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Selvas tropicales

En la literatura están las claves para salvar la selva

Por: Ninfa Esperanza Sandoval Rojas

Foto:Juan Ramírez, Alberto Sierra, Leonardo Parra

Por primera vez, la Escuela de Ciencias Humanas de URosario ganó el premio de la Fundación Alejandro Ángel Escobar, considerado el galardón colombiano más prestigioso en las ciencias. El mérito fue del profesor Leonardo Ordóñez Díaz, quien mostró cómo los estereotipos sobre las selvas tropicales han tenido un efecto implacable en la destrucción de los bosques húmedos de la región.

La novela La vorágine, de José Eustasio Rivera, no narró únicamente la historia romántica de Arturo y Alicia, cuya felicidad nunca llegaría. Tampoco La Casa Verde, de Mario Vargas Llosa, muestra solamente tres historias de amor entrelazadas. Estas obras icónicas de la literatura latinoamericana sembraron en el imaginario de sus lectores la idea de que la selva es un espacio inhóspito propicio para la barbarie, la injusticia y la depredación.

Después de casi una década de analizar y estudiar textos narrativos que abarcan más de un siglo de la historia de la literatura hispanoamericana, el profesor, filósofo e investigador Leonardo Ordóñez Díaz evidenció los estereotipos que han mostrado con desprecio o que han idealizado a la selva y a sus pobladores originales desde los tiempos remotos de la conquista.

El ejercicio, que se inició como un aporte a la protección de las selvas tropicales, reveló que la manera de mostrar esos entornos, y a quienes los habitan, ha promovido y permitido los procesos de deforestación y deterioro de los bosques húmedos del continente.

La documentación detallada y rigurosa de cómo surgieron y se difundieron las prácticas nocivas de explotación que tienen al borde del colapso la biodiversidad y la cultura de los bosques tropicales de toda la región, le permitió al profesor Ordóñez obtener el galardón científico más preciado en Colombia:el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanas Alejandro Ángel Escobar, 2020.

Según el jurado del premio, el trabajo ganador Ríos que cantan, árboles que lloran. Imágenes de la selva en la narrativa hispanoamericana, “permite ser leído por múltiples públicos y desde múltiples perspectivas disciplinares. Adicionalmente, trasciende la realidad colombiana y engloba toda la región latinoamericana”.

El profesor Ordóñez, director del programa de Filosofía de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario, explica que “no hay una selva, sino muchas selvas”, razón por la cual incluyó en el análisis textos ambientados en los bosques tropicales húmedos de numerosos países de Sur y Centroamérica. Para el trabajo se apoyó en herramientas y desarrollos recientes de la filosofía ambiental, la biogeografía, la historia ecológica y la antropología cultural, entre otras disciplinas, abriendo así un diálogo fecundo de la crítica literaria con otras áreas del saber.

El tratamiento a la diversidad, los recursos y la cultura de los bosques tropicales húmedos no ha sido uniforme en todos los países de la región y, por lo tanto, hay gran variedad de imaginarios. La investigación de Ordoñez los caracteriza y muestra además cómo estos imaginarios han influenciado nuestra relación con los bosques, legitimando así las formas de colonización y explotación agresivas.

“Para algunas personas la selva es un lugar hostil y malsano. Para otras es un lugar de atraso y marginación, que necesita ser civilizado. Y para otras es un espacio puro y virginal, que debe ser protegido celosamente y que debe estar al margen de la intervención humana. Esas representaciones de la selva gravitan entre nosotros desde hace siglos, su legado ha propiciado una reducción alarmante de la biodiversidad y tienen al borde de la desaparición a sus pobladores originales”, afirma.
 

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“Es necesario reconocer que las selvas y sus poblaciones animales y vegetales no son meros recursos, sino que son entidades complejas y valiosas en sí mismas. También se debe aceptar que las comunidades autóctonas no son pervivencias del pasado, sino que han de ser tenidas en cuenta como interlocutores válidos que merecen consideración y respeto por la complejidad en la que se articula su estilo de vida y su relación con el bosque”, explica el director del Programa de Filosofía de la Escuela de Ciencias Humanas.

 


Una nueva forma de narrarla
 

 

Por esos graves impactos que ha tenido la manera de mostrar la selva es que el profesor Ordóñez aboga por un cambio inmediato de cómo verla y contarla. “Es necesario reconocer que las selvas y sus poblaciones animales y vegetales no son meros recursos, sino entidades complejas y valiosas.

También se debe aceptar que las comunidades autóctonas no son pervivencias del pasado, sino que han de ser tenidas en cuenta como interlocutores válidos que merecen consideración y respeto por la complejidad en la que se articula su estilo de vida y su relación con el bosque”, explica

Para lograr esa nueva narrativa pone como ejemplo la percepción que tienen de la naturaleza los hombres y mujeres nativos de estos lugares. Es el caso de los chamanes, sabedores y curacas amazónicos, quienes cuentan con un profundo conocimiento vegetalista. En general, señala el investigador, los pobladores de estas tierras, cuya manera de vivir no se comprende si no está ligada a la madre Tierra, dan pistas de qué tipo de relación con la naturaleza necesita consolidar la humanidad y cómo articularla. Una relación que pase de la explotación y la extracción a la simbiosis y al beneficio mutuo.

