninguna respuesta, o lo que es lo mismo, no existe tal sentido. Es este conflicto entre la búsqueda de sentido y su negación lo que crea el Absurdo.

Para Camus el Absurdo es un conflicto, un choque si se quiere, entre dos posturas irreconciliables entre sí. Un choque que existe por la desproporción manifiesta entre el fin que se desea alcanzar y los medios que se tienen para alcanzar ese objetivo. Otro buen ejemplo del Absurdo lo describe el mismo Camus, en el “Mito de Sísifo”, concretamente en el suicidio filosófico. El ejemplo consiste en un ladrón que intenta un asalto con una navaja a varias personas que poseen armas de fuego. Este último ejemplo nos puede parecer cómico, pero el absurdo que permea la existencia a primera vista parece agobiante. Incluso puede ser más agobiante si tenemos en cuenta que toda la vida está destinada a acabar algún día, que la muerte inevitable de todo lo que existe es lo que hace que carezca de valor cualquier acción desempeñada. Aquí se está hablando de toda la vida, no solo la vida propia. Toda vida es prisionera de un mundo rodeado de muerte, prisionera en el reino de la muerte.

Entonces, ¿qué se puede hacer para rebelarse? ¿Qué le queda al ser humano para solucionar esta condición? Después de todo parece la broma más cruel de la existencia ser arrojado a vivir, desarrollar una conciencia, solo para saber que esta no significa nada. Bueno, para explicar la rebelión, Camus establece un símil entre su visión de la existencia y uno de los castigos más famosos de la mitología griega, El del Rey Sísifo. De hecho, es este mito el que le da el título a su obra. A continuación, voy a contar una versión del mito, con algunas libertades:

Sísifo era un famoso rey griego, que ganó renombre por su gran sabiduría. Era tal su sabiduría que era considerado el mortal más sabio de su época, tal vez el más sabio de todos los que alguna vez pisaron la tierra. Por sus virtudes logró un reino de grandes riquezas, pero por esta virtud también llegó a conocer secretos de los dioses, aunque decidía callarlos, pues quería que estos intervinieran lo menos posible en sus asuntos.

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Un día Asopo, un dios menor de un río, se enteró de que su hija había sido raptada. Esta era una ninfa, por lo que, Asopo sabía que ningún mortal podía ser culpable. Sin embargo, él no podía enfrentar a todo el panteón de dioses solo, como resultado, sucumbió a la pena por su impotencia. Pero Sísifo, que conocía los secretos de los dioses, se enteró tanto de la pena de Asopo como del culpable del rapto. Así que decidió acudir a él para hacerle saber quién es el responsable de la afrenta, siendo no otro que Zeus, rey de los dioses.

Asopo se alegró y antes de enfrentar a Zeus recompenso a Sísifo, brindándole a su reino el caudal de su rio, aumentando la bonanza de su ya rica tierra. Zeus, por otro lado, no estaba contento de que revelaran sus secretos, así que ordeno a Tánatos, dios de la muerte, enviar a Sísifo al tártaro. Con lo que Zeus no contaba era que Sísifo ya sabía de su plan; así que engañó a la muerte cuando apresó a Tánatos, en el momento en que pisó su reino.

Cuando el dios de la muerte ya no ejercía sus funciones empezó un caos sin precedentes en el mundo, pues los mortales dejaron de serlo. En ese momento, Ares, dios de la guerra, que disfrutaba de los combates ya no los encontraba divertidos, por la imposibilidad de decidir un ganador. Es por estas molestias que acude a su padre, Zeus, donde este le revela el motivo de sus disgustos. Ares, molesto, acude a liberar a Tánatos de su prisión.

