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Colombia conoce los impactos del fenómeno de El Niño intenso, pero sigue tomando decisiones tardías en lugar de preventivas

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El pronóstico de El Niño indica que hay una probabilidad del 83 % de que las condiciones comiencen a cambiar hacia la neutralidad climática entre finales de abril y junio. Sin embargo, julio y agosto se caracterizan por ser una época seca en Bogotá, lo que no es favorable para la ciudad y su recurso hídrico en los próximos meses.

Las estrategias adoptadas por la Alcaldía Bogotá para racionalizar el consumo de agua tienen una visión de muy corto plazo y son tardías, según lo advierte nuestra profesora de la Facultad de Ciencias Naturales, Andrea Devis Morales. Según la experta en oceanografía se podría haber comenzado con racionamientos por horas y campañas masivas de sensibilización desde finales del año pasado, cuando los niveles de los embalses comenzaron a disminuir.

Desde julio de 2023, un nuevo evento de El Niño se declaró a nivel mundial, evolucionando hasta alcanzar una intensidad significativa en el Pacífico ecuatorial. Sin embargo, el IDEAM oficialmente reconoció la presencia de El Niño en Colombia en noviembre del mismo año.

Así lo indicó nuestra profesora Andrea Devis Morales, al señalar que “los eventos relacionados con el fenómeno de El Niño en el pasado han dejado importantes lecciones sobre la gestión del recurso hídrico y la generación energética en Colombia. A pesar de esto no aprendemos de la crisis que este fenómeno climático ha causado en el pasado, como las intensas sequías, la reducción de los caudales de los ríos y las altas temperaturas que han provocado grandes incendios forestales".

A partir del jueves 11 de abril, la capital del país y los municipios servidos por la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB) experimentarán suspensiones alternadas de agua debido al bajo nivel de los embalses. Esta medida busca ahorrar dos metros cúbicos por segundo de agua y garantizar el suministro en la actual coyuntura de niveles críticos de almacenamiento, consecuencia directa del fenómeno de El Niño.

La disminución del recurso hídrico también impacta la producción energética del país, al reducir drásticamente el nivel de los embalses. “Estos problemas se repiten cada vez que ocurre un evento El Niño intenso en Colombia, pero a pesar de conocer bien estos impactos, seguimos tomando decisiones tardías en lugar de preventivas”, resaltó Devis Morales.

En enero de este año, el Distrito de Bogotá comenzó a tomar medidas para reducir el consumo de agua, logrando pasar de 18 m3/s a 17 m3/s. Sin embargo, estas acciones resultaron insuficientes y tardías, considerando que los niveles del sistema Chingaza ya estaban muy bajos.  Para nuestra profesora "el 22 de marzo se celebró en todo el mundo el día del agua, un momento idóneo para hacer un llamado nacional y una gran campaña distrital para crear conciencia sobre el cuidado y manejo adecuado de este valioso recurso. Esta oportunidad no se aprovechó".

En abril, el sistema Chingaza alcanzó niveles críticos (16 %), llevando al Distrito a implementar estrategias radicales de racionamiento del agua por sectores. Sin embargo, estas medidas podrían no resolver el problema, e incluso agravarlo, ya que al anunciarlas las personas pueden alarmarse y almacenar agua innecesariamente, dijo Devis Morales.

"Estas estrategias tienen una visión de muy corto plazo y son tardías. Se podría haber comenzado con racionamientos por horas y campañas masivas de sensibilización desde finales del año pasado, cuando los niveles de los embalses comenzaron a disminuir", comentó la experta en oceanografía.

El pronóstico de El Niño indica que hay una probabilidad del 83 % de que las condiciones comiencen a cambiar hacia la neutralidad climática entre finales de abril y junio. Sin embargo, julio y agosto se caracterizan por ser una época seca en Bogotá, lo que no es favorable para la ciudad y su recurso hídrico en los próximos meses.

En respuesta a esta situación crítica, Devis Morales enfatiza la necesidad de fomentar la conciencia ciudadana mediante campañas intensivas que permitan a la comunidad comprender la gravedad de la situación. Además, sugiere retomar la virtualidad siempre que sea posible y ofrecer incentivos a las empresas e industrias que reduzcan su consumo de agua, con la esperanza de que estas medidas sean suficientes para abordar la crisis hídrica.

“Los eventos de El Niño son cada vez más intensos y frecuentes debido al calentamiento climático global. Es necesario tomar medidas preventivas para evitar volver a situaciones extremas. Nos enfrentamos a retos climáticos cada vez más extremos y como ciudades debemos ser más sostenibles y resilientes”, afirmó nuestra profesora.

Adicional la experta señala que “propuestas como el uso racional de los recursos naturales, la implementación de energías renovables alternativas a la hidroeléctrica y el mejoramiento del sistema de reciclado del agua residual para uso agrícola, así como la desalinización del agua de mar como fuentes alternativas de abastecimiento, son cruciales y deben ser consideradas y desarrolladas por el gobierno”.