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Miguel José Masústegui y Árcher Calzada, segundo fundador del Rosario

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Indudable y justamente, la figura más reproducida en la iconografía de la Universidad es el Fundador. Luego vendrían los rectores Carrasquilla y Castro Silva, que ejercieron por casi un siglo y convirtieron el Colegio colonial en la creciente universidad moderna. Es decir, se representa el origen y el pasado reciente. Existe, sin embargo, otro rector varias veces representado, a quien correspondió llevar la rienda en la segunda mitad del siglo dieciocho. Con todos sus nombres, se llamó Miguel José Masústegui y Árcher Calzada. Natural de Ibagué (1715-96), vistió la beca de colegial a los trece años. Se recibió de doctor en 1736 y accedió a las cátedras del Colegio, así como a los empleos de maestro de ceremonias, vicerrector y rector; oficios que desempeñaba entre curato y curato, o mientras era revisor de libros de la Inquisición o canónigo magistral de la Catedral. Solo le faltaba ser benefactor del Colegio, mérito que ganó donándole cuantiosos bienes. Por su servicio y generosidad se le ha conocido como segundo fundador del Rosario.
 

Esta y otras imágenes están disponibles en la página del Museo.

 

 

La iconografía.

Debe principiarse por el monumental óleo del Aula Máxima, obra de Joaquín Gutiérrez, “muy característica de la típica manera de pintar de este, entregado por igual a un afán naturalista en los rostros, a un acartonado amaneramiento descriptivo en las indumentarias, y a una académica ‘pose’ de las figuras. (...) Gutiérrez es quizá quien mejor representa la síntesis de los significados de la actitud criolla en toda la pintura novogranadina”, según el juicio de Gil Tovar (1982). Con este óleo se relaciona otro retrato, atribuido al mismo Gutiérrez, pero en formato de medio cuerpo.
 

Imagen del Museo institucional.

 

Luego vendrían los que no protagoniza Masústegui. Una escena de grado, correspondiente al colegial Pedro Pradilla, que luego figuraría en la historia nacional. La figura del graduado comparte la escena con la del entonces rector Masústegui, a manera de rompimiento de gloria. Según la opinión de Gil Tovar, “el conjunto de esta pintura (...) es deliciosamente candoroso, sin ser popular dadas sus pretensiones. Las filigranas rococó de las cartelas junto a la simplicidad acartonada de los retratos, la impericia en la perspectiva arquitectónica y el afán realista del árbol denotan una mano aficionada, en el círculo del pintor Joaquín Gutiérrez, y quizá en su taller”.
 

Detalle del óleo Ofrenda del colegial Pedro Pradilla y Silva.

 

Cierra la imagen alegórica del Colegio del Rosario, de Acevedo Bernal, donde Masústegui aparece detrás del Fundador. El antiguo gusto por las alegorías, según Gil Tovar, derivaba de las suntuosas cubiertas de los palacios italianos renacentistas.

La iconografía masusteguiana representa dos épocas de la pintura colombiana, la colonial y la republicana.
 

Detalle de la
Alegoría del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.

 

Gil, F. (1982). Historia y arte en el Colegio Mayor del Rosario. Bogotá: Ediciones Rosaristas.