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Analistas de los gremios esperan crecimiento del PIB de 1.2 % y una inflación de 5.55 % para el cierre de 2024

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La economía colombiana cerrará este año con un crecimiento promedio de 1,2 %, según los pronósticos de los centros de investigaciones económicas que intervinieron en el “Análisis sectorial: retos para la economía 2024”, organizado por la comisionista de bolsa Acciones & Valores y la Facultad de Economía de nuestra Universidad.

Según los analistas de la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria), la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), la Asociación Colombiana de Minería (Asominería), Acciones & Valores y nuestra Facultad de Economía, este 2024 pasará a la historia como el año de la transición económica hacia el regreso a un periodo de estabilidad y de recuperación gradual.

La preocupación común: la inflación y la ‘cruz a cuestas’ que lleva el Banco de la República para que este indicador regrese a su meta este año, lo que a su vez impide que las tasas de interés disminuyan a una mayor velocidad, para que empiecen a empujar la reactivación del consumo y la actividad productiva.

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Tasas altas más tiempo

Wilson Tovar, gerente de Investigaciones Económicas de Acciones & Valores, destacó que el mundo está esperando que la inflación caiga, pero las cosas no son tan claras, y los bancos centrales siguen manteniendo tasas de referencia altas.

Mencionó que “por fortuna, la inflación está bajando, aunque en países desarrollados todavía no es tan claro… luego de los altos costos financieros, la economía se está enfriando, pero nos está llevando a debatir si habrá o no un hard landing. En efecto, los aumentos de productividad y avances de la digitalización de la economía empiezan a dar frutos, mientras se agota el exceso del ahorro alcanzado en la pandemia e impulsado por la política fiscal expansiva” y, sobre esto, hace una crítica a las economías latinoamericanas tras señalar que “el mundo está pensando en productividad y avances tecnológicos y nos estamos quedando atrás”.

Se refirió a que el no salir de la oficina durante la pandemia nos ayudó a acumular ahorro que impulsó el consumo; ahora, venimos de una inflación que complicó al mundo y tuvimos que incrementar las tasas de interés, lo que comprime la demanda… la gente piensa dos veces antes de salir a comprar”.

Como mensaje concluyente dice que “para hablar de reforma tributaria, generar subsidios y reducir pobreza necesitamos recuperar el crecimiento de la economía y bajarle la polarización”. En el contexto global, hizo énfasis en que en el horizonte se atraviesa el conflicto en medio oriente, lo que complica las expectativas del precio del petróleo y las cadenas de suministro y, por tanto, la tarea de los bancos centrales sobre la reducción de la tasa de interés.

Oportunidades en la minería

Sebastián Martínez, director de Investigaciones Económicas de la Asociación Colombiana de Minería (ACM), manifestó que nadie duda de la importancia de la minería en la transición y defiende esta idea, diciendo que la minería es fundamental en el proceso de transición energética.

Mencionó tres grandes elementos que marcan al sector de la minería a nivel nacional e internacional este año: la oferta insuficiente de minerales estratégicos, la búsqueda de soberanía sobre el desarrollo de minerales y realizar una minería sostenible. 

En efecto, más allá del deseo, comenta que la inquietud real es de dónde van a salir esos minerales. En un panorama macro, se observa una concentración en la explotación de los minerales importantes, como el cobre, níquel, litio, entre otros, en países como Rusia, China y algunos latinoamericanos, como Chile.

Destacó que resulta dudoso el papel de Colombia en la participación con estos minerales y nos debería poner a pensar cuáles serán las estrategias hacia adelante. Por el momento, se sabe que el carbón seguirá siendo un jugador muy importante de la generación energética global, pero otros minerales serán importantes para la transición energética y si queremos avanzar hacia otras rutas, se deben hacer políticas agresivas para que esos minerales crezcan en la matriz energética.

Sobre este último punto, Martínez afirmó que es necesario promover la inversión y la innovación que demanda el futuro minero.

¿Para dónde va la banca?

Por su parte, Carlos Velásquez, jefe de estudios económicos de Asobancaria, destacó que tras un 2023 complicado para el sector financiero, al punto que 8 de 29 entidades registraron pérdidas, el PIB de este sector fue uno de los que más se expandió el año pasado.

¿Qué esperar este año de los bancos? Según Velásquez, se espera que haya un repunte del consumo de los hogares, hecho que contrasta con los riesgos que presentará el desempeño de la inversión privada y en lo que respecta al ahorro de los hogares, mencionó que se observó un aumento en un entorno de tasas de interés altas, lo que contribuirá a la recuperación económica.

Según el analista la cartera bruta crecerá 1 % en 2024, luego de una contracción en 2023. La cartera de consumo cayó 10.6 % real anual, pero podría crecer 3.2 % en 2024.  “La contracción de la cartera en 2023 y el rebote parcial que se espera en 2024 mantendría la profundización financiera alejada de su potencial que se estima en 65 %, no sin olvidar, que los esfuerzos deben enfocarse en los próximos años en dinamizar el crédito hipotecario. De hecho, ya se ve que los bancos impulsarán en mayor grado el otorgamiento de créditos”, comenta.

Afirma que, si bien hay un crecimiento de la cartera morosa, está debidamente cubierta por las provisiones, lo que ayuda a disipar los riesgos del sector financiero. En ese sentido, las entidades bancarias están en plena capacidad para responderles a los ahorradores, pues los indicadores de cubrimiento están encima del 100 %.

Los riesgos de la construcción

Entre tanto, el director de Estudios Económicos de Camacol, Jorge Torres, explicó que el sector de la vivienda todavía presenta riesgos. Hoy el PIB de este sector es cerca de un 30 % más pequeño de lo que era en 2016, en un escenario en el que la economía y la población siguen creciendo.

En 2023, el PIB de construcción cayó 4.2 %: solo las edificaciones caen un 0.1 % y si bien la producción de vivienda, medida a través de las cuentas nacionales, presenta caídas del orden del 2.5 %. En 2023, la inversión en vivienda como % del PIB fue de 3.7 %, el nivel más bajo registrado en los últimos 20 años, exceptuando el año de la pandemia. Parte de la preocupación es que el costo de una menor inversión se verá reflejado en el mediano plazo y generará nuevos desafíos.

En medio de este panorama, se debe pensar en estrategias para el futuro que favorezcan a la economía, especialmente en sectores que jalonan el crecimiento. Para Torres es necesario impulsar inversiones adicionales en el sector vivienda que permitan reactivar la demanda.

“Si no producimos vivienda, no podremos cubrir las necesidades de vivienda de la población”. Por ahora, lo fundamental es impulsar las ventas de vivienda, de manera que se promuevan los inicios de nuevas obras en el corto plazo.

Torres hace referencia a que la tasa de interés ya viene reduciéndose, lo cual es un factor importante para impulsar la demanda, pero se requerirán esfuerzos adicionales para reactivar el sector. En ese sentido, si se lograr impulsar una inversión pública adicional de $1 billón en programas de vivienda, el sector podría movilizar 40 billones en ventas y generar 275 mil empleos por año.