Sísifo que no podía competir con la fuerza de Ares se rinde, libera a Tánatos y deja que lo lleve al inframundo. Pero antes, sin que los dioses tuviesen conocimiento, el sabio rey pide a su esposa que no realice los actos fúnebres, que son sagrados. Así, el dios de la muerte lleva al mortal al inframundo, en donde el último pide audiencia con Hades, dios del inframundo. Sísifo le confiesa a Hades que su esposa no celebró los actos fúnebres, como era su deber, que estaba dispuesto a pagar el castigo que los dioses quisieran, pero pedía regresar a la tierra a castigar a su esposa por sus faltas. El dios aceptó, después de todo, Sísifo sería castigado por sus faltas con los dioses, por lo que, era deber de Sísifo castigar a su esposa por las faltas que esta cometió, pues la ausencia de este tipo de actos sagrados también supone una afrenta a los dioses.
Sin embargo, cuando Sísifo vuelve a la tierra de los vivos no regresa a su reino y no busca a su esposa.

Cuando los dioses se enteran estallan en cólera, un mortal no dejaba de mofarse de ellos. Entonces emprendieron una gran búsqueda por todos los rincones en que creían que se podía esconder un rey.
Primero pensaron que se escondía en alguna de las numerosas polis griegas, buscando más conocimientos de los que ya poseía. Después lo buscaron en el sur, al concluir que era probable que el mortal se encontrase cazando bestias extrañas, para aumentar su gloria. Por último, lo buscaron en las misteriosas tierras de oriente, donde creían que había estado disfrutando de riquezas exuberantes. Pero Sísifo no estaba en ninguno de esos lugares, no necesitaba de esos bienes para estar satisfecho. Luego de haber estado en el reino de la muerte le bastaba con sentir la brisa marina y ver el sol nacer y ponerse para conocer la verdadera felicidad. Pasaron los años y por un golpe de suerte los dioses lo encontraron, solo para empezar a pensar en el castigo que le darían al esquivo mortal.

El castigo debía ser ejemplarizante y debieron de tener algún fundamento cuando decidieron que su pena sería cargar una pesada piedra a la cumbre de una montaña, con el detalle que siempre que alcanzase la meta la piedra caería otra vez a la base. Así Sísifo fue castigado en el tártaro a repetir la misma acción, solo para ser testigo del sin sentido de la misma. Se puede pensar que Sísifo puede optar por la mera contemplación, como lo hizo en la tierra. Pero en el infierno, rodeado de muerte, solo se da cuenta de lo mucho que anhela la vida y por esto no resiste el estado de inactividad y reanuda su inútil tarea. En otras palabras, al estar atrapado en el reino de la muerte no puede disfrutar de la vida solo contemplándola, de hecho, es por la contemplación que cae en cuenta de toda la muerte que hay a su alrededor.

Es aquí donde termina el mito griego, en el castigo. Pero Camus brinda un final alternativo en el que Sísifo se rebela. Hay que tener en cuenta que a Sísifo le es imposible la mera inactividad, situación que Camus asimila al suicidio, por lo que la rebelión, no puede ser esto. De la misma forma, Sísifo tampoco puede escapar al reino de la muerte. No, la rebelión consiste en asumir su condición como es, realizar su tarea absurda, con el añadido de que es feliz al realizarla. El rey es consciente de que su arduo trabajo no tendrá ninguna recompensa, pero se consigue regocijo solo por la acción que se realiza, no por el provecho que sacará de esta. Es en esto en lo que consiste la rebelión de Sísifo y es por esto que Camus puede ver en Sísifo al héroe absurdo. Siendo esta la postura con la que este autor sugiere asumir la vida, es posible ver que no se trata de un autor pesimista, sino que nos enseña a enfrentar al absurdo, no a rechazarlo, tampoco a sucumbir ante él, sino a abrazarlo y enfrentarlo con nuestra felicidad.

Si bien este mito puede ejemplificar muy bien la condición humana, hay dos diferencias importantes entre Sísifo y el resto de los mortales. Al igual que Sísifo todos estamos atrapados en el reino de la muerte, también es cierto que podemos elegir la tarea absurda que bien nos venga y que incluso podemos cambiar la tarea. Se puede elegir que tarea absurda realizar y alcanzar la felicidad ejerciéndola.

Bibliografía: