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La revolución liberal de mitad del siglo XIX

Kevin Ramírez Cáceres

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A propósito del bicentenario de la Campaña Libertadora, resulta imperativo rememorar el inicio de la denominada revolución liberal de mitad de siglo, cumpliéndose 170 años de la elección del General José Hilario López, dada el 7 de marzo de 1849, la cual llevó a cabo una serie de reformas políticas, económicas y sociales encaminadas a eliminar los remanentes del edificio colonial que permanecían en la República, a pesar de que la gesta independentista había proclamado todo un cambio institucional y social que no se había logrado llevar a cabo completamente.
 
Para mitad del siglo XIX gran parte del mundo se encontraba al calor de las diversas olas de reformismo, con especial influencia de la revolución francesa de 1848, y nuestro país no solamente no fue una excepción, sino que llevó las reformas un poco más allá. Al respecto comenta el historiador británico Eric Hobsbawm (2014): ‘’Nadie liberalizó de forma más radical que la República de Nueva Granada (Colombia) entre 1848 y 1854”(Pág. 50).Estas reformas fueron emprendidas principalmente por la primera generación nacida luego de la Independencia, un grupo de jóvenes, en su mayoría estudiantes de Derecho del Colegio San Bartolomé, que conformarían el sector de vanguardia (apodado como gólgota) del recién creado Partido Liberal (1848). Salvador Camacho Roldán, uno de los protagonistas de esta revolución, explica la intención de la misma: “El Partido Liberal triunfante en las elecciones de 1848 y 1849 había querido realizar en breve espacio todas las promesas no cumplidas de la Independencia” (Arteta, 1996, pág. 113).
 
La estructura económica del país conservaba la estructura legada por la Metrópoli española, por lo tanto, eliminar esta serie de prohibiciones y regulaciones fue uno de los principales objetivos de la revolución. Estas reformas fueron ejecutadas por Manuel Murillo Toro (1816-1880), quien ejerció el cargo de Secretario de Hacienda (1849-1853), y promovió la Ley de descentralización de rentas (1850) la cual le entregó a las provincias el control de los diezmos, aguardientes, quintos y derechos de fundición del oro, dando así los primeros pasos hacia el establecimiento del sistema federal, provocando, que la provincia de Antioquia decidiera profundizar la liberalización, al permitir la libertad total del comercio de oro sin contribución alguna, además, casi todas las provincias abolieron los quintos y los diezmos (Ocampo, 2010). Entre las reformas económicas destaca como la más significativa la abolición del monopolio del tabaco, esta fue decretada durante que aunque fue decretado durante el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera (1845-1849), no obstante, se implementó hasta 1850 debido al temor del vacío que le dejaría al fisco dejar de recaudar una renta tan importante para el Estado, por lo tanto, le correspondió al gobierno de López, implementar la ley que permitió la libertad de cultivo y explotación del tabaco en el país.

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La liberalización del tabaco permitió superar la estructura mono-exportadora colonial, ya que junto a la instauración de la navegación a vapor en el río Magdalena, desencadenó una rápida fase de expansión comercial que incluyó otros productos: “Para 1854/58, el tabaco representaba ya el 28% de las exportaciones, mientras el oro, sin reducir sustancialmente su valor, disminuyó su participación en las ventas externas de un 75 a un 33%. La quina y los sombreros de paja llegaban a representar, cada uno, casi el 10% de las exportaciones durante estos años.” (Melo, 1988, pág. 140). Por otro lado, el sistema colonial mantenía una serie de restricciones a la libre comercialización de propiedades y fuerza de trabajo por lo cual se eliminaron los censos, siendo una carga patrimonial sobre las propiedades urbanas y rurales (era un impuesto típico de la economía agraria colonial). También se eliminaron los mayorazgos, institución que limitaba la libre enajenabilidad de la propiedad, esta inmovilización de la propiedad heredada facilitaba el mantenimiento del latifundio.
 
Las reformas no se limitaron a la esfera económica, puesto que la búsqueda de las libertades políticas también hizo parte de la agenda liberal, por tanto, procuró reivindicar los ideales de los Próceres y Patriotas de la Independencia, de tal manera que la perduración de una institución como la esclavitud era incompatible con los ideales liberales y republicanos defendidos, ya que a pesar de que la libertad de vientres fue decretada en 1821, los hijos de los esclavos, que según la ley eran libres, seguían bajo la dominación de los amos de sus padres, de tal manera que el 21 de mayo de 1851 se decretó que a partir del primero de enero de 1852 todos los esclavos de la República de la Nueva Granada serían libres, además, los esclavos de otros países que llegarán a la nación también lo serían, asimismo, se hicieron arreglos para traer a esclavos neogranadinos que se habían vendido en el Perú. Para entonces aún permanecían 26,000 esclavos en el país Tascón (2005), sin embargo, la reacción esclavista no se hizo esperar, fue causa principal de la corta guerra civil de 1851.
 
