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Migrar para el bien del país

Migrar para el bien del país: las remesas sociales

Por:Juan Manuel Sarasua Suárez

Foto:Fotos 123 RF

Las remesas económicas son un ingreso invaluable de las economías en desarrollo. Pero hay otro tipo de remesas que generan un impacto más profundo y a mayor plazo: las sociales. La investigadora Julia Seither explica su importancia.

El desarrollo de todas las civilizaciones humanas ha tenido como protagonista clave a las migraciones. Han sido la razón –y también la causa– del nacimien-to de muchas sociedades y han dado siempre forma e influido profundamente en la política y el orden mundial. En la actualidad impactan las economías de las personas y participan en las decisiones geopolíti-cas globales.

Pero esas transformaciones a nivel macro que genera el flu-jo de personas entre fronteras tiene su origen a escalas indivi-duales, desde la persona que decide dejar su país para buscar un mejor futuro en otro, hasta la familia que abandona por completo lo que era su hogar a causa de un conflicto violento. Las razones son miles y cada una de ellas es única, específica para cada realidad. Como consecuencia, el impacto que este desplazamiento ocasiona se observa tanto en el nuevo lugar de destino como en el de salida: el lugar de acogida hace parte del presente y futuro del migrante y el lugar de origen, de su pa-sado. No obstante, gracias al migrante estos dos espacios con-viven, interaccionan, se nutren y, por supuesto, se modifican.

“Siempre me interesó conocer lo que pa-saba en el lugar de origen de la gente que mi-graba; siempre se habla de la experiencia del migrante desde que sale de su casa u hogar, pero no conocía lo que sucedía con el lugar del que salió”. Quien habla es Julia Seither,profesora de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario. Entre otros temas, Seither investiga los efectos de la migración en el desarrollo de normas sociales y su im-pacto en las economías.

En los últimos años la profesora ha publica-do dos trabajos importantes sobre este tema, en los cuales analiza las dinámicas comporta-mentales de la población migrante de Cabo Verde y Mozambique, ambos países con pro-fundas tradiciones migratorias. Los dos se ca-racterizan por configurar un tipo de migrante diferente, con motivos específicos, pero que pueden dar luces sobre los comportamientos migratorios en otras partes del mundo y, en especial, sobre la afectación que causan esas migraciones en los países de origen.“Empecé a estudiar cómo los migrantes pueden convertirse en actores de desarrollo no solo de pequeños grupos, sino también de países enteros, y no solo desde el aspecto económico, sino también desde aspectos de idiosincrasia como las actitudes políticas o las decisiones sobre fertilidad y educación del grupo familiar”, explica Seither.

Desde el punto de vista económico el im-pacto es fácil de ver. Uno de los motores que impulsan la migración es la necesidad de al-canzar una mejor condición económica. Se-gún el Banco Mundial, los ingresos de los mi-grantes aumentan de tres a seis veces cuando se trasladan de países de ingresos bajos a países de ingresos altos. Y esas ganancias impactan también a los países de origen del migrante.

Veamos el ejemplo de Colombia. Datos del año 2020 del Ministerio de Relaciones Exteriores enseña que el número de colombianos en el exterior se acerca a los 5,5 millones. Es decir, casi el 10% de colombianos vive fuera del país. En 2021 las reme-sas que esas personas enviaron al país sumaron 8.597 millones de dólares, un 24,4 por ciento más que en 2020, conforme con los datos compendiados por el Banco de la República. Esto corresponde al 2,5 por ciento del PIB total del país para ese año.

Para 2022 se espera llegar a los 10.000 millones de dólares. Pero los migrantes no solo producen remesas monetarias o materiales; transfieren, además, a sus países de origen nue-vos conocimientos, prácticas y normas civiles, conocidas en la literatura especializada como “remesas sociales” (social re-mittances, por su traducción al inglés) y son de diversa índole: una mayor valoración de la educación y la salud, una mayor demanda de responsabilidad política, un intercambio de in-formación que modifica las concepciones, tendencias o deci-siones sobre la fertilidad (cuántos hijos tienen por grupo fami-liar, o si deciden tener o no hijos), y unas mejores habilidades organizativas y empresariales.

Desde los hogares hasta los gobiernos

“El contacto a través de las redes sociales –vir-tuales y físicas– permite el intercambio de ideas y esto conlleva transformaciones signi-ficativas sen el país de origen. Por ejemplo, si las personas van a países con instituciones po-líticas más sólidas o con estructuras sociales más elaboradas, y que funcionan, los migran-tes que viven esta realidad las valoran y las transmiten a sus lugares de origen”, continúa Seither. De hecho, la migración puede afec-tar el fortalecimiento de las instituciones democráticas de diversas maneras, particu-larmente, en la mejora de la gobernabilidad y en la promoción de la participación política.

En 2019 Seither, junto con Catia Batista y Pedro C. Vicente de la Universidad Nova de Lisboa (Portugal), publicaron el estudio ¿Las redes sociales de los migrantes dan forma a las actitudes y comportamientos políticos en el hogar? (World Development, 2019) en el que analizaron encuestas realizadas a 1.766 hogares en Mozambique en las fechas circun-dantes a las elecciones nacionales de 2009. Los migrantes de este país se desplazan prin-cipalmente a las minas y fincas agrícolas sura-fricanas, y tiene a la vez una de las tasas más bajas de participación política del sur del con-tinente. Ocupa el puesto 178 entre 187 países en el Índice de Desarrollo Humano (Colombia ocupaba el 83 en 2019) y para su desarrollo ha sido un país históricamente dependiente de la ayuda internacional. En 2013 las remesas eco-nómicas hacia el país ascendieron al 1,5 por ciento de su PIB que fue de 16,7 mil millones de dólares ese año según el Banco Mundial).

