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La pirámide del Tolima

Elkin Saboyá Rodríguez

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A propósito de una impresionante fotografía del nevado del Tolima, tomada desde el centro de Bogotá, nos dimos a la búsqueda de una vista similar pero en la época de Alejandro de Humboldt. Encontramos que en el siglo XIX, la visión de las montañas del Tolima llegó a tener uso literario.

Cuenta Humboldt que, llegado a Santafé, tuvo noticia de la polémica de los lugareños sobre cuál sería la mayor altura entre sus cerros tutelares, Monserrate o Guadalupe. El viajero alemán no tuvo inconveniente en ascender las dos cimas, aprovechando para verificar toda clase de observaciones científicas propias. Primero ascendió a Guadalupe, el 25 de julio de 1801, en compañía de los señores don Mariano Montenegro, don Pedro Groot y don Pedro Ayala; estos a caballo, Humboldt a pie, con un tiempo terrible. El 15 de agosto, repitió la experiencia, trepando a Monserrate. Lo acompañaron Matiz, el pintor de la Expedición Botánica, y el indio Juan Esteban, colector de plantas, “y que merecería más se le dedicara una planta, que el ignorante y presuntuoso señor Estevez de la Habana”. Ahora el tiempo era soleado y despejado, de manera que:

Se distinguieron claramente todas las cimas cubiertas de nieve. Desde el Páramo del Ruiz hasta el Tolima. ¡Qué majestuoso aspecto!, qué masas enormes vistas a 30 leguas de distancia. Hacia el norte se ve una montaña colosal en forma de mesa, que se cree es el Páramo del Ruiz, más al sur tres pequeños conos y luego la inmensa pirámide truncada del Tolima que yo he medido.
Luego, en un apéndice titulado Medición del Tolima, insiste en llamarlo “pirámide”.

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He hablado en muchos sitios (p. 67) de la inmensa pirámide, ¿granítica?, de Tolima, eternamente cubierta de nieve. Se la ve desde los más alejados puntos del Reino de la Nueva Granada, desde Honda, Santa Ana, Guaduas, Santa Fé, el páramo de Chingaza, Melgar, del Hato de Quemado, cerca de Fusagasugá, de Ibagué y de todo el valle del Magdalena al sur de Saldaña. Ofrece el más bello golpe de vista por la enorme masa de nieve que presenta, y él solo podría bastar para situar en el mapa una infinidad de lugares .[1].
El apelativo humboldtiano pegó, al menos en un escritor nacional. En La sepultura del guerrillero poesía de 1877 , de José Joaquín Ortiz (1814-92), aparece de repente en una estrofa:
Y en el confín del último horizonte,
Reverberando al sol, alzar su cima
sobre un monte, y un monte y otro monte,
la pirámide excelsa del Tolima. [2]
 
El cortejo fúnebre del poeta marcha por un lugar indeterminado, desde donde también se veía:
 
“a Guasca estar, y alrededor cubiertas / sus dehesas de césped oloroso ”. [3]”. Es decir, a cincuenta kilómetros al nordeste de Bogotá seguía siendo visible la pirámide del Tolima.

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No sabemos si Ortiz leyó a Humboldt, pero es bien probable que su “pirámide del Tolima” llegara a un público amplio a través del Diccionario Geográfico Universal, dedicado a la Reina Nuestra Señora, cuyo tomo primero salió en Barcelona, 1831 .[4]. Esta obra enciclopédica recopila “las noticias más interesantes que encierran las varias obras que se han publicado en estos últimos años en Francia, Inglaterra y Alemania”. Pues bien, la entrada correspondiente dice así: “TOLIMA (PIRÁMIDE DE), pico de la cordillera de los Andes, en Nueva-Granada (Colombia)”. Luego de datos geográficos, en los cuales se incluye la medición de altura de Humboldt, se cierra el artículo con esta afirmación: “está cubierto de perpetuas nieves y se percibe perfectamente desde Santa Fé de Bogotá”. En la Nueva Jeografía Universal, ordenada por José M. Royo (París: Garnier, 1869), hablando de las cordilleras que atraviesan el Estado del Tolima, se menciona: “el bello cono del Tolima, levantado como una pirámide de plata a un lado del eje principal de los Andes.” Felipe Pérez, sin embargo, no emplea esta denominación en su Jeografía física i política del Estado del Tolima (1863).

La “pirámide del Tolima” se fue perdiendo de vista, literalmente, y la frase dejó de ser útil a los escritores. Una fotografía nos ha puesto en contacto con una vista del pasado.