En cuanto a las libertades individuales, aún persistían ciertas limitaciones a la libertad de imprenta, un valioso derecho en cualquier gobierno republicano, ya que se encuentra íntimamente ligado a la libertad de conciencia y pensamiento. Estas restricciones y censuras sobre los impresos se venían implementando desde el antiguo dominio monárquico, por lo cual, la proclamación de la libertad absoluta de imprenta fue una importante garantía, ley del 31 de mayo de 1851 estableció lo siguiente: “Art. 1. Es completamente libre la espresion del pensamiento por medio de la prensa” (Neo-Granadino, 1850, pág. 1). Esta medida fomentó un auge de periódicos en todos los rincones del país durante la década de 1850.
 
Por otro lado, la Iglesia Católica fue una institución bastante privilegiada durante el mandato de la Corona española, de tal manera, que el clero fue también objeto de los ataques anticoloniales, por ejemplo, el 18 de mayo de 1850, se promulgó el decreto que expulsaba a los jesuitas. Esta orden fue ejecutada por el presidente López, la decisión fue influenciada por la presión ejercida por la Sociedad Democrática de artesanos (club político que ejerció una importante influencia en la elección de López) y la mayoría del Congreso. La consigna liberal fue “la Iglesia libre, en el Estado libre, por lo cual se ordenó la abolición del fuero eclesiástico, es decir, se terminaba con el privilegio jurídico del clero, lo cual, provocó que se encontrasen sujetos a la ley ordinaria, además se prohibió que las autoridades estatales obligaran el cumplimiento de los votos religiosos, siendo estas medidas un ante sala de la separación entre Estado e Iglesia que proclamaría la Constitución de 1853. 

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Las reformas de la revolución liberal de mitad de siglo fueron cimentadas con la Constitución de 1853, bajo la presidencia de José María Obando, allí se expresaban los principios de garantía de los derechos individuales y pavimentaba el camino al establecimiento de la federación, sistema de organización territorial que se profundizaría con la Constitución de 1858, y que se establecería finalmente con la de Rionegro (1863), siendo esta última, la máxima expresión del ideario de los liberales gólgotas, apodados posteriormente como radicales, lo cual culminaría en la creación de los Estados Unidos de Colombia (1863-1886).
 
En conclusión, la revolución liberal de mitad de siglo dio un vigoroso impulso al cambio de instituciones y reformas que se llevaron a cabo en los primeros años republicanos, reformas progresistas, que debido a diversos motivos, tales como gigantesca deuda externa adquirida durante la Campaña Libertadora o el temor a la reacción de aquellos que perderían sus antiguos privilegios, se habían estancado. De tal manera que le correspondió a esta primera generación república finalizar la labor que con tanto empeño habían emprendido sus padres.  De tal manera que el reformismo emprendido desde mitad del siglo XIX dio inicio a un amplio periodo de transformaciones en la estructura del país, dando paso a la denominada Hegemonía liberal (1849-1886), periodo en donde fue demolida la estructura colonial heredada de España, cumpliendo así las promesas que hace 200 años se hicieron a sangre y fuego en los campos de Boyacá.

Bibliografía
 
Arteta, L. E. (1996). Economía y cultura en la historia de Colombia. Bogotá, Colombia: Banco de la República y El Áncora Editores.
 
Hobsbawm, E. (2014). La era del capital, 1848-1875. (4 ed.). Barcelona, España: Editorial Crítica.
 
Neo-Granadino. (6 de Junio de 1851). Libertad absoluta de la imprenta. Neo-Granadino(159), págs. 1-2.
Melo, J. O. (1988). Las vicisitudes del modelo liberal (1850-1899). En J. A. Ocampo (Ed.), Historia económica de Colombia (2 ed.). Bogotá, Colombia: Siglo XXI editores.
 
Ocampo, J. A. (2010). El sector externo de la economía colombiana en el siglo XIX. En A. M. Roca, & M. T. Ramírez, Economía colombiana del siglo XIX. Bogotá, Colombia: Fondo de Cultura Económica.
 
Tascón, J. E. (2005). Historia del derecho constitucional colombiano. Bogotá, Colombia: Universidad Externado de Colombia.