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Reflexiones sobre la comprensión histórica

Steven Jurado

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La vida debe ser comprendida hacia atrás.
Pero debe ser vivida hacia adelante.

-Kierkegaard-

La historia es un vasto y complejo proceso de génesis, crecimiento y organización a través del cual la humanidad busca tomar conciencia de sí misma, de su situación en el mundo, y del individuo como agente importante y como motor de toda historia. Detrás de esta complejidad tenemos al historiador, un sujeto que debe estar dotado de sentido y sensibilidad, que parecen ser indispensables para acercarse a lo acaecido, a aquello que parece lejano en el tiempo y más importante aún, acercarse a todo aquello que ya no nos es nuestro y que al tiempo parece ajeno a nosotros, pero no lo es.

Entre los muchos ejercicios de la historia se encuentra la comprensión. Esta será la herramienta de la que se vale la historia para tener ese acercamiento con aquello que el tiempo se ha encargado de alejar, o incluso de arrebatarnos completamente. Toda narración, desde la más ambiciosa y universal hasta la más pequeña y particular requiere de simpatía por parte del historiador, simpatía por el tema, por el otro que se volverá indispensable en el oficio del historiador.

En todo caso cabe preguntarse: ¿qué es comprender? Etimológicamente hablando, “comprender” viene del latín comprehendere, cuya definición más cercana sería el entender o capturar completamente todo lo que se ha dicho. Es entonces una palabra cargada de significado. Por eso es importante reflexionar lo ambicioso que puede resultar el que la historia la use para determinar unos de los oficios del historiador. Así pues, la comprensión histórica debe verse entonces como un esfuerzo por entender ya sea un momento o un ser humano que nos acerca a la historia.

No basta entonces con simpatía o simple interés, en este tortuoso ejercicio de comprensión como historiadores nos enfrentamos a toda una serie de dificultades. Como lo expone Marc Bloc en El oficio del historiador, la historia debe renunciar a la idea de que puede comprenderlo todo, hay que formar una historia que nos permita saber que nunca comprenderemos lo suficiente. “La comprensión exige siempre un precedente, según tal exigencia la comprensión se extiende hasta el infinito” (Simmel, 1998). Comprender es entonces un ejercicio constante, inacabado, imposible, pero que es necesario y que a pesar del esfuerzo se llega solo a un aproximado.  Muchas veces nos enfrentamos a situaciones complejas en la que es difícil el comprendemos a nosotros mismos, no podemos pretender entonces el comprender al otro totalmente.
La historia debe entenderse entonces como una disciplina que mantiene un esfuerzo por comprender las muchas capas del acaecer de los hombres, capas que se forman por la interacción humana y que tienen sentido para lo que se quiere comprender. Entre estas capas de interacción identifico tres que deben tenerse en cuenta al llevar a cabo este oficio del historiador.

En este orden de ideas, tenemos primer el acaecer en la historia, entiéndase este acaecer como todo aquello que ya sucedió, que son precisamente esos procesos a los que nos acercamos como historiadores. En segundo lugar, tenemos la acción humana, que toma un lugar importante en la comprensión. Y, en tercer lugar, como centro de toda comprensión está el sujeto, la capa más difícil de explorar, cuya complejidad es tan grande que nunca se podrá tener una verdad absoluta sobre este.

Antes de explorar un poco lo que son estos niveles de comprensión, me parece pertinente plantear e intentar de responder una serie de preguntas que nos permitan tener un mejor acercamiento con este ejercicio de la comprensión histórica y el cómo es que está presente el papel del historiador en esta tarea.

En primer luga, ¿cómo comprende el historiador? La comprensión—en un primer acercamiento—es como se diría en literatura una omnisciencia, es decir, el historiador es como el narrador omnisciente que tiene una comprensión completa de todo el panorama que se intenta narrar. Así pues, el historiador tiene un papel en el que ve todo desde encima. Esta amplia visión permitirá ver todos los matices, de la historia, porque es importante entender que la realidad no es blanca y negra, sino que son muchos los matices y son cuantiosos los “colores” muy complejos que adornan a la humanidad. Sin embargo, no porque vea las cosas desde afuera, en un sentido panorámico, significa que tenga una total comprensión de las mismas.

En ese sentido se puede decir que este trabajo de comprensión del historiador es análogo al trabajo del radiólogo, en medicina, que lee las placas radiográficas, pues el radiólogo desarrolla una capacidad para distinguir las gamas de los grises que componen la radiografía. Siendo esto muy cercano al historiador que debe desarrollar una capacidad para distinguir los distintos niveles que componen la comprensión histórica. De ahí que el historiador deba tener esa capacidad y esa sensibilidad de percibir los distintos matices alrededor de lo que este desea comprender.

De igual manera, en el momento en que el historiador hace su trabajo es pertinente que tenga una apertura total de pensamiento. Por ejemplo, Jaime Jaramillo Uribe en el prólogo de La historia Extensa de Colombia, relata como en algunas escuelas de antropología se hacía indispensable que el estudiante de antropología hiciera una narración de una iglesia, sin tener en cuenta ningún tipo de sentimiento religioso, sino que tuviera la capacidad de hacer una presentación absolutamente objetiva. Que no es un trabajo fácil, pues el tema de la objetividad es otra cosa sumamente compleja, ya que de alguna manera al historiador lo maneja también una pasión y un sinfín de preceptos que muchas que pueden alejarlo de un trabajo objetivo.

Por esto, hay quienes han dicho que el historiador o en general el estudioso de las ciencias sociales, debe tratar de borrar muchos prejuicios, porque de alguna manera como se dice “Nadie ve el mundo con ojos prístinos” en el sentido de que todos tenemos una carga emocional, de prejuicios, de preceptos y de vivencias previas que nos impiden ver las cosas con toda la objetividad. Pero en lo posible, al historiador de todas maneras tiene que moverlo una pasión por el conocimiento y por entender las circunstancias o situaciones, o los otros, debe equilibrar lo racional con lo emocional. Por ejemplo, Borges describía la poesía como la emoción recordada en la serenidad, y creo que la historia debe contar con esos dos elementos. La emoción que le permita interesarse en el hecho o circunstancia histórica, y la serenidad que le permite valórala, evaluarla, exponerla. Porque finalmente la historia es también un relato, es descripción y análisis de una serie de hechos.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que hay múltiples comprensiones de la historia, hay distintas visiones de un mismo acontecimiento. Pero eso hace rica la historia y ha permitido que, en materia de fuentes, el uso de las mismas sea muy variado y permita distintas interpretaciones. Que es un poco el discurso de Marc Bloch en apología para la historia, pues no todos los historiadores comprenden de igual manera, y aquí se vuelve al hecho de que la comprensión es un ejercicio fragmentado e infinito por parte del historiador.

En resumidas cuentas, comprender completamente al otro no es fácil, y este es un atractivo para la historia, ya que la historia es como una obra inacabada, nunca se dice la última palabra en historia, siempre es posible volver sobre unos mismos hechos y tener una visión nueva. Este es un aliciente, un estímulo que tiene la historia, pues siempre está la posibilidad de hacer una nueva lectura sobre las cosas.

En segundo lugar, creo que también es importante preguntarse ¿por qué el historiador quiere comprender al otro?  Se puede ver en el sentido de que una de las virtudes del historiador es la empatía con la humanidad en general, entonces, esa empatía necesariamente tiene que traducirse en una contradicción, en un acercamiento s la posición del otro para entender todos los fenómenos históricos. Desde mi punto de vista “ponerse en los zapatos del otro” como se dice coloquialmente, es la forma natural de lograr entender que todos somos parte de una humanidad y posiblemente tenemos un destino común.

Por último, cabe también el preguntarse ¿por qué es importante comprender? Creo yo que es un fundamento del oficio del historiador, pues viene a ser una de las muchas funciones de la historia. Si vamos al fondo del asunto, hay que ver también cual es la importancia de la historia como tal, que es algo muy discutible, al entrar en el debate de lo que nos aporta la historia. Muchas veces se cree y cae en la discusión de que la historia se debe usar para prever el futuro, que resulta ser algo imposible porque el futuro es algo incierto y que no podemos determinar cómo dado con el simple estudio del pasado.

Entonces aparentemente se puede pensar la historia con fines de entretenimiento. Por ejemplo, Bertrand Russell, filósofo y pensador muy importante, en su famoso ensayo titulado Conocimientos Inútiles decía que desde que descubrió como habían llegado los melocotones a la Gran Bretaña, le habían gustado mucho más, por toda una historia en la que se narra cómo llegan desde Asia hasta una isla británica, siendo esto lo que le cautivo mucho más sobre esta fruta.

De manera tal, que la historia es también algo lúdico para mostrar como la humanidad en su devenir ha actuado durante tantos siglos. De alguna manera, la historia sí nos debe acercar a reflexiones que nos permitan repensar nuestra situación presente, y precisamente la manera en que se puede dar esta reflexión es acudiendo al pasado. En últimas, en el ejercicio en que intentamos comprender al otro intentamos entender también una problemática o una situación histórica que ha tenido repercusiones que han llevado a que nos encontremos y preocupemos por ellas.

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Ahora bien, como lo había venido mencionando el ejercicio de comprensión histórica es un ejercicio que requiere de distintas habilidades por parte del historiador, pues son muchos los matices en los que se puede dividir el objeto a comprender. Desde mi punto de vista, la manera más fácil de ver la comprensión histórica es dividirla en lo que he llamado “Niveles de la comprensión histórica” que en mi opinión son tres grandes niveles por los que se preocupa el historiador y son estos los que le ayudan a tener una visión más amplia del acaecer histórico.

Acaecer histórico
La historia es un esfuerzo por comprender capas y capas del acaecer de los hombres. Entendiendo las capas como la interacción humana, que tiene sentido para lo que se quiere comprender. La historia quiere captar por ello a los hombres, y es donde están estos hombres, que el historiador encuentra su objeto de estudio. En este gran y complicado ejercicio lo primero a lo que nos enfrentaremos es lo que “sucedió”, ese acaecer debe entenderse como aquello que ha ocurrido a los hombres en el momento en el que los fijamos. Es decir, todas esas situaciones cotidianas y azarosas a las que se enfrenta diariamente la humanidad.

Simmel plantea el comprender como un sentir: “comprensión es el sentir de una conexión unitaria de elementos, rige exclusivamente para su contenido ideal” (Simmel, 1998). Es entonces una facultad que tiene aquel que intenta comprender, y que por el interés de quien busca comprender, lleva a que se forme una conexión con aquello que el tiempo ha dejado atrás. Simmel nos invita a disociar la historia con lo viejo, lo histórico en sí mismos no es lo viejo, sino aquello que podemos ubicar y comprender. Entonces un contenido es histórico porque lo fijamos en un tiempo y lo podemos encadenar a rastros que nos permitan comprender. Como plantea Bloch, supone una conexión interna entre átomos, supone una cierta fantasía por parte del historiador.

Además, un contenido de realidad es histórico cuando los sabemos inserto en un lugar de nuestro sistema temporal: “contenido puede ser considerado como histórico si es fijado temporalmente; pero, por otra parte, solo si forma junto a otros una unidad de comprensión” (Simmel, 1998). En ese sentido un contenido es histórico porque los fijamos en un tiempo y lo podemos encadenar a rastros que nos permitan comprender un momento determinado de la historia. En este orden de ideas, la historia como la conocemos es una fantasía. Atar sucesos y encadenarlo es una fantasía y una tarea del historiador, la conexión no está en los hechos en sí mismos sino en la tarea por comprenderlos. Esto quiere decir que el encadenamiento no lo hacen “los hombres en el tiempo” por el contrario esta es una tarea de los historiadores que tratan de comprender a aquellos hombres en el tiempo. Que, en este intento por comprender, atan los hechos a su antojo para dar sentido a un momento en el tiempo.

Así pues, esto lo que nos demuestra es que el ejercicio de la comprensión realmente es un ejerció bastante relativo, como historiadores no todos nos planteamos las mismas preguntas, por lo que todos comprendemos de manera diferente. El encadenamiento de suceso se trata de una fantasía puesto que cada historiador le da su posición a la historia, Bloch dice: “En verdad, inconscientemente o no, siempre tomamos de nuestras experiencias cotidianas, matizadas con nuevos tintes donde es preciso, los elementos que nos sirven para reconstruir el pasado.” (Bloch, 2001) Como vemos, la cuestión de la experiencia es de vital importancia para poder tener un acercamiento con aquello que deseamos entender, y creo yo que es a partir de estas experiencias y posiciones, que como historiadores hacemos el “encadenamiento” de estos sucesos en el tiempo.

Es decir, si como historiadores estamos trabajando en historia del conflicto armado, es evidente que nuestras vivencias, posición política y distintas creencias determinarán la manera en que escribamos sobre esa historia, y harán que atemos estos sucesos de una manera u otra. Por ejemplo, si como historiadores hubiéramos vivido en el momento posterior a la Gran Guerra, y escribiéramos sobre ella, nuestra posición se vería muy posiblemente sesgada por nuestra nacionalidad, haciendo que tomemos una posición. Por su parte entre las tantas causas, muchos historiadores atribuyen el estallido de la primera guerra mundial al  asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, por su parte, hay quienes hablan del imperialismo europeo y otras tantas situaciones económicas y políticas que llevaron al estado de tensiones por el que se desato la gran guerra.

En síntesis, el ejercicio de comprensión de los hechos se trata de un ejercicio que va entre la fantasía y la realidad, y que al final de cuentas es bastante relativo, por el hecho de que es el historiador el que determina y forma la cadena de sucesos, pues estos realmente no es que necesariamente tengan una conexión, sino que es quien en su intención de comprender el que los conecta de una manera u otra.

Acción:
En segundo lugar, tenemos la acción. Si nos acercamos a los relatos tradicionales de la historia, nos daremos cuenta que uno de los problemas principales de la disciplina es que cuenta las cosas como “sucedieron” dando todo por sentado. Lo que me parece problemático porque se llegar a ser reduccionista, dejando de lado aspectos de la humanidad del otro. A lo que me refiero con esto, es que la acción humana es muy problemática y al ser la que mueve los hechos de la historia, no podemos dejarla de lado y simplificarla con relatos que suponen todo como dado y que en ultimas ignoran la humanidad y duda de los actoes ue se ven envueltos en el relato histórico.

En el texto The logic of action, William Reddy habla de la importancia que hay detrás de la acción humana, que en mi opinión es parte del motor de la historia, por lo que resulta importante resaltar en la narrativa histórica esta acción. Dentro de esta narrativa hay ver entonces la acción a partir del indeterminismo, esto quiere decir que no debe verse como algo lineal y dado, sino que la acción es azarosa y múltiple. Para entender mejor este punto, creo que no veo necesario el “ponerse en los zapatos del otro” como se diría coloquialmente, creo que resulta más fácil pensar en aquellos momentos en los que como personas nos hemos enfrentado a una situación difícil en las que hemos tenido que tomar una decisión, pero cuestiones de azar en la situación, no sabemos qué hacer. Teniendo esto en mente, como historiadores debemos tener siempre en cuenta que aquel al que estudiamos es tan inseguro y humano como nosotros, por lo que no podemos escribir la acción humana dándola como algo totalmente planificado y heroico.

Por otra parte, Reddy sostiene que las acciones de los individuos pueden estar encaminadas por la propia experiencia, que a su vez está relacionado con Bloch “Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres” (Bloch, 2001). Por lo que resulta importante el ver cómo se desarrolla la acción en el tiempo de cada sujeto. Por ejemplo, si pensamos en un periodista que escribe sobre el régimen nazi, no es lo mismo a que lo haga hoy a como hubiera sido en 1942, en plena guerra, además en aras de los términos de Bloch es importante reflexionar el como la configuración de pensamiento es muy relativa al momento histórico en que los sujetos se ven envueltos.

