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El poder de los conversos

Ricardo Andrés Roa-Castellanos

El poder de los conversos

Las peores épocas de la Historia Universal han encontrado acciones inesperadas desde personajes inesperados.

 

Ha habido grandes talentos en las artes, las letras, la política, los conocimientos militares y filosóficos, la ciencia, pero, de forma reiterada, el alma de la humanidad ha dependido -en tiempos muy críticos- de seres humanos, en primera instancia, gravemente equivocados que rectifican y corrigen su rumbo llevando a otros a un buen Camino.
 
El Creador encarnado dice que los verdaderos creyentes son la sal del mundo, la luz en medio de las tinieblas. La sal sin diluirse es casi fútil e indeseable. Al mezclarse alcanza su función. La más tenue luz no puede ser apagada por la inmensa oscuridad de un inerte universo.
 
Quizás usted sea como yo, otro gran avergonzado de sus fallas pasadas o presentes. Pero el consuelo es que la solución y el poder están precisamente en personas, entonces, como nosotros. ¿Qué mínimos pero icónicos ejemplos muestran el poder de los conversos?
 
EL ESPÍRITU DEL ROSARIO
 
Nuestra famosa Virgen de la “Bordadita” reúne la síntesis de cuanto es la iglesia, ecklessia, que en griego significa asamblea, plenaria, el órgano plural que se conforma “según todos”. Esa misma noción, según todos, es la traducción literal de la palabra católico (Kathol holou).
 
La confección etimológica de la palabra, καθολικός (katholikós), proviene de hilos conductores que revelan su ancestral y olvidado significado. Una evolución social del judaísmo donde κατα (kata = según, sobre, hacia abajo, contra, como por ejemplo en catecúmeno, catarsis, catabolismo, catequesis o catacumbas) y ολός (holos = todo, como en holístico, u holograma), significan ese resultado, según todas las partes, a través del todo, o la idea de Parménides resumida en la metáfora de su “Motor inmóvil”: la unidad conformada por la diversidad, que es origen de ese otro gran invento católico medieval, denominado por similares razones, la “universidad”[1].
 
El detalle calmo de múltiples hilos, representando toda suerte de vidas humanas, configuran en La Bordadita el símbolo centenario del espíritu rosarino. Si se piensa, el zigzagueo de cada zurcida son las vueltas, e incluso, revueltas de la vida individual y social de todos.
 
El giro, la posibilidad del cambio, como bien decía Churchill, implica que: “Quien no es capaz de cambiar de opinión no es capaz de cambiar nada”.  
 
En la noche de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo después de que nos es legado el décimo primer mandamiento “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, se nota otra alocución surgida en concomitancia con la paralela sentencia: “No hay Amor más grande que aquel que pierde la Vida por sus amigos” (Libro de Juan 15, 12). Y dos caídas humanas colosales, de sus cercanos amigos, suceden aunque sean estas en sentido opuesto.
 
Pedro (Cefas en arameo, Pietro, Petrus, la piedra, la Roca) y Judas Iscariote, cada uno a su manera, traicionan a Dios, el Hijo de Hombre –Y si nos tomamos en serio aquello que decimos creer, ello refleja una profunda enseñanza-. A la manera del filósofo de la Investigación Científica, Karl Popper, podemos constatar que aún “el error es fecundo”, es decir, de los errores aprende uno.
 
El pecado, o crasa equivocación, termina por provocar desesperación en ambos apóstoles al entender lo que han hecho: una traición. La traición al “Logos” que es la traición al amor genuino, a la Verdad. De acuerdo con el relato de Dante sobre el infierno en la Divina Comedia, las peores zonas del espantoso sitio están reservadas para este comportamiento.

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Pero la diferencia entre los personajes es actitudinal. Judas se deja llevar por la inercia pasional de su comportamiento. El “yo puedo hacerlo mejor de lo que la providencia está dictando”, le lleva al desánimo, la angustia, y a auto-eliminarse, a la postre, dada la manera de entender la gravedad de su error.
 
Pedro después de las famosas 3 negaciones, también desespera y llora amargamente, pero evita seguir trasgrediendo aquellos mandatos que ha aprendido. Al final del libro Buena Noticia, o Evangelio, de Juan, las tres negaciones son compensadas por tres re-afirmaciones en el amor imperfecto que nos caracteriza a los seres humanos. En adelante, ama a las ovejas como el gran Pastor le había encargado y ejemplificado con su propia vida: hasta la muerte, de ser necesario.
 
LUCES EN LA DESESPERANZA
 
Para el año 70 dC, Jerusalén era destruida y arrasada. El templo al que a la muerte de Cristo se le había rasgado el velo, quedaba ahora totalmente destruido.
 
Un fariseo, persecutor a muerte de cristianos, había quedado ciego por unos días tras oír una pregunta divina: “Saulo ¿Por qué me persigues?”. Su acción en adelante nos extenderá la buena noticia a los gentiles o noájidas, los no-judíos, que también éramos salvados por la acción de Jesús, el Ungido (Cristo en griego).
 
Este converso, en adelante llamado San Pablo, rompe las barreras de la verdad circunscrita al bendito Pueblo Elegido, y la exporta a todos los gentiles, en adición a la labor de los otros Apóstoles (Gr. enviados) que eran algo más que simples discípulos. En ellos, ya estaba la semilla de la conversión. De hecho, estos primeros cristianos, continuaron esa tecnología espiritual instaurada por Juan el Bautista: el Bautismo, que era el sacar a los seres humanos de la dualidad semiótica del Agua (vida y muerte), naciendo a un Nuevo y Santo Espíritu. El llamado y el allanar el Camino prometido, iban, desde entonces, dirigidos a una Metanoia o Conversión personal.
 