Los migrantes de Mozambique son en su mayoría hombres jóvenes en búsqueda de un trabajo que les represente mejores ingresos, y el destino preferido para el 86 por ciento de ellos es su vecino país Sudáfrica, un ejemplo tí-pico de la migración Sur-Sur. “Los hombres van por temporadas de nueve meses a trabajar en las minas; quizás vuelven por un mes y se van de nuevo”, argumenta la investigadora, quien añade que “suelen convivir con migrantes de otros países en el mismo pueblo o campa-mento y ese intercambio frecuente permite la discusión de ideas y que se hable, entre otros temas, de la participación política”.

Los resultados del estudio sugieren que las actitudes y conductas políticas pueden ser aprendidas y valoradas más en casa por las personas que están en contacto con los mi-grantes. “Encontramos que la familia sí es im-portante, pero el contacto con los inmigrantes a través de charlas informales, como las que se tienen con los amigos, impacta más en la toma de decisiones políticas, influencia más la par-ticipación política”, detalla.

¿Quién influye más, el migrante en el exterior o el retornado?

Una de las ideas que se nos viene a la cabeza al hablar de emi-gración es que el país pierde algo cuando sus connacionales se van. El concepto “fuga de cerebros” es citado con frecuencia y se suele pensar que va en detrimento del país si quienes sa-len son al mismo tiempo los más capaces, los más educados y quienes tienen una mayor experiencia. Este hecho igualmente puede modular las inversiones en el país, pues si las personas emigran seguramente no invertirán en su territorio ni parti-ciparán de las instituciones democráticas. En este sentido, la emigración es nociva para el país.

Sin embargo, la migración internacional puede promover mejoras institucionales al crear efectos de oferta positivos a través de la migración de retorno y de la comunicación entre los migrantes y sus grupos de contacto en el hogar. Los celulares y las redes sociales han participado de manera espectacular este as-pecto, al permitir un contacto intenso y cons-tante entre las personas, lo que ha creado un efecto de dilución de las fronteras, de reduc-ción de las distancias. Por ello, gracias al con-tacto continuo desde el exterior y al retorno de dichos migrantes, la migración es buena para el país.

 
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Partiendo de estas reflexiones, las investi-gadoras se preguntaron si el migrante retor-nado era tan eficiente para transmitir valores nuevos como el que permanece afuera. En esta ocasión compararon los efectos de la mi-gración internacional entre las instituciones políticas de Cabo Verde y de Mozambique. Los resultados fueron publicados en el libro Economic Globalization and Governance (2021).

Cabo Verde, un archipiélago del Atlántico compuesto por nueve islas, justo al occidente de Mauritania, es también, como Mozambique, una excolonia portuguesa. Su pobla-ción no supera los 600.000 habitantes, pero los caboverdia-nos que viven en el exterior pueden llegar a ser el doble,con 260.000 aproximadamente en Estados Unidos y unos 100.000 en Portugal. El país está en la posición 126 del Índice de Desarrollo Humano y las remesas económicas sobrepasan a cualquier otra inversión extranjera.

Las investigadoras analizaron 6.145 encuestas realiza-das entre 2005 y 2006 en Cabo Verde y 5.354, en 2009 en Mozambique. Una alta proporción de los migrantes de Cabo Verde (62,4 por ciento) había estudiado hasta la pri-maria, mientras que en Mozambique solo llegaba hasta la alfabetización (31 por ciento).

“La emigración de Cabo Verde se caracteriza por un éxo-do relativamente calificado hacia Portugal y otros países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), mientras que la emigra-ción de Mozambique se debe principalmente a los flujos de mano de obra no calificada hacia Sudáfrica”, explican las au-tores, quienes agregan que “los resultados que analizamos demuestran que la migración internacional aumenta sus-tancialmente la participación política en ambos escenarios”.

Por un lado, el migrante exterior es más efectivo en transmitir ideas y fomentar cambios políticos y sociales en los países de origen porque todavía vive su día a día en ese “mundo diferente”, con la influencia constante de “esas instituciones diferentes”. No obstante, y pese a todas las fa-cilidades de comunicación que existen ahora, la distancia geográfica sigue pesando fuertemente y la influencia de los migrantes se diluye por ese factor.

Por el otro, el migrante que retornó tiene a su favor un contacto más próximo con los locales; y una mayor opor-tunidad para los encuentros físicos y el diálogo presencial. Pero cada día que pasa las instituciones políticas del país donde vivió se desdibujan o se debilitan, y su impacto e in-fluencia es menor en esa persona.

En Cabo Verde, en particular, las conclusiones del estudio develan que el impacto de quienes retornaron sobre las ins-tituciones políticas es mayor; son, por lo tanto, más efectivos en el cumplimiento de dicho propósito que quienes aún permanecen por fuera.

Pero en Mozambique no fue así. El mayor impacto se dio a través del intercambio, del contacto directo, entre quienes migran y quienes están en el país de origen. En ambos países las probabilidades de participación po-lítica aumentan con cada migrante adicional en la red social de un encuestado.

“Nuestros resultados muestran que cuanto más se expo-ne un individuo a mejores normas sociales con respecto a la participación política, más probable es que actúe en con-secuencia. Hemos visto que pequeñas diferencias en las es-tructuras de gobierno de estos países son relevantes para la promoción de la democracia y la migración. Incluso si esta ocurre dentro del mismo continente africano puede aportar mucho a conseguirla”, concluye la profesora Julia Seither.

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