Para cerrar este apartado, me gustaría traer un ejemplo narrativo, se trate del cuento Espuma y nada mas de Hernando Téllez. El cuento Espuma y nada más trata de un Barbero revolucionario que no aceptaba el abuso del poder público por parte de los conservadores. Un día, el Capitán Torres quien está a la cabeza de la captura y asesinato de revolucionarios llegó donde el barbero para que lo afeitara. El barbero al ver a la persona que llegó donde él a solicitar su servicio temió de su destino, ya que ambos hacían parte de partidos políticos diferentes y defendían distintos ideales. La situación se tornó difícil debido a que el barbero en vista de todas las monstruosidades que había causado el capitán tuvo un conflicto interno porque pensaba en la posibilidad de matarlo, pero le asustaba el hecho de convertirse en asesino y aunque lo matara todo seguiría igual o peor. Después de reflexionar sobre cómo actuaría, el barbero decide hacer muy bien su trabajo, del que se sentía orgulloso. Sin embargo, el rumbo del drama tiene un final inesperado, en el que el capitán le dice al barbero “Me habían dicho que usted me mataría. Vine para comprobarlo. Pero matar no es fácil. Yo sé por qué se lo digo” (Téllez, 2003).

En síntesis, lo que nos permite ver este ejemplo es lo azarosa que puede resultar la acción, este cuento nos trae la indeterminación de la acción. Poner indeterminación a la acción es llenarla de capas y como vemos en el cuento, tiene muchas capas y es multidimensional, pues en nuestro cotidiano vivir nos enfrentamos a situaciones que nos hace cuestionarnos de múltiples maneras. Por lo que es evidente que hay una necesidad y una dificultad para hacer evidente la indeterminación, pues esto nos hace más sensibles y nos permite acercarnos mejor al otro a la hora de comprender al otro.

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Sujeto
En tercer lugar, tenemos al sujeto, que en mi opinión corresponde al nivel más difícil de la comprensión histórica. Creo yo que este es el nivel con más capas a comprender, si a duras penas podemos comprender los hechos, mucho más profundo será el tratar de entender al otro.  “Historia es una ciencia de los hombres en el tiempo que sin cesar necesita unir el estudio de los muertos con el de los vivos” (Bloch, 2001). Como vemos, para Bloch uno de los objetivos será el de acercar a los hombres en el tiempo, que como es evidente, requerirá de un gran ejercicio de comprensión.

En ese sentido, ¿Por qué queremos comprender al otro? Para responder a esto creo que lo mejor es traer a colación el texto Fantasy Echo: History and the Construction of Identity escrito por la historiadora estadounidense Joan Scott, que nos invita a ver como los historiadores muchas veces solo reproducimos las categorías de los sujetos, en vez de problematizarlas. Es decir, esto hace referencia a algo de lo que ya había mencionado, pues al reproducir estas categorías damos a los sujetos por sentado y nos alejamos realmente de comprenderlos. Así pues, Scott plantea lo siguiente: “El eco solo repite aquello que hubo antes, multiplicando las copias, prolongando la identidad como reproducción de lo mismo. Físicamente son reproducciones retardadas de un sonido” (Scott, 2011). De manera que, son estos ecos que deja el sujeto en la historia los que hacen que nosotros como historiadores nos interesemos por ese sujeto que parece lejano y ajeno a nosotros, pero que de alguna manera no lo es. En mi opinión, queremos comprender al otro porque estos ecos de la historia llegan a nosotros y de alguna manera vemos algo en el otro, que puede estar presente en nosotros mismos y aunque no esté presente, nos genera algún tipo de empatía que lleva a querer investigarlo.