DECADENCIA Y REDENCIÓN
 
Los tiempos de la Civilización Occidental han estado aquejados de estacionalidades. Primaveras pero también inviernos. La síntesis de la cultura Judeocristiana y Grecolatina ha sufrido estas épocas en sus distintas sociedades y subculturas históricas.
 
Grecia caía en sus tiempos clásicos de la mano del idealista pesimismo platónico en tiempos republicanos, regidos por los sofistas de aquel entonces; regentes de su sociedad al estar posicionados en altos cargos de la educación y el gobierno. Sólo al aparecer “El Potro”, Aristóteles, como lo denominaba su maestro Platón, se gesta un punto de inflexión.
 
Aristóteles forma una nueva generación en la Verdad fáctica y racional. Alejandro Magno, uno de sus alumnos, logrará redimir el estado de decadencia sofista y construir el Imperio Helenístico sobre cuyos ejes el Imperio Romano tendrá acceso facilitado décadas después. 

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AGUSTIN DE HIPONA
 
Para los tiempos neoplatónicos de Agustín de Hipona, los grupos de herejes llegaron a contar 88 facciones. En su obra Herejías, la refutación a 4 de esos grupos, contuvo cismas que amenazaban con destruir el joven cristianismo de aquel entonces.
 
La variedad de ataques destacaba en grandes pensadores que apoyaban herejías tales como el Maniqueísmo (gnosticismo dualista persa de la divinidad y el cosmos), Donatismo (que no aceptaba a los renegados arrepentidos y centraba sólo en la fe la posibilidad de salvación), Pelagianismo (sólo las obras salvaban sin tener en cuenta la gracia y misericordia de Dios) y Arrianismo (corriente anti-trinitaria donde Jesús era creatura y no Dios en sí mismo).
 
Un problema resuelto ya no es problema, pero diagnosticar y tratar tales corrientes argumentativas en tan gran escala y con tan potentes oradores, en cada una de estas creencias, significaba un Tsunami consecutivo difícil de surfear.
 
Pero al saber que todo es para bien, Agustín empleó lo aprendido en el momento justo y colaboró de cara a la triste decadencia de la fe hasta recuperarla en el Siglo IV. Muere en el sitio de Gensérico, el Vándalo, a Hipona. Pero por sus planteamientos lógicos, tenidos en cuenta en el Concilio de Efeso, vence póstumamente hasta al arrianismo.
 
FRANCISCO DE ASIS
 
Siglos más tarde, otro niño bien, fiestero, de familia con recursos, creció en dirección a los excesos en un momento del medioevo (Siglo XIII) de profunda decadencia moral y materialismo.
 
Tiene el santo una visión en la Iglesia de San Damián donde Cristo le pide que reconstruya su resquebrajada iglesia.  Aunque entenderá en primera instancia que se refería a la afectada construcción de aquella pequeña comarca, se va él convirtiendo espiritualmente hasta constituirse en el vivo ejemplo del Evangelio con su vida, al ser quien estaba llamado a ser. Hermanó a los excluidos, enfermos (leprosos) y marginalizados, hizo de las otras creaturas naturales (animales, plantas, astros, funciones de la vida) los nuevos prójimos, redimió la iglesia en una edad media de nuevo oscura, falsamente intelectualizada, con una teología rimbombante lejana de las poblaciones vivas. Para el primer bioeticista alemán, Fritz Jahr, este diacono, sin ser sacerdote, es el primer bioeticista en el mundo. Cumple su misión, y sigue reconstruyendo la iglesia con base en un ejemplo trascendente.
 
IGNACIO DE LOYOLA
 
Azotaban tiempos de convulsiones políticas, morales y militares cuando nace en 1491, y crecerá en todo sentido. Iñigo, luego santo egregio del País Vasco que resalta lo mejor del carácter español. Si, del carácter español… es venerado hasta por los ingleses, gracias al canon de la Iglesia Anglicana.

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Siendo un niño pijo, hombre de mundo, deseoso de honores y fama, cree que las gestas caballerescas, las doncellas y la bohemia conformarían su ruta de realización. Adulto joven, sin embargo, es vencido y doblemente roto en todo integral sentido, incluyendo el óseo. Pierde el sentido y al leer biografías, que cuentan la del Santo de Asís, de nuevo, se encarrila para pasar de su individualismo al amor por Dios y, en consecuencia, por todo y todos.
 
Contrarrestará el débil-fuerte a un sabelotodo agustino y platónico, como lo fue Martin Lutero, que fiel a los intereses de los primeros banqueros europeos, llegaron a ocasionar la Guerra de los Campesinos donde se masacraron a los inermes católicos rurales para imponer un nuevo tipo de fe, que hoy llega a una predominancia incrédula en Europa y EE.UU. Pero nació un medio de contención, un modo de reencontrarse para los perdidos, una devoción guiada por Nuestra Señora del Camino[2]. Ignacio organiza la Compañía de Jesús, que a través de sus buenos sacerdotes ha contrarrestado varios embistes del mal.
 
El poder de los conversos sea en ti y permanezca contigo.

 


[1] URL: https://www.catholiceducation.org/es/educacion/aportes-del-catolicismo/la-iglesia-catolica-y-la-creacion-de-la-universidad.html

[2] URL: https://es.catholic.net/op/articulos/65136/santa-maria-della-strada.html#modal