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El griego en el Rosario. Preliminares

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Un claustro y sus maestros.

Para Armando Romero Lozano*, el esplendor de la Facultad de Filosofía va de su fundación, en 1892, hasta la Primera Guerra Mundial, en 1914. En dicho periodo, “los estudios humanísticos se adelantaron con mayor intensidad y brillo, aunque no con la extensión progresiva que tan altas disciplinas requieren”. La Facultad declinó a la par con su fundador, luego de la confrontación bélica. Por esos días, “los estudios humanísticos no pasaban de las lecciones de gramática griega” y el estudio del dialecto ático. El catedrático encargado de dicha lengua era Francisco María Rengifo, junto con las lecciones de Filosofía, antigua y medieval.
El campo latino lo cultivaba el vicerrector, Jenaro Jiménez, “para quien no tenía secretos la complicada métrica de Horacio”. Asimismo, Roberto Cortázar y Miguel abadía Méndez. En los cursos superiores, Suprema de Latín, no se contaba con profesores destacados. Antonio Gómez Restrepo se encargaba, con “magisterio sólido y erudito”, de la Historia de la Literatura, cuando no se desempeñaba como diplomático. En tales casos lo remplazaba monseñor. En latín, se principiaba por la Sintaxis, luego se estudiaba la Prosodia, de la mano del Dr. Jiménez, “naturaleza curiosamente tímida y elusiva”. La cuestión era “disecar” a Horacio, desvelar los “complejos pormenores y encajes de su vestidura rítmica”, auxiliados por el texto, “deficiente pero único”, de Abadía Méndez, “político y gramático, como es de regla en nuestra historia”.
La “dieta” clásica consistía en tres años de Latín y dos de Griego, que “apenas alcanzan para salvar, un poco más allá, las dificultades de la Gramática y la Prosodia”.

De los últimos graduados, Romero Lozano.
De los últimos graduados, Romero Lozano.

Fuera del Claustro, apenas nombra a López Álvarez y a Motta Salas. El resto es simulación, como la de “cierta escuela o grupo político literario muy expandido (…), en una fecunda región montañosa del occidente colombiano, a favor de una elevada figura eclesiástica de mucha autoridad sobre las mocedades locales, el P. Nazario Restrepo”.

Griego en el Rosario.

Respecto del método, apunta el autor que aprendían griego según el modelo moderno o iotacista; es decir, según Reuchlin. Como con respecto a la filosofía, de nuevo su diagnóstico es desalentador: “No ha habido verdaderos helenistas en Colombia”. Sin compartir el pesimismo de Romero, es innegable que el griego, en Colombia, está vinculado a hombres de la Iglesia.
El estudio de la lengua helénica, en el Claustro, no es tan antiguo como el de la latina. En una primera investigación, podemos concluir que la cátedra se fundó para quienes optaran el título de doctor en filosofía, en tiempos de Carrasquilla**. Citamos, a propósito, las palabras de monseñor sobre la educación clásica, en general:

Remitimos al estudio de la historia de la Facultad, por Álvaro Pablo Ortiz, de donde tomamos la cita y otros datos.
Remitimos al estudio de la historia de la Facultad, por Álvaro Pablo Ortiz, de donde tomamos la cita y otros datos.

Exagera Luis María Mora, cuando dice que Carrasquilla fundó la cátedra de Griego en el país. Consta que, en San Bartolomé, ya existía. Así lo prueban unos certámenes de 1859.
Revisando los datos de la primera nómina de catedráticos para el citado doctorado, tenemos los nombres de los primeros profesores de Griego ("protodidáscalos"):

Se comprueba el hecho de que nuestro griego es eclesiástico.
Se comprueba el hecho de que nuestro griego es eclesiástico.

De Cortés Lee hay suficiente información. De Darío Galindo, sabemos que fue alumno del Seminario y párroco de Las Aguas.

Acta de grado de Francisco Rengifo
Acta de grado de Francisco Rengifo (1905). Parte de la examinación versó sobre Sintaxis griega y Suprema de latín.    

*Un claustro y tres maestros. Universidad del Valle, 1958. **El doctorado fue aprobado por el Patrono, en abril de 1893. LM Mora, 35.