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La gran excursión escolar de 1925

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En un ambiente de reforma de la educación, a la que todavía se calificaba de colonial, se produjo un "acontecimiento que formará época en los anales de la instrucción pública de Cundinamarca". ¿De que se trató? Nada menos que de una excursión escolar a la capital.

 
La gran excursión escolar de 1925.

En virtud de la Ley 33 de 1925, firmada el 7 de marzo por el presidente de la República, Pedro Nel Ospina, y el ministro de Instrucción y Salubridad Públicas, Juan N. Corpas, debían fijarse la Fiesta del Estudiante, la excursión escolar y la sesión solemne en la Universidad Nacional.

 

La disposición de toda la celebración quedó consignada en la Resolución n.o 7 de 1925, de cuyos considerandos interesa ver la justificación de las excursiones escolares:
 
 

 

2.o Que la moderna pedagogía considera las excursiones dichas como uno de los medios más eficaces y adecuados de que dispone para la educación del niño en las diversas esferas de su actividad: ya en la intelectual, ilustrando su entendimiento con importantes conocimientos en ciencias naturales, historia, geografía, y otras materias no menos útiles; ya en la espiritual y moral, fortaleciendo su carácter con la disciplina de la voluntad; ya en la puramente física, apercibiendo su cuerpo para las fatigas del trabajo con ejercicios y prácticas higiénicas y con el estimulante cultivo de la frugalidad y la templanza*.

 

En cuanto a la fecha, se fijó el 12 de octubre, Día de la Raza, para que las escuelas de varones (mayores de diez años) del Departamento se dirigieran a la capital. Los niños que acudieran a la cita debían presentarse con su equipo: “manta (cobija), dos mudas de ropa, una taza (ojalá de metal) y una cuchara de sopa”. Suponemos que por razones higiénicas, los “alumnos excursionistas deberán traer cortado el cabello a cepillo”. Los gastos de la excursión dependían del auxilio votado por el respectivo Concejo. Fueron designados para componer el comité organizador los señores Francisco J. Barbosa, Heraclio Romero, Luis Francisco Rivas y Edmundo Vilar.
 
 

 

Arreglado todo, el director de Instrucción Pública, José María de Guzmán, envió una circular a la prensa, buscando propaganda para la “realización de una empresa grandiosa, si las hay”, de “gigantescas proporciones”, que pondría a desfilar por las calles bogotanas a “veinte mil niños cundinamarqueses”.

 

Ya en el Informe del comité organizador, se declara que este se instaló el 8 de agosto; que formó un programa académico, consistente en tres conferencias del Dr. Carlos Alberto Lleras Acosta, orador sagrado, “con el fin de interesar a nuestra sociedad en la excursión escolar”; y que solicitó apoyo económico del sector privado. Se elaboró el itinerario didáctico, sobre temas de “humanidades, comercio e industria”. Se expresa la cifra exacta de excursionistas: 9925, que recibieron las “caricias y atenciones” del pueblo y autoridades bogotanos, y que regresaron a sus municipios sin “lamentar ningún contratiempo por razón alguna”.
 
 
 
*Toda la información e imágenes están reunidas en Barbosa, F. (1926). La gran excursión escolar de 1925. Sus antecedentes y su desarrollo. Bogotá: Editorial Manrique.