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La cátedra de Matemáticas en el Colegio del Rosario colonial

portada

La fundación de la cátedra.

 

El trece de marzo de 1762 fue un día notable en la vida de José Celestino Mutis y en la historia científica de su tierra adoptiva, Nueva Granada. Con la aprobación del virrey Messía de la Cerda, vicepatrono del Colegio Mayor y jefe del propio Mutis, se procedió a “plantificar[1]” la clase de Matemáticas, “por su conducencia y facilidad con que puede conseguirse enseñando en un Pays donde se encuentran tantos ingenios aptos para su instrucion”.
 

Expediente de apertura de la cátedra, citado.

Siguiendo la costumbre académica, Mutis preparó una oración latina sobre “lo util, honrroso y apreciable de las Mathematicas”. La ceremonia tuvo lugar en La Bordadita, por la tarde, “con el mas lucido numeroso concurso”. Sobra decir que acudieron autoridades civiles y eclesiásticas, “universidades colegios y prinsipales vesinos”. Luego de la función, subió el virrey al aposento del rector, “donde se le tenia prevenido un bien dispuesto refresco y musica”. En muestra de su júbilo, el funcionario abrazó al catedrático. El día 15 (?) del corriente, tuvo lugar el exordio, con asistencia del teniente de Caballería Gerónimo Mendoza, el de Infantería José Duro y otros pajes de cortina, Pablo Guzmán, Antonio Escallón del Pozo y Diego Nieto. Del claustro, los doctores Manuel López de Vicuña, José Ramón de Burgos, Manuel Agustín de Alarcón [sc. Agustín Manuel], José Ignacio de Moya “y otros varios colegiales y estudiantes en bastante número”.

 

Este es el recuento hecho por don Pedro Alonso Vélez Ladrón de Guevara[2], secretario entonces del Colegio Mayor. Del Archivo epistolar[3] del propio Sabio sacamos datos contrarios: sabedores en la Universidad de Santafé (así la llama) de que Mutis “poseía medianamente las matemáticas”, le solicitaron leer la cátedra. Como Mutis ya se había negado a leer Medicina, esta vez tuvo que aceptar “las nuevas instancias que me hizo el Rector, valiéndose de su Excelencia, vicepatrono de la Universidad”. Coincide en que, el día inaugural, “el teatro fue el más lucido que hasta entonces hubo en Santafé”. Algo más hay que saber del auditorio: “Lo que yo noté y que puedo referir sin recelo alguno de engañarme, es una particularísima atención con que todos me oían. Jamás hubo un auditorio más pendiente de la voz del orador”. En estas memorias, el abrazo ocurre al descender el orador de la cátedra.
 

Tomo segundo de las obras de Cristiano Wolfio.

 

Las dificultades de la cátedra.
 

Dejamos a Mutis luego de haber hecho la oración latina y el exordio (principio) de su curso de Matemáticas. Según su confesión, leyó la cátedra hasta el año de 66[4]. De la mecánica de las clases se sabe que había dos lecciones (10:30-12 m; 4-5:30 p. m.), divididas en dos cursos de tres años de duración y que se seguía el texto de Wolfio[5].

 

En los registros[6] del curso académico 1773-74, ya no se menciona ni catedrático ni cursantes.
 

Expediente de apertura de la cátedra, citado.

En seis de octubre de 1786, desde Turbaco, el virrey Caballero y Góngora escribe lo siguiente: “Mediante à estimarse por conveniente el restablecimiento de el estudio de las matematicas en la capital de Santa Fee para que los jovenes que voluntariamente quieran aplicarse à ellas oygan sus utiles, y curiosas lecciones”, decide restablecer la cátedra en el Colegio Mayor. El año siguiente, cuenta con el respaldo de la Corte, para “que en ese Reyno, igualmente que se practica en España, se pongan los estudios y facultades mayores bajo de un metodo arreglado y uniforme para que puedan verificarse mayores adelantamientos que hasta ahora[7]”. Al efecto, se nombra catedrático sustituto a Fernando Vergara[8], quien debía ejecutar el plan que le trazara Mutis, en su calidad de propietario de la cátedra.

