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Con motivo de otro aniversario de Francisco José de Caldas, reunimos varias piezas en una exposición temporal del Archivo Histórico. Aquí presentaremos un fragmento de un manuscrito suyo, donde esbozaba los artículos que luego aparecerían en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, que editó en el periodo 1808-10.

En virtud del Acuerdo n.o 7, la Consiliatura, “deseando tributar nuevo homenaje de admiración, gratitud y cariño á la santa del egregio fundador” y “correspondiendo a los deseos manifestados desde hace muchos años por distinguidos hijos del Colegio”, acordó erigirle una estatua, mediante suscripción voluntaria entre los rosaristas, en dos de marzo de 1906.

Cuatro meses se cumplían del uso indebido de don Rafael García Romero de dos preeminencias, a saber, “llebar por escudo las Armas de este Ylustre Colegio, y la de tener un asiento que por su antiguedad no le corresponde: y como uno y otro cede en desdoro y perjuicio nuestro, lo hacemos presente a la justificación de Vuestra Señoria para que se sirva indemnisarnos de estos daños, privando a Garcia de dos distinciones que solo se deben al merito y a la antiguedad quando se allan en un mismo sugeto”[1].

Causa cierta emoción histórica ver estampada la firma de un personaje reconocido o poderoso. Se produce una especie de vértigo temporal cuando, como en el caso presente, lee uno en un folio el nombre Francisco Antonio Moreno.

Otro aniversario de Francisco José de Caldas es la ocasión para resumir lo que tenemos de su trayectoria en el Colegio Mayor. El recorrido principia con la Información, aprobada en 18 de octubre de 1788.

A propósito de la conformación de los archivos, esas grandes agrupaciones de documentos que producen las instituciones o las personas a través del tiempo, se puede hablar de las distintas clases o tipos documentales que lo componen con algunos ejemplos del fondo documental del archivo histórico de la Universidad del Rosario.

El trece de marzo de 1762 fue un día notable en la vida de José Celestino Mutis y en la historia científica de su tierra adoptiva, Nueva Granada. Con la aprobación del virrey Messía de la Cerda, vicepatrono del Colegio Mayor y jefe del propio Mutis, se procedió a “plantificar[1]” la clase de Matemáticas, “por su conducencia y facilidad con que puede conseguirse enseñando en un Pays donde se encuentran tantos ingenios aptos para su instrucion”.

Hace poco, dos libros de nuestra colección dieron pie a una nota sobre las gramáticas chibchas. Ahora, compartimos un artículo de la Revista del Rosario, número del Quinto Centenario, sobre la obra de Lugo.