Ordóñez considera que la historia de la Amazonía es rica en lecciones al respecto. Sus pobladores han remodelado y acompañado la selva, han coexistido con ella y, a veces, la han afectado, por lo que el conocimiento que arrojan dichas experiencias es crucial para los humanos. Un saber que hoy está en peligro y a punto de perderse.

“Si queremos superar la crisis ecológica actual debemos dejar atrás la idea de que naturaleza y cultura son entidades separadas. Hace falta reconsiderar el hecho de que el avance histórico y tecnológico del hombre ha olvidado las conexiones con el sustento que ofrecen los ecosistemas de la biósfera”, resalta el profesor Ordóñez. E insiste: “La opinión pública necesita ser alfabetizada acerca del impacto de sus actividades sobre el entorno ambiental para entender el papel del ecosistema selvático en la preservación de un ambiente hospitalario para la humanidad”.

 

Los aportes que resaltó el Premio

Los jurados identificaron los aportes pluridisciplinarios de la investigación:
• Examina las relaciones económicas y ecológicas desiguales que están detrás del deterioro de las selvas tropicales.
• Fomenta y ayuda a orientar la protección de las selvas tropicales como parte de un esfuerzo indispensable para dar respuesta a los problemas ecológicos que hoy nos agobian.
• Resalta la necesidad de una «alfabetización ecológica» de la opinión pública, a propósito de las dinámicas de interacción entre las actividades humanas y los entornos ambientales.
• Enriquece la historia de las ideas de América Latina a través del estudio de las narrativas de la selva.

Fuente: Fundación Alejandro Ángel Escobar.
 

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"Esta tierra está hecha de hermosuras que jamás se han contado, o se han contado malamente, lo cual ha sido peor que callarlas". César Calvo, Las tres mitades de Ino Moxo, p. 187.

Con propósito social

La Universidad del Rosario viene haciendo desde hace más de diez años un énfasis creciente en investigaciones de impacto social, que permitan comprender mejor el contexto nacional y sus problemáticas. La investigación en el área de la ecología del profesor Leonardo Ordóñez Díaz, ganador del reconocimiento de la Fundación Alejandro Ángel Escobar, es muestra de ello.

“El premio es un indicador de que esa política investigativa apunta en la dirección correcta y de que conviene seguir apostando por ella, así como por los trabajos que profundicen en la problemática ecológica que enfrentamos hoy. De cara al futuro, es primordial seguir ahondando en quiénes hemos sido en el pasado y quiénes somos hoy para que podamos construir de manera consciente, sistemática y dirigida el país que queremos llegar a ser”, afirma el profesor.

“En lo personal, este trabajo es un aporte desde las ciencias humanas y sociales para la protección de las selvas tropicales. Una crítica al proyecto modernizador y de desarrollo promovido por políticas gubernamentales que separan la naturaleza y la cultura, y un llamado a la necesidad urgente de generar políticas efectivas de protección frente a la sobreexplotación del bosque, la deforestación, la ganadería extensiva y la invisibilización de las poblaciones y los saberes locales. El reconocimiento es una señal de que el problema que abordé está encontrando un mayor eco en la comunidad académica y que está ganando poco a poco la atención que requiere dentro de la agenda de asuntos de interés público, que son prioritarios para el futuro de Colombia y de otros países de la región”, concluye.

Qué encontrar en la publicación

La investigación Ríos que cantan, árboles que lloran. Imágenes de la selva en la narrativa hispanoamericana sigue un orden cronológico desde las novelas sobre la época de la conquista hasta los textos literarios actuales dedicados a la selva, y muestra algunos ejes temáticos inesperados, pero muy relevantes, frente a la situación actual de los problemas ecológicos, por ejemplo:
• El papel del feminismo en la defensa de los ecosistemas.
• El estatuto moral de las entidades no humanas (especialmente los animales y las plantas) y su posibilidad de ser reconocidas como sujetos de derechos.
• La relación de las sociedades occidentales modernas con los grupos aborígenes y su tendencia a verlos como residuos arcaicos de un pasado que debe ser superado.
• Las secuelas negativas del conflicto entre civilización y barbarie.
• El carácter maravilloso o mágico de la naturaleza americana.
• Los debates sobre el mestizaje y la hibridación en nuestras sociedades.

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Según el jurado del premio, el trabajo ganador Ríos que cantan, árboles que lloran. Imágenes de la selva en la narrativa hispanoamericana, “permite ser leído por múltiples públicos y desde múltiples perspectivas disciplinares. Adicionalmente, trasciende la realidad colombiana y engloba toda la región latinoamericana”.