 

En consecuencia, Mutis redacta el Plan provisional para la enseñanza de las Matemáticas en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario etc., donde ya no sigue a Wolfio, sino a Benito Bails[9], de la Real Academia de San Fernando, “cuyo acierto lo publican los aplausos de todas las escuelas de la Peninsula, donde se halla universalmente adoptado”.
 

Tomo segundo, coincidencialmente, de las obras de Bails.

Para el año 1787, figuran como discípulos don Pedro Pradilla y Silva y don José Manuel Torrijos; ambos defendieron conclusiones públicas. Pradilla defendió “algunas proposiciones de la Astronomia y desempeñó con mucho luzimiento, y a satisfaccion de el Teatro”[10]. En 1798, Domingo Caycedo defendió “cincuenta y seis proposiciones de Astronomia”, pero ya bajo la dirección del Dr. Juan Francisco Vásquez Gallo, catedrático de Filosofía[11]. Para el curso 1804-5, tenemos la novedad de que el catedrático sustituto es Jorge Tadeo Lozano, pero no figuran alumnos ni conclusiones sobre la materia.

 

En febrero de 1809, se nombra para la cátedra en propiedad, “supuesta la notoria aptitud del D. D. Francisco Caldas, confirmada en el servicio que há hecho en la interinidad de ella”[12].
Sabemos, por documentos, de la existencia de dos alumnos del curso de 1810: Rafael García Romero y Lino Pombo, quien dedica unas conclusiones de Aritmética y Geometría a santo Tomás.

Esta es la historia de la cátedra colonial de Matemáticas en el Rosario, como podemos reconstruirla por las colecciones del Archivo Histórico.



El Plan provisional viene también en el citado Expediente de apertura.

 

[1] “Plantificar. v. a. Lo mismo que plantar en el sentido de poner en execución la planta ò idéa. Es voz nuevamente introducida, sin necessidád”, advierte el Diccionario de autoridades, s. v. Madrid, 1737.

[2] Expediente de apertura y restablecimiento de la cátedra de Matemáticas en el Colegio Mayor del Rosario. AHUR, v.10 ff.79-93.

[3] Hernández de Alba, G. (1968). Archivo epistolar del sabio naturalista don José Celestino Mutis. Tomo I. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica; pp. 27-28.

[4] Mutis acompañó al virrey a Cartagena desde septiembre de 62 hasta mediados de 63. La oración latina para el tercer curso fue editada por Ortiz, p., Bernal, J., Gómez, A. (2009). Filosofía natural mutisiana. Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

[5] Christian Wolff (1679–1754), filósofo alemán, compuso Anfangsgründe aller mathematischen Wissenschaften (1710: Elementos de todos los conocimientos matemáticos); en latín, Elementa matheseos universae (1713–15). La edición latina citada viene en dos tomos: el primero comprende el método matemático y las materias, de la Aritmética a la Hidráulica; el segundo, de la Óptica a la Arquitectura civil y militar. En el Colegio Mayor existen una edición suiza de Gosse (1740-47: E10N030, E10N031), en dos volúmenes; y otra suiza de Cailler (1773: E08N017). Los datos de la metodología mutisiana son de Hernández de Alba, G. (1940). Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Editorial Centro.

[6] Guillén, M. (2006). Los estudiantes del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1773-1826. Centro Editorial Universidad del Rosario.

[7] Expediente de apertura y restablecimiento de la cátedra de Matemáticas, citado.

[8] Bachiller en Filosofía y Derecho canónico, licenciado en Cánones; catedrático de Filosofía y de Matemáticas (Guillén 2006).

[9] Matemático y arquitecto español (1730-97). En el Archivo Histórico se conservan los Elementos de matemática (tomos II-VI; Madrid: Joachin Ibarra, 1779). Todo el significado de este cambio lo trata el profesor Luis Carlos Arboleda en “La Introducción del método analítico en la enseñanza de las matemáticas en

Colombia”. En: Revista Paradigma, Vol. XXXIX, Nro. Extra 1, junio de 2018 / 202–222.

[10] AHUR v.125 f.29r.

[11] Quien dirigió asimismo otras proposiciones científicas. AHUR v. ff. 71v-72r. Lo mismo ocurre en el curso 1807-8, conclusiones de Astronomía bajo la dirección del catedrático de Filosofía.

[12] AHUR v.16 f.263.