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¿Ingrato yo? La restauración del claustro del Rosario, en 1836

marcelino.jpg

Una carta personal de nuestro Archivo es testimonio de las dificultades económicas que suelen afectar a las personas. Este fue el caso de Marcelino Castro, en 1836, quien no pudo contribuir a las obras de su Colegio, amparado en buenas razones. Este es el documento:

Caja 27 f. 162

Bogotá Abril 7 de 1836

Al S[eño]r Rector del Colegio M[ayo]r de N[uest]ra S[eñor]a del

Rosario

ingrato-yo_2.jpg

En una carta sobre asuntos propios del Rosario, hallamos una referencia a la historia de la música en Colombia.

 

Señor:

Con sumo aprecio igualmente que ternura,

[Al margen: Ingrato] he leydo la muy atenta carta, que con fecha

6,, del presente se ha servido V[uestra] S[eñoría] honrarme:

en ella veo desarrollada la interesante historia

de casi doscientos años, que nuestro muy ama-

do i s[iem]pre respetable Colegio cuenta de exis-

tencia; i abiertos sus anales nada hay mas

cierto que el paragrafo 4.o de la citada car-

ta.

En el año de 1826, vimos con asombro

salir de entre sus ruinas, i sobre las ma-

nos de sus hijos, al Colegio del Rosario; i

[] este acontecimiento se hizo tanto mas sen-

sible, cuanto fue mayor el triunfo de los

hijos de S[a]n Bartolomé por la estavili-

dad del suyo, en que ni una teja se movió

de su lugár.

Si V[uestra] S[eñoría] tiene la bondad de re-

gistrar el libro de cuentas formado por el

Il[ustrísi]mo Sotomayór, hallará, que yo fui

uno de los que contribuyeron con una su-

ma mas considerable para la neva exis-

tencia de n[ues]tro Colegio, que en el año en que

ninguno de sus hijos pudo costear la fiesta

de la Bordadita, ni las rentas del Colegio

podian soportár este peso, yo fui su apo-

yo; i aunque lo digo con pena, fui el

objeto á quien bolvió sus ojos el S[eño]r Rec-

tór, i sus lagrimas quedaron enjugadas:

asi lo publicó con su acostumbrada

[] sinceridad i franqueza el Il[ustrísi]mo S[eño]r

Sotomayor, que en señal de gratitud me

suplicó como por un favór, le permitie-

se predicár el sermón, i estrenár el can-

to nuevo que para solemnisár mas la

fiesta, dirijió el Docto Velasco.

Empero las circunstancias hán

variado, Señor, V[uestra] S[eñoría] como versado en las le-

yes de n[ues]tra Republica granadina, i co-

mo hombre publico sabe, que ultima-

mente se hán suscitado todas las pen-

siones que la Republica de Colombia ha-

bia prohivido pagasen los canonigos, es-

timandolas injustas i abiertamente con-

trarias á la igualdad legal de los em-

pleados; que há hecho revivir tambi-

en las pensiones que los curas habi-

an pagado en tiempo de los Reyes,

[] i que la Republica de Colombia habia

suprimido como injuriosas á la porción

mas privilejiada; i como si todo esto no

bastara para arruinár á un eclesiastico,

se nos obligó á reintegrár en la caja de

Diezmos la crecida cantidad de cuarenta

i nueve mil pesos, que para suplír

á los empleados civiles, habia tomado

prestados el General Urdaneta.

Por estas consideraciones, que

la gran prudencia de V[uestra] S[eñoría] tomará en con-

sideración, lo unico que puedo ofrecerle es

mi respetuoso afecto, i la promesa de

mis servicios pecuniarios i personales

para cuando mejore de fortuna.

Soi de V[uestra] S[eñoría] am[ig]o af[ectísi]mo i humilde serv[ido]r

Marcelino de Castroingrato-yo_3.jpg

Grado de Marcelino Castro [detalle]. Óleo sobre lienzo, 105 x 83; anónimo, siglo XIX. Museo de la Universidad del Rosario; reg. 617.

Contexto histórico.

En 1836 hubo un terremoto en Bogotá que derrumbó, por segunda vez, la torre de la iglesia[1]. No hay registros en la bibliografía histórica, pero es cierto que, en el mes de marzo, comenzaron a recibirse contribuciones de los rosaristas, a pedido del rector, destinados a la refacción de la torre. No hemos encontrado el documento con la solicitud de auxilio a los rosaristas.

¿Podía tacharse de ingrato a Castro? Parece que no: en las cuentas presentadas por el rector Sotomayor en 1827, “de lo gastado en la redificacion i reparo de las ruinas causadas por el temblor aprovadas en 22 de Marzo”, además de dejar sentado que el temblor ocurrió el 17 de junio de 1826[2], listan los aportantes según las cantidades, en orden descendente. Allí, efectivamente, con cien pesos figuran Miguel Uribe, Fernando Caicedo, Juan Agustín Rocha y Marcelino Castro. El citado Sotomayor, casualmente, tampoco pudo contribuir al Colegio en 1836.

 

[1] Guillén, M. (2003). Rectores y rectorías del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, 1653-2003. Bogotá: Academia Colombiana de Historia.

[2] Boussingault escribió un artículo para la Sociedad de Geografía de Francia (abril y mayo de 1828) una relación de los terremotos hasta entonces. El pasaje que interesa dice así: “El 17 de junio de 1826, sufrió Bogotá uno de los mas fuertes terremotos que de memoria de hombres habia habido en aquella ciudad; varios edificios se arruinaron; y el 16 de noviembre del año siguiente (1827), otro terremoto destruyó muchas poblaciones en Popayan y Neiva”. Boussingault, F.  Roulin, D. (1849). Viajes científicos a los Andes ecuatoriales. París: Librería Castellana. El texto francés puede leerse aquí.