En este orden de ideas, este eco de la fantasía supone que donde hay evidencia de la que parece ser una identidad duradera e invariable hay una historia que necesita ser explotada. Detrás de esta identidad hay un sentido, Scott nos invita a iluminar las complejidades de ese sentido, pues al hacer visibles esos sentidos nacionales, imperiales, y de comunidades políticas, veremos más de la complejidad que tiene el sujeto.
Así pues, en este del oficio infinito del historiador, se requiere cierta imaginación, para poder intentar recrear la atmosfera alrededor de lo que se trata de comprender. “El proverbio árabe lo dijo antes que nosotros, Los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres” (Bloch, 2001) Tener cierta imaginación creativa, pues ciertamente el analizar un tiempo pasado no puede hacerse y como es evidente, con los valores y la óptica del presente, entonces esa capacidad de trasladarse y de recrear la atmosfera del pasado requiere de mucha imaginación, pero una imaginación también, alimentada por la serenidad y el análisis de hechos.

Por otra parte, Max Scheler, el pensador moderno que ha puesto gran atención sobre el tema, consideraba la simpatía, el amor, como el punto del conocimiento de la naturaleza y sobre todo el conocimiento de los otros. De ahí que el tema tenga que ver con la formación del buen historiador. Por tanto, no puede haber conocimiento del otro sin esa apertura mental de entender al otro por mas diferente que sea. Pues como lo sostiene March Bloch, a fin de cuentas, no podemos olvidar que somos tan pasionales como los sujetos que estudiamos.

En síntesis, antes de cerrar este apartado, creo preciso el traer la siguiente cita de Marc Bloch:
“Para decirlo todo, una palabra es la que domina e ilumina nuestros estudios: comprender. No digamos que el buen historiador es ajeno a las pasiones; cuando menos tiene esta. No hemos de disimularlo se trata de una palabra cargada de dificultades, pero sobre todo de esperanzas. Una palabra, sobre todo, cargada de amistad. Hasta en la acción juzgamos demasiado. Es como gritar: ¡Al paredón! Nunca comprenderemos lo suficiente.” (Bloch, 2001)

Lo que nos deja ver aquí el autor es que este ejercicio de comprensión es infinito, por más fuentes, por más conocimiento nunca comprenderemos lo suficiente al otro. Pero es algo necesario en la historia, pues es la luz que guía nuestros estudios. Creo yo que esto el objeto primario de la historia, no hay que olvidar que en el momento en que Bloch escribe esto se encuentra bajo el régimen Nazi, lo que resulta muy curioso pues a pesar de todo lo que está sucediendo, cree que hay que acercarse al otro y comprenderlo, con simpatía y objetividad.

Como conclusiones finales, no queda más que repetir algunas cosas que ya he dicho. La comprensión es un ejercicio sin fin, e imposible de hacer en su totalidad, pero es algo totalmente necesario. Quien diga que comprende al otro se equivoca, pues como humanos muchas veces no podemos comprendernos a nosotros mismos. Comprender algo, realmente es tener una imagen totalmente fragmentada, y que en mi opinión cambia según lo que queramos comprender.

Creo yo que este ejercicio de comprensión, lo realizamos como historiadores por dos razones; Primero es evidente que hay una pasión o interés que nos mueve a acercarnos con aquello que puede parecer ajeno a nosotros, por lo que puede verse la comprensión como un acto de humanidad. Sin embargo, también creo que muchas veces queremos comprender al otro porque gracias a los ecos de la historia, vemos en el otro algo de nosotros, entonces, tratamos de comprenderlo, más bien para entendernos a nosotros mismos y a nuestro presente, no siendo necesariamente un acto de humanidad y empatía por el otro, sino un interés intelectual.

Bibliografía:
Scott, Joan Wallach. “Fantasy Echo: History and the Construction of Identity”. En The Fantasy of Feminist History. Durham: Duke University Press, 2011
Bloch, Marc. “El análisis histórico.” En Apología para la historia: o el oficio de historiador, 139– 180. México: F.C.E, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001.
Simmel, Georg. “De la esencia del comprender histórico” y “El problema del tiempo histórico”. En El Individuo y la libertad. Ensayos de crítica de la cultura. Barcelona: Peninsula, 1998.
Reddy, William M. “The Logic of Action: Indeterminacy, Emotional and Historical Narrative” History and Theory 40, no. 4 (December 1, 2001): 10-33.
Téllez, H, “Espuma y nada más” 2da ed. Bogotá, Editorial Norma, 2003; 202 p. Colección Cara y Cruz.