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La poesía como descubrimiento y aprendizaje

Sebastián Santacruz

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Se ha llevado a cabo el Segundo Concurso Nacional de Poesía Pablo Neruda, realizado por la Universidad del Rosario y la Fundación Pablo Neruda de Chile. El concurso busca promover las nuevas voces poéticas de la Universidad y del país, consolidándose también como un lugar de encuentro entre aquellos jóvenes que comienzan a dar forma al mundo que habitan a través de la palabra.

Los dos ganadores de esta nueva edición del concurso han sido Angie Alejandra Cetina Contreras (A. Cetinna), por parte de la comunidad rosarista, y Diego Armando Peña (Roxana Rota) en representación a nivel nacional. El trabajo de Angie, titulado Cartas a quien corresponda, y los poemas Acero inoxidable y Ángeles del ya de Diego, fueron destacados por el Jurado calificador entre las demás propuestas por presentar un lenguaje acabado y contundente en su ejercicio poético. Aquí una breve reseña de los poemas de los dos ganadores.
 
La voz de Angie Cetina es una voz que interpela al amor, y al hacerlo, se encuentra con las orillas o los límites de la palabra, presentadas con la fragilidad y delicadeza del sentimiento que intenta anudar. La poesía de Angie nos permite reconocer que uno de los tópicos más comunes, tal cual es el amor, es y seguirá siendo un lugar por el cual transitar, extrañarse y sentir-con-el-pensamiento, como contingencia por descifrar
 
Me reconozco en la escritura, me reconozco en esa pequeña cosa propia/que como un bebé recién nacido/aún es torpe, dependiente y frágil
 
En el caso de la exploración poética de Angie, la fragilidad de la palabra no es sinónimo de debilidad, sino que esa búsqueda al dejar de ser íntima y abrirse al mundo, implica cierta forma de la vulnerabilidad que conoce solo lo que aspira a trascender, y también, por qué no pensarlo así, conlleva una rebeldía en contra de las fórmulas fáciles y comunes  del sentimiento
 
Los recuerdos se parecen tanto a ti/cual movimiento en las rocas/como quietud de un reloj/Imposible/Intermitente
 
Con Diego Armando Peña, la poesía se convierte en inquietud de la memoria y busca arrojar luz por los pasillos del recuerdo, que a través del ejercicio poético, se trasforman en algo más que una anécdota biográfica, para reinventarse en metáfora de lo cotidiano
 
Mi abuela a su modo/me enseñó que la nada/se presenta sin necesidad del óxido/pues luego de su muerte/los pocillos se refundieron/entre los lamentos de sus/hijos
 
La memoria y la (re)construcción de la identidad, señalan en Diego una apuesta por habitar el mundo a la vez que lo reedifica. Pero aquí la voz poética también aparece como un trabajo sobre imágenes que recortan el tramo entre lo abstracto y lo habitual: dios, la muerte o la idea de la nada, encuentran camino en los poemas en forma de pocillo, del óxido del acero y los objetos que fundan un hogar
 
Al fin los ecos de la nada no fueron suficientes/cada ladrillo de la casa/se quebró ante el progreso/y la única raíz del sitio/fue removida con el quita esmalte de moda
 
Los poetas ganadores del Segundo Concurso Nacional de Poesía Pablo Neruda, así como los otros 8 finalistas y demás participantes, nos permiten volver a pensar la poesía como posibilidad y exploración de la palabra en su ciclo de descubrimiento y aprendizaje. Por ello creo pertinente finalizar con una cita de Jacques Rancière[1], que resume (aunque se desborda) la ocasión de quienes tuvimos la oportunidad de entrever el trabajo de los jóvenes poetas colombianos: “La poesía no es primero una manera de escribir sino una manera de leer y de transformar lo que se ha leído en manera de vivir, de hacer de ella el soporte de una multiplicidad de actividades: errar, vagabundear, reflexionar, hacer la exégesis, soñar”.


Conoce el ganador dedel Segundo Concurso Nacional de